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Un día en la Rey Juan Carlos tras los plagios

Los estudiantes no saben, los profesores no contestan

Corrillos, apuntes, y cigarrillos en la puerta de la biblioteca. La normalidad en los espacios comunes de la Universidad Rey Juan Carlos hace pensar que no pasa nada. Nadie diría si se para en medio del patio inmenso custodiado por el rectorado y rodeado de edificios de hormigón que la institución vive estos días su mayor crisis. Nadie pensaría tampoco que se adelantan las elecciones a rector tras conocerse que el actual, que no dimite, plagió una decena de artículos.

Los estudiantes no se han enterado hasta más de 24 horas después porque la universidad no les ha informado. Lo ha hecho vía email y es la primera vez que les remite una comunicación en torno al escándalo de los plagios en más de un mes.

En el correo, el vicerrector de estudiantes asegura a los estudiantes su “más absoluto interés en la pronta aclaración de lo sucedido” para “acabar” con una situación que considera “injusta y desproporcionada” e informa de que, por esa razón, “se ha decidido adelantar la convocatoria de elecciones”. “Con el único objetivo de evitar que esta situación y quienes la propician supongan perjuicio alguno para la URJC y sus alumnos”, añade la nota. Se anunció un consejo de gobierno extraordinario para el 10 de enero que por cuestiones legales se ha tenido que retrasar al día 12.

Los representantes de los alumnos y alumnas en el Consejo de Gobierno afearon en la reunión del pasado martes, con el rector presente, esa “mala comunicación interna”. Hace tres semanas el rector difundió entre los profesores y el personal administrativo un comunicado en el que negaba haber plagiado y calificaba de “disfunciones porque soy humano” los párrafos copiados y pegados sin citar adecuadamente. La nota nunca llegó a los estudiantes. El vicerrector les remitió a eldiario.es para informarse del tema cuando preguntaron por qué se les había excluido de la comunicación.

En el campus de Móstoles, el centro neurálgico de la vida ejecutiva de esta universidad pública, muchos chicos y chicas viven ajenos a lo que está ocurriendo por encima de ellos. “Recuerdo que lo pasaron por un grupo de clase”, dice Álvaro, de primero de Ingeniería de Materiales. A Belén, a su lado, no le suena de nada el asunto.

Vanesa, estudiante de Ingeniería Industrial, aprovecha los rayos de sol para darse un respiro de tanta biblioteca. La puerta concentra toda la afluencia del campus. Desde el 9 de diciembre ya no hay clases y los chicos y chicas van a estudiar o a hacer exámenes. “Me acabo de enterar, pero lo suyo sería que dimitiese”, dice. Otra compañera a su lado asiente.

En el banco de al lado están Lucía y Elena. Elena estudia en el campus de Fuenlabrada y opina que convocar elecciones anticipadas no es suficiente. “Es escurrir el bulto. Y en ningún caso debería presentarse”. Ninguno de los estudiantes consultados saben si votarán o no en las elecciones. No se lo han planteado, dicen.

Los chicos y chicas más involucrados en la representación estudiantil creen que “la única cosa buena del adelanto electoral” es que “las elecciones se van celebrar en febrero o marzo” con la universidad funcionando a pleno rendimiento. “Normalmente se convocan en julio y muchos estudiantes ni siquiera están en Madrid. Por muchas facilidades que nos den eso dificulta mucho la participación”, dice Eduardo, de Periodismo, que espera que en esta ocasión “haya más implicación por el revuelo”.

Fernando Suárez aún no ha hecho público si se presentará o no a los comicios. No lo descarta y lo “pensará en vacaciones”. “Esto que ha hecho es una salida por la puerta de atrás y lo veo capaz de ser candidato”, vaticina Eduardo. El rector continúa negando lo que publican los medios y tiene, como se demostró en el último Consejo de Gobierno, apoyo mayoritario de su equipo. Solo hubo dos voces críticas en la reunión que pidieron la dimisión.

Los profesores consultados por este medio prefieren mantener silencio. Sí reconocen, apenas una hora después de conocerse el adelanto electoral, que la universidad se lo había comunicado. La institución tardó al menos 20 horas más en hacer lo propio con sus más de 40.000 estudiantes.