Un profesor de la Universidad pública de Valladolid ha denunciado ante la Policía Nacional la difusión de “cientos” de pequeños papeles homófobos contra él en la Facultad de Medicina en la que imparte clases desde 1999. Con la frase “Corell maricón y socialista”, los impresos han aparecido en al menos tres días diferentes en los pasillos y el corcho en el que está ubicado el despacho del docente, Alfredo Corell, en los baños y en la puerta de la facultad, según consta en la denuncia a la que ha tenido acceso eldiario.es. Según el texto, fue el personal de limpieza, el alumnado y el profesorado del centro el que le informó de lo que había ocurrido.
“Me enteré el pasado 15 de noviembre de la manera más casual. Un alumno me preguntó que en qué había quedado lo de las octavillas y yo, sorprendido, le dije que no tenía ni idea de lo que me hablaba y me lo contó. A partir de ahí empecé a tirar del hilo y a preguntar a compañeros, conserjes y empleadas de la limpieza y me enteré de que desde el 6 de noviembre había ocurrido en al menos tres ocasiones”, cuenta Corell por teléfono poco después de salir de una de sus clases de inmunología.
Aunque no ha sido testigo de los hechos, una de las trabajadoras que entran a limpiar la facultad a primera hora de la mañana le entregó uno de estos papeles homófobos –que ha proporcionado a la Policía como prueba– y le contó que el pasado 6 de noviembre se había encontrado con “cientos” de ellos en el pasillo en el que está ubicado el despacho de Corell y en los baños. “Además, una alumna informó al denunciante de que había encontrado también papeles en la vía pública, tirados en el suelo y un profesor de este mismo centro encontró en el tablón del departamento donde el denunciante imparte clases más papeles en el corcho”, según se cita en la denuncia, fechada el pasado 23 de noviembre.
Por último, y según el relato del docente, el día 16 el personal de limpieza le entregó más papeles con el mismo mensaje que se encontraban en el baño y que fueron tirados a la basura. “Es lo que me contó otro profesor y las trabajadoras que, como entran tan pronto a limpiar la facultad, los vieron y los tiraron a la basura sin decírselo a nadie. En todo esto ha habido una especie de manto de silencio”, explica Corell, que asegura que en un principio le invadió la sorpresa y más tarde la desmoralización. “Me da una cierta vergüenza airear todo esto”, se sincera el docente.
El apoyo de la Universidad
Tras recabar la información que logró al hablar con compañeros y personal de la facultad, puso los hechos en conocimiento del decano de la Facultad de Medicina, José María Fidel Fernández, y de la Secretaria General, Helena Castán, que le mostraron su apoyo “desde el primer momento”. Al día siguiente, hizo lo mismo el rector de la Universidad de Valladolid, Antonio Largo Cabrerizo. La Defensora de la Comunidad Universitaria, Milagros Alario, por su parte, le propuso al centro que comenzara una investigación al respecto.
Con ello, la Universidad logró reunir los testimonios de una decena de alumnos, un profesor y tres trabajadoras de la limpieza que habían visto los papeles homófobos. Por su parte, Corell decidió interponer una denuncia ante la Policía Nacional, algo que formalizó, con la compañía del decano de Medicina, el 23 de noviembre pasadas las 09.00 horas de la mañana. La denuncia sigue actualmente su cauce habitual y en la mañana de este martes un agente se ha puesto en contacto con el profesor para pedirle los números de teléfono de las personas que vieron los papeles.
El caso recuerda al denunciado en la Universidad de Murcia a principios de octubre. El exvicerrector José Ángel López afirmó que en una comisión académica del Máster del Profesorado, un compañero dijo “que el despacho que yo había dejado de ocupar ya había sido fumigado”, contó López a eldiario.es. El docente puso en conocimiento de la institución el hecho a través de un e-mail, pero la falta de respuesta formal motivó la elaboración de un escrito en el que contó en detalle lo ocurrido. A día de hoy aún no sabe en qué punto está su denuncia y la Inspección de Servicios de la Universidad de Murcia se negó a responder a las preguntas de este medio al respecto.
“Con lo que me ha ocurrido a mí ha sido diferente porque a mí la institución sí me ha apoyado totalmente, pero en mi caso ha habido un silencio cómplice que se ha creado a mi alrededor”, cuenta Corell. “Me he enterado de los hechos, casualmente, diez días después de que acontecieran. Todos los que lo habían visto pensaron que, quitando de en medio estos papeles, retirándolos por la mañana temprano, ocultándolos o, simplemente, eliminándolos... se acabaría el problema”. Aunque el profesor reconoce que la intención mayoritaria fue protegerle, también considera un error que no se lo dijeran antes.
“La perplejidad de los primeros instantes (dolorosos, repugnantes, e incluso ridículos) se convirtió, luego, en ira hacia los agresores anónimos”, apunta Corell, que hace hincapié en que su intención al contarlo, “a pesar de que mucha gente no esté entendiendo que lo esté aireando”, es visibilizar este tipo de acciones homófobas para combatir la LGTBIfobia. Junto a ello, también hacerlo público tiene que ver con su propio proceso personal: “Yo necesito hablarlo, y confieso que, ver mi nombre en un acto tan violento como este, me resulta tan aterrador como penoso. Callarme no puede ser nunca una opción”.