2017 va camino de ser uno de los tres años más cálidos desde que hay registros, según los datos de la Organización Meteorológica Mundial. Y el de mayor temperatura sin la influencia de el fenómeno de El Niño, explica la OMM justo el día en que se inaugura la Cumbre sobre Cambio Climático, COP23, en la ciudad alemana de Bonn.
Las mediciones indican que, globalmente, el año todavía en curso no alcanzará los niveles de 2016 pero sí certificará la tendencia a largo plazo de calentamiento planetario. Además, la organización resalta la concentración de fenómenos climatológicos devastadores: olas de calor, sequías, huracanes o inundaciones.
Los termómetros se han colocado, entre enero y septiembre, 1,1ºC por encima de los niveles preindustriales. “Los últimos tres años han estado entre los tres años más cálidos en cuanto a registros de temperaturas. Es parte de la tendencia al calentamiento a largo plazo”, ha dicho el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
Precipitaciones
Además de la temperatura, el cambio climático afecta a otras variables importantes. Por ejemplo, la lluvia. Las sequías o las precipitaciones torrenciales están ligadas a la alteración climática. No en todas las partes del planeta ocurre lo mismo.
En América del Sur, sur de EEUU u oeste de China, se constató un año especialmente húmedo. Sin embargo, la OMM subraya las planicies de Canadá, la zona Mediterránea, Somalia, Mongolía o Gabón como puntos donde el año está siendo muy seco.
Nivel del mar y hielo
Otro indicador muy claro del cambio está en los niveles del mar. El año pasado vio cómo los océanos estaban hasta 10 milímetros por encima de la tendencia entre 2004-2014. “Se ha mantenido relativamente estable en 2017 hasta la fecha, con niveles similares a los alcanzados por primera vez a finales de 2015”, explica la OMM. De igual manera, la temperatura del agua del mar también sube y se espera que termine entre las tres más elevadas desde que se mide.
Las observaciones sobre los casquetes polares emiten imágenes de alarma sin cesar. Este curso, la extensión del hielo en el Ártico se situó “muy por debajo de la media”. La placa helada se extendió poco: fue la quinta más reducida desde 1979.
En el sur, el hielo antártico también ha experimentado un año muy malo. En 2017, la extensión máxima ha sido casi la mínima nunca observada y, a la hora de fundirse, su extensión mínima anual sí batió todos los récords anteriores.
La cantidad de gases de efecto invernadero acumulada en la atmósfera crece. El año pasado, el CO se colocó de nuevo por encima de las 400 partes por millón lo que ha provocado que las alarmas indiquen que la contención del calentamiento de la Tierra a 2ºC sea casi imposible ya.