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DATOS
El impacto de la COVID, por edades: así se han desplomado los casos y los ingresos gracias a las vacunas
Empezando por los mayores de 80, la vacunación ha repercutido de forma evidente en los contagios, las hospitalizaciones y las muertes por el virus. Los gráficos muestran que el patrón se va repitiendo en los sucesivos rangos de edad mientras que los indicadores epidemiológicos continúan en caída
El 27 de diciembre de 2020 se administró la primera vacuna contra el
coronavirus en España.
Hasta ese día, así había evolucionado la curva de ingresos
hospitalarios 🏥 con Covid-19 entre los
mayores de 80 años. ¿Tuvieron efecto las vacunas en las cifras? Lo vemos en detalle
👇
Hay que tener en cuenta que al principio apenas teníamos vacunas 💉 y,
en la primera semana, solo
administramos 140.000 dosis.
Con menos del 0,3% vacunado, el aumento de la movilidad durante las
fiestas y el
invierno crearon el cóctel perfecto para la tercera ola.
Cuatro semanas después, los contagios se dispararon y España alcanzó los
peores niveles de ocupación de camas desde el confinamiento de marzo de 2020.
A finales de enero, ingresaban cada día más de 700 mayores
de 80 años en el hospital.
En ese primer
mes, se priorizó la vacunación de los ancianos 👴🏻
residentes en centros de
mayores y del personal sanitario de primera línea 👩⚕️.
Es decir, todavía no se
había
iniciado la campaña por grupos de edad.
Al igual que entre los mayores
de 80 años, las hospitalizaciones por casos
de coronavirus se dispararon en todos los grupos de edad y alcanzaron su punto máximo en la
última semana de enero.
Para comparar mejor la evolución en cada grupo de edad, igualamos los
picos de ingresos hospitalarios en cada uno.
Es decir, el 100% muestra el peor momento
desde verano entre los mayores
de 80, entre
70 y 79 años,
60 y 69 años,
50 y 59 años y entre jóvenes y adultos de
0 a 49.
La última semana de enero fue el momento con más ingresos en el
hospital 🚑 por Covid-19 desde la primera ola en todos los
grupos de edad.
Tras la explosión de la tercera ola, las comunidades lograron doblegar la
curva y se redujeron los ingresos hospitalarios por igual en todos los grupos de
edad más vulnerables.
A finales de febrero, llegó
el punto de inflexión: se
empezó a vacunar a todos los mayores de 80
años.
Apenas un mes después, los efectos ya se empiezan a notar: las
hospitalizaciones bajan 📉 más entre los ancianos en comparación con el resto de grupos de
edad.
A finales de marzo, más del 50% de los mayores
de 80 habían recibido al menos una dosis.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de ensayos clínicos de las vacunas
indican que la
protección más elevada se alcanza entre 7 y 28 días después de la segunda dosis.
Veámoslo más claro: comparamos las hospitalizaciones entre los mayores de
80 años con la media
nacional incluyendo todos los grupos de edad.
Mientras que los contagios y hospitalizaciones subieron en el resto de
grupos de edad durante el repunte del mes de abril, los ingresos de mayores
de 80 seguían en descenso.
Esta brecha es el efecto
de las vacunas: como las vacunas protegen principalmente contra los síntomas más
graves de la Covid-19, las hospitalizaciones se reducen más entre los grupos más inmunizados.
La diferencia
en la caída de los ingresos entre mayores de 80 años y el
resto de la población persistió en mayo pero la brecha se ha estrechado en las últimas semanas.
¿Por
qué?
Porque ya no vacunamos solo a los mayores de 80 años. A
principios de
abril se empezó a vacunar a la población entre 70 y 79 años.
Ahora son el segundo grupo de edad donde más han caído los ingresos hospitalarios por Covid-19.
Unas cifras que se trasladan a la mortalidad: respecto al pico de muertes
registrado en la tercera ola, el descenso de fallecimientos es mayor entre los más
mayores.
A más edad -y por tanto más población vacunada-, más rápido caen las hospitalizaciones y las
muertes.
Además, los datos también nos dan otra buena noticia sobre la efectividad
de las vacunas 💉.
Los ensayos clínicos demostraron la eficacia del fármaco frente a los síntomas de la Covid-19.
Es decir, la enfermedad. Pero no midieron la protección frente a la infección.
Los datos de casos confirmados 🤒 en España señalan que las vacunas
también
muestran un grado de protección frente a la infección.
Los contagios caen más entre los grupos con más población vacunada.
Hace cuatro meses, España miraba con admiración e impaciencia a Reino Unido e Israel. La vacuna empezaba a hacerse notar en sus fallecidos, hospitales y curvas de contagios, mientras que el resto de Europa se recuperaba lentamente de una tercera ola dramática. Hoy, los beneficios son tangibles también sobre nuestros indicadores epidemiológicos y cada vez de forma más consolidada. El gráfico interactivo anterior lo muestra claramente en el caso de los mayores de 80 años, ya que son los únicos con una cobertura cercana al 100%.
Este colectivo sufrió el 60% de las muertes de la pandemia, por lo que protegerlos era la principal prioridad del plan de vacunación. A finales de marzo, un mes después de haber empezado con todos los mayores de 80 y no solo los internos en residencias, los casos y las muertes ya habían caído de forma sensacional: los contagios representaban un 9,1% respecto al pico de la tercera ola y las muertes, un 12%. Ahora mismo, ambos han caído hasta un 3% y un 2,2%, respectivamente.
“Para mí, la baja incidencia en personas mayores es el indicador más optimista”, explica Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “Lo que cada vez está más claro es que, si bien la vacuna no libra a todo el mundo de poderse infectar, sí que protege de enfermar gravemente y de necesitar una hospitalización”, añade José Antonio Forcada, secretario general de la Asociación Española de Enfermería y Vacunas (AEV). Este último indicador, el de los ingresos, ha descendido al mismo nivel que el de los fallecimientos y los contagios: ahora, los mayores de 80 años hospitalizados son un 2,2% de los que había en la peor semana de enero y pico de la tercera ola.
Por fuerza, porcentualmente los casos, los ingresos y las muertes se han dividido entre los demás grupos de edad que aún no están inmunizados. Pero la tendencia es a la baja en todos, como se observa en el gráfico de apertura. Por eso, los casos entre las personas de 0 a 49 años representan un 15,3% respecto al pico de la ola anterior; los ingresos, un 28,1%; y las muertes, un 18,1%. “Escucharemos a gente culpar a los botellones de esto, pero no: es un claro efecto de la vacunación”, advierte Gullón.
Hubo un momento en el que se temió que la caída de las restricciones por el fin del estado de alarma pudiese repercutir en un aumento de la incidencia. Pero no ha sido así, sino que además ha bajado hasta los 125 casos por 100.000 habitantes, un número que no se veía desde agosto pasado. “La vacunación nos va enseñando cosas día a día. La buena noticia sobre la bajada de las infecciones es que los mayores no le transmitirán el virus a la gente de su edad, pero tampoco a los más jóvenes. Los datos son mejores de lo que esperábamos”, admite Forcada, de Enfermería y Vacunas.
Lo que está probado es que la vacuna reduce la gravedad de la enfermedad, pero todavía no se sabe a ciencia cierta si evita totalmente las infecciones y contagios. Según los datos parece que los sueros contra la COVID-19 confieren cierto grado de protección, pero puede haber gente que se contagie de forma asintomática. Esto, unido al esfuerzo mínimo actual de rastreo, haría que se escapasen algunos casos leves y que los datos pudieran estar ligeramente sesgados.
La vacunación
entre los mayores ya se nota en los enfermos graves y la mortalidad
Comparación de
la evolución de los casos, muertes y hospitalizaciones con Covid-19 entre los que tienen más de 80 años (el primer grupo de
edad en recibir la vacuna), entre 70 y 79 años y el resto de grupos
Los expertos llaman en cualquier caso a la cautela: “La inmunidad de grupo es muy teórica y nos va a costar alcanzarla”, recuerda el vacunólogo. “No podemos relajarnos de más porque, hasta que la tasa de incidencia no baje de 25 casos, no tendremos una convivencia tranquila este verano y seguiremos registrando muertes, hospitalizaciones e ingresos en UCI”, advierte. Estas últimas aún se encuentran por encima de su capacidad máxima en Madrid, La Rioja y Euskadi. Eso, contando con las ampliaciones artificiales que se han hecho durante este año y medio y que muchas veces no se corresponden con camas de cuidados intensivos en condiciones.
Por todo ello, los expertos solicitan mantener el ritmo de vacunación, incluso aunque las vacaciones puedan interponerse. Actualmente, muchas comunidades han empezado a citar a menores de 50 y hay veinteañeros que han conseguido “autocita” para julio. A este ritmo, aunque no sea suficiente para algunos, España puede alcanzar el ansiado 70% de inmunidad de rebaño a finales de agosto. Pero, de momento, solo el 40% tiene al menos una dosis y el 19% la pauta completa.
Con todos los mayores de 60 inmunizados, los siguientes en experimentar el efecto de la vacunación son los de 50-59. Más de la mitad de la población de este bloque ha recibido al menos una inyección, y con ello los casos han bajado casi 10 puntos, como se puede observar en el siguiente gráfico.
El pico corresponde al aumento de contagios que se registró en abril y que afectó a la franja de 50-59 y a la de 60-69 que aún no estaban vacunadas. También a la de los más jóvenes. Pero la tendencia cambia según el porcentaje de inmunización crece. Ahora mismo, con la protección del 50% de las personas entre 50-59 años, los casos han caído hasta el 8% y hasta el 4% en el caso de los sexagenarios.
Según se sumen líneas de colores al gráfico, correspondiente a los diferentes tramos de edad, la curva es probable que se repita. Y, aunque no lo hiciese y se diese un repunte de casos, como dicen los expertos, su efecto en fallecimientos e ingresos no sería tan grave como en las olas anteriores. “Ahora es muy importante captar a la gente joven, que tiene muchas ganas de salir, pero también son los que más se mueven y los que más transmiten los contagios”, señala José Antonio Forcada. “La gente joven también enferma, pero solo nos queda un último esfuerzo para reproducir estos buenos patrones en quienes aún faltan por vacunar”, concluye.
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