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ENTREVISTA Investigador del CSIC

Vicente Larraga: “Buscamos una vacuna española contra la COVID-19 porque es importante estratégicamente que un país garantice la salud de sus ciudadanos”

Vicente Larraga es médico y profesor de Investigación ad Honorem en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas. Dirige el Grupo de Parasitología Molecular, que ha desarrollado recientemente una vacuna para la Leishmaniasis canina y que ahora busca un sistema de inmunización de ADN recombinante frente al virus SARS-CoV-2. Es uno de los proyectos más avanzados que se desarrollan en nuestro país para lograr una vacuna contra la COVID-19.

Pero Larraga asegura que no están en una carrera para ser los primeros en conseguir el remedio para evitar el contagio de la enfermedad: “Nosotros lo que queremos es desarrollar una vacuna que se haga con la tecnología propia española y que se fabrique en España. ¿Para qué? Pues simplemente para garantizar la salud de nuestros conciudadanos. Desde un punto de vista estratégico y de defensa, es muy importante que un país pueda garantizar a sus ciudadanos la protección de la salud”, sostiene. Tienen ya contactos con una empresa fabricante, la gallega Grupo Zendal, y antes de final de año esperan pedir los permisos para iniciar los ensayos en humanos.

Volcado en la investigación de este coronavirus, Larraga advierte no obstante de que “no hay que perder de vista que las otras enfermedades existen y siguen su evolución normal”. Teme centenares de miles de muertes causadas de manera colateral por la pandemia este año y el que viene, tanto de los niños que en diversas partes del mundo están dejando de ser vacunados por ejemplo del sarampión, como de ciudadanos en países como España cuyos diagnósticos se van a producir tardíamente por circunstancias como los cierres de los centros de salud en la Comunidad de Madrid.

Usted lidera un proyecto en el CSIC para desarrollar una vacuna frente al SARS-CoV-2 basada en ADN recombinante. ¿En qué fase se encuentra el trabajo?

Estamos en la fase preclínica. Tenemos todos los candidatos que hemos desarrollado ya terminados, preparados y listos y los estamos probando en el modelo animal. Esto lleva dos etapas: la primera es medir la inducción de respuesta inmune y estamos justo en ella y terminaremos dentro de un mes, probablemente un poquito antes y luego empezaremos a hacer la prueba de resistencia en ratones, que se llaman humanizados, con aquellos candidatos que hayamos tenido mejores resultados. Vacunaremos a esos ratones y los infectaremos con el virus y veremos el efecto, la reducción de la carga viral y la protección frente a los daños pulmonares. Eso pasará probablemente entre mediados y finales de octubre.

¿Cuándo cree que podrían empezar los ensayos con personas?

Vamos a intentar utilizar otro modelo además del ratón, el hámster, con el que también empezamos a mediados de septiembre. Si todo funciona bien y tenemos resultados positivos a finales de octubre o primeros de noviembre, tras analizar todos los datos, los pros y contras, un control muy minucioso, si pudiéramos antes de fin de año solicitar el permiso a la Agencia Española del Medicamento para empezar la fase 1 (primeros ensayos con humanos), sería un éxito. De hecho, eso es lo que tenemos previsto. Vamos a ver si podemos conseguirlo.

¿Qué le ha parecido el anuncio de vacuna rusa? ¿Lo considera convincente?

No lo puedo considerar convincente porque no han dado ningún dato. Dicen que han encontrado una vacuna. Perfecto, hay científicos rusos muy buenos. Lo que pasa es que tienen que dar los datos, como hacemos todos. Eso es una norma internacional y ellos aún no la han cumplido. Hasta que la cumplan, pues estaremos expectantes. A mí que el presidente de Rusia salga a decir que tiene una vacuna estupenda no me dice nada. Aunque no es excepcional. Las grandes farmacéuticas internacionales están haciendo la vacuna y no dicen nada. Bueno, sí, dicen si están en fase preclínica, fase 1 o 2, pero no dicen más.

En estas vacunas internacionales hay una amplia variedad de precios por dosis anunciados por los laboratorios (entre los 3-4 dólares de la de Oxford y los 32-37 de Moderna). ¿A qué se pueden deber estas diferencias de precio? ¿Puede haber una diferencia de efectividad?

No, no necesariamente. Los precios se calculan con una fórmula: con los gastos de inversión, los gastos de amortización y luego se calcula un número de usuarios potenciales. Un precio de 3 a 5 dólares podría ser un precio de fabricación, incluso podría ser un precio político. Depende del método de fabricación que se haya utilizado. Los de Moderna tienen una fabricación, un modelo un poquito más complejo de vacuna, puede que sea algo más caro. Luego ya depende del sentido comercial de cada empresa.

¿Puede tener que ver que la de Oxford tenga un componente más público, a través también de la Universidad?

Sí, han recibido muchas ayudas de la Unión Europea y del Gobierno británico, porque les interesaba ser los primeros y lo están intentando. Ese tipo de ayudas también se considera. Los de Moderna también han tenido algo de ayuda pública porque han trabajado con el Instituto Nacional de la Salud, una institución pública norteamericana. Pero son cosas que se mantienen si no secretas, sí discretas. La variación entre 3 y 33 dólares es difícil de encuadrar desde un punto de vista objetivo. Queda un poco a la expectativa de lo que piensas vender. Imagine que venden un número bajo de vacunas como 100 millones de dosis. En el caso de la de 3 dólares serían 300 millones de dólares, me parece demasiado barato porque probablemente eso cubrirá gastos más o menos. En el caso de los de Moderna serían entre 3.300 y 3.700, ya eso es un beneficio bastante más importante. No sé decirle, porque eso ya es una decisión económica que trasciende a los científicos.

¿Ustedes están recibiendo ayudas públicas suficientes para su investigación?

Sí, cuando empezamos el trabajo me puse en contacto con las autoridades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que desde el primer momento nos prestaron toda su ayuda. De hecho, después hemos tenido una ayuda del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial.

Pero antes de eso, inmediatamente el vicepresidente científico del CSIC (Jesús Marco) me dijo: “Ponte a trabajar. Si no consigues el dinero, nosotros te lo financiaremos”. Nos están ayudando muchísimo. Hay que reconocerlo así porque es verdad.

¿De cuántos fondos estamos hablando? 

Esto que estamos haciendo ahora en general es muy barato. No creo que el conjunto de toda la investigación que estamos haciendo, no solo nosotros, sino los otros grupos que yo conozco, suban de unos pocos cientos de miles de euros. Y eso visto desde el punto de vista del desarrollo de una vacuna, no es mucho dinero. Las fases más caras son las clínicas (con personas), las preclínicas tienen un coste que entra dentro de lo habitual, razonable. Cuando se empiezan las fases clínicas ya la cosa cambia mucho. Una fase 1 con 50 voluntarios cuesta por lo menos dos millones de euros. Una fase 2, ya son cerca de 10 y una fase 3 es muchísimo más cara, puede costar 40 millones de dólares (unos 33 millones de euros). Todavía no hemos llegado a esa fase.

¿Ustedes tienen acuerdos con alguna farmacéutica para la producción de la vacuna?

Sí. Eso es una de las grandes ventajas que tenemos, porque ya habíamos desarrollado con el vehículo que estamos utilizando una vacuna frente a otra enfermedad, una animal, que es la leishmaniasis de los perros. Trabajamos con una empresa gallega, se llama Grupo Zendal, la segunda empresa europea de producción de vacunas animales, que ya hace años que tiene abierta una vía y una unidad, por decirlo así, de vacunas humanas. Nos conocemos bien, tenemos confianza mutua y eso es muy importante. Como ya hemos desarrollado otra vacuna que está justo en la fase de aprobación por parte de la Agencia Europea del Medicamento, tenemos hecha una cosa que es muy importante en una vacuna. Aparte de la investigación de laboratorio tiene una fabricación industrial. Pasar de una a otra no es tan sencillo, se tardan meses, uno o dos como poco, normalmente cinco o seis. Y eso lo tenemos hecho, lo cual representa una gran ventaja. Si fueran bien todos nuestros experimentos y tuviéramos un candidato serio a vacuna, entonces la fabricación está resuelta. No tendríamos que emplear tiempo en ese escalado.

¿Calcula cuál podría ser el precio de su vacuna?

Sería una especulación. Hasta que uno no tiene la vacuna y un proceso de fabricación propio, no se puede hacer un cálculo real.

¿Qué ocurrirá cuando se logre una vacuna exitosa en otro laboratorio o en otro país? ¿Ustedes seguirían las investigaciones para la suya en busca de una nacional? ¿Habrá varias vacunas en paralelo?

El año que viene a estas alturas seguramente habrá cuatro o cinco vacunas en el mercado. Está bien que las haya, porque desde el punto de vista biológico atacar al virus desde distintos puntos de vista es muy importante, porque así evitas que se escape, por decirlo de una forma que lo entienda todo el mundo. Nosotros tenemos otra visión de la vacuna. No estamos en la carrera de Moderna y otras. Nosotros lo que queremos es desarrollar una vacuna que se haga con la tecnología propia española y que se fabrique en España. ¿Para qué? Pues simplemente para garantizar la salud de nuestros conciudadanos. Eso es muy importante. Desde un punto de vista estratégico y de defensa, es muy importante que un país pueda garantizar a sus ciudadanos la protección de la salud.

Al haber diferentes líneas de investigación dentro de España, dentro del propio CSIC, ¿sus líneas de trabajo también seguirán en paralelo o están en una especie de “carrera científica” entre ustedes porque habrá un momento en el que se ponga más peso sobre una de las vacunas?

Desde luego nosotros, y yo creo que mis compañeros, no estamos en una carrera entre nosotros, estamos en una carrera frente al virus. Hay que conseguir, si podemos, controlarlo lo antes posible. No todos los que estamos en esta carrera llegaremos al final. Eso no lo sabremos hasta que no estemos ahí. Yo siempre digo lo mismo: el desarrollo de la vacuna es exactamente lo mismo que una carrera de 110 metros vallas, pero con una condición. Y es que en cuanto tiras una valla, te descalifican.

Al final, después de un año o dos años, las vacunas que queden serán las que protejan mejor. Si estas tres que tienen ahora tanta prisa consiguen una protección del 40% y dentro de 10 meses sale una que produce un 80, dentro del año siguiente todo el mundo va a coger la del 80% de protección. Por eso, lo que nos preocupa en estos momentos es conseguir una vacuna con la protección más alta y la más segura.

A pesar de que no estén acelerando tanto como otros, sí que es verdad que en general todos los procesos de vacunas están siendo inusualmente rápidos. Por lo que tengo entendido no por eso van a ser menos seguras que otras, aunque quizá menos efectivas.

La seguridad es inexcusable en una vacuna. Es lo primero que hay que garantizar al usuario. No se puede tener una seguridad que sea inferior al 95% por definición. Ni con las prisas. Siempre habrá algún tipo de reacción, porque en las vacunas normalmente hay un porcentaje bajísimo, muy bajo, que tienen alguna reacción individual. Pero eso es inevitable y no se puede detectar, al menos con la tecnología actual. Luego ya veremos cuánto protege, si al 50, 60 o al 30% de los casos. No se sabe. Pero la seguridad tiene que ser muy cercana al 100%.

Se supone que las personas que hayan pasado la enfermedad ya quedarían inmunizadas, al menos temporalmente. ¿A estas personas se les recomendaría igualmente ponerse la vacuna?

Depende del nivel de protección que tengan, porque lo que se está viendo es que no todas las personas que han pasado la enfermedad tienen ni el mismo nivel de anticuerpos específicos frente al virus, ni el mismo nivel de activación. De nuevo nos encontramos que estamos trabajando en contra de un virus que es muy desconocido todavía, llevamos trabajando ocho meses.

Esta nueva manera de hacer vacunas o este proceso tan acelerado ¿podría empezar también a aplicarse para otras enfermedades? ¿Esto ya va a suponer un cambio en la manera en la que se van a investigar las vacunas, a su juicio?

No lo tengo tan claro en el momento que pase la urgencia, las agencias nacionales de medicamentos son generalmente muy prudentes, siempre favoreciendo la protección del usuario. No tengo claro que vaya a ser este el método de trabajo permanente. Probablemente algo se ganará si se aprende a trabajar mejor, más en colaboración. Eso seguro que sí. Pero que tengamos este solapamiento de fases, lo dudo mucho. Estoy convencido de que las autoridades españolas, las europeas, van a volver al principio de prudencia, que es el que se utilizaba. No vayamos a producir algo que sea dañino. Ahora digamos que han relajado un poquito los controles. Pero yo dudo que en el futuro siga esto así.

Pero usted me decía antes que la vacuna no va a ser menos segura, a pesar de esa relajación de controles.

En principio no tiene que ser. En nuestro caso desde luego no. Pero si hay alguien por ahí que fabrica una vacuna con muchas prisas, pues vaya usted a saber. Digamos que yo me fío de la Agencia Española del Medicamento y de la Agencia Europea del Medicamento, y de la Americana también. De las otras, bueno, ya veremos.

La COVID-19 está impidiendo que se estén desarrollando campañas de vacunación en países en desarrollo como el sarampión en niños. Esta enfermedad causó 180.000 muertes en 2018, pese a tener vacuna asequible, casi todas de menores de 5 años. ¿Qué impacto secundario sobre otras enfermedades puede llegar a tener la COVID? ¿Por qué se están suspendiendo estas campañas?

Mucho impacto. La cantidad de niños que están dejando de vacunar, no solo del sarampión, sino de muchas más cosas, va a producir cientos de miles de muertos en las zonas más endémicas. Pero algo así también va a pasar en nuestro país. Si usted tiene cerrados los centros de Primaria, como está pasando en la Comunidad de Madrid, que están prácticamente cerrados y se atiende a los enfermos por teléfono, el nivel de fiabilidad en el diagnóstico baja. Eso va a suponer que durante el resto de este año y el año que viene van a ir apareciendo pacientes que se van a diagnosticar tarde y que su evolución va a ser mucho más grave.

Dedicarse solamente a COVID está bien, hay que hacerlo, pero no hay que perder de vista que las otras enfermedades existen y siguen su evolución normal. Si usted tiene un cáncer y se lo detectan tempranamente, sus posibilidades de supervivencia son muy superiores a si se lo detectan un año después. Y esto está pasando en un país desarrollado como España. No le quiero contar la cantidad de niños en Asia, América del Sur y Central y en África que no están siendo vacunados, o personas que no están siendo detectadas, porque los servicios sanitarios están saturados por el COVID. Eso va a producir cientos de miles de muertos a lo largo de este año y el que viene.

Los casos de COVID-19, también dependiendo de la gravedad que hayan tenido en su desarrollo, están teniendo secuelas. No sé si también cree que puede llegar a haber una saturación del sistema público sanitario de atención primaria por ellas.

Sí, va a suponer una carga adicional sobre el sistema primario y de rehabilitación, seguro. Hay que fortalecer el sistema sanitario español, eso es una obviedad, después del último decenio en el que se produjo, llamándolo suavemente, un adelgazamiento hasta casi el límite del sistema de salud en España. Hay que volver a fortalecerlo, porque si se incrementa el número de pacientes, sean del origen que sean, hay que atenderlos de la mejor manera posible. Eso requiere que el sistema primario y el de rehabilitación se mejoren, porque en estos momentos ya se está viendo que no están dando suficiente nivel.

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