Ana Freire, informática e investigadora: “La mayoría de las niñas no descarta una carrera tecnológica a los 18 años sino antes de los 15”
Ana Freire (Rábade, 1983) dice que estudió Informática porque “era el futuro”. Ese era el mantra más repetido allá por los tempranos 2000, en una época en la que España se asomaba al precipicio de Internet y donde eso de “la programación” era algo reservado solo para la televisión y el teletexto. Ahora es Doctora en Informática, docente e investigadora en la Universidad Pompeu Fabra, es la fundadora de Wisibilízalas y dirige el Centro de Estudios por la Sostenibilidad de la misma universidad.
Freire acaba de ganar el Premio al Talento Joven Femenino que otorga la Fundación de la Real Academia de las Ciencias. En febrero fue nombrada por el Business Insider como una de las 23 jóvenes encargadas de liderar la revolución tecnológica en nuestro país, tres meses después ganó el prestigioso Ada Byron Joven de la Universidad de Deusto y ahora se encuentra en la última fase de desarrollo de un algoritmo capaz de identificar conductas suicidas en Twitter.
“Me gusta aplicar la tecnología en general y la Inteligencia Artificial en particular a problemas sociales, como por ejemplo la salud mental”, explica a eldiario.es. El tiempo le ha demostrado que no se equivocó al elegir Informática, y eso que estuvo a punto de estudiar Medicina: “Dudé mucho entre las dos”, reconoce.
¿Le costó mucho encontrar trabajo tras terminar los estudios?
Aún no había presentado el proyecto fin de carrera y ya tenía una oferta de trabajo de un grupo de investigación en informática biomédica, en la Universidade da Coruña. Allí estuve trabajando dos años en proyectos muy interesantes, en colaboración con hospitales y centros de investigación en biomedicina. A los dos años conseguí una beca del Estado para realizar los estudios de doctorado en eficiencia de motores de búsqueda web. Y a eso me dediqué durante cuatro años, en los que colaboré con Yahoo Labs, la University of Glasgow y el National Research Council de Italia. Ya doctora, en 2014 estuve trabajando un año como ingeniera de ventas en una multinacional de virtualización de datos, pero al año, volví de nuevo a la universidad, en este caso a la Pompeu Fabra en Barcelona, donde trabajo desde septiembre de 2015.
Hace 20 años la carrera de Informática “era el futuro” y parece que, al menos en su caso, eso se ha cumplido. ¿Sigue siendo una carrera con buena salida laboral de aquí a unos años?
Los profesionales de mi sector podemos afirmar que es fácil encontrar oportunidades, incluso muchas veces recibes ofertas sin estar en búsqueda activa de empleo. De hecho, en Europa, este año no se han cubierto 900.000 puestos de trabajo que requerían alto conocimiento tecnológico, y con la proliferación del uso de la tecnología, esta cifra irá en aumento.
En España, según el Instituto de la Mujer, solo el 30% de las mujeres se decantan por estudios de Ciencia y Tecnología y el porcentaje lleva estancado desde los años 90. En el sector de la ciberseguridad, por ejemplo, esta cifra cae hasta el 11%. ¿Hay un factor social por el que hay tan pocas chicas en Ciencias? ¿Es cultural? ¿Son ambos?estancado desde los años 90
Es una conjunción de factores: estereotipos clásicos que asocian las carreras técnicas al género masculino, falta de referentes femeninos que trabajen en tecnología o incluso la educación que se recibe en el entorno familiar. Los estereotipos de género se desarrollan en la niñez, en torno a los 5 y 7 años, cuando aún no piensan en la dificultad de las carreras o la conciliación. La mayor parte de las niñas no descarta cursar una carrera tecnológica a los 18 años, sino antes de los 15; y esta brecha de género se nota ya en el bachillerato. De ahí la importancia de que se rompan estos estereotipos a edades tempranas, tanto en el ámbito familiar como en el escolar.
¿Cómo educamos a los niños y niñas para romper estos roles sociales?
Es fundamental no asociar tareas, juegos o colores diferentes a niñas y niños. A una niña también le puede gustar jugar con un robot y a un niño con una cocina. Ya en el ámbito educativo, los libros de texto deberían estar libres de estos estereotipos y mostrar referentes femeninos en tecnología (y no solo la foto de un ingeniero o un astronauta, y la imagen de una enfermera).
A pesar de todo, las cifras no parecen muy halagüeñas y las mujeres siguen eligiendo menos carreras de Ciencias que los hombres.
Viendo los puestos de trabajo en el ámbito STEM [siglas en inglés para Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas] que no se cubren, me atrevo a decir que sí. Pero me consuelo al ver tantas iniciativas que desde hace pocos años se han lanzado para estimular las vocaciones científicas a los más jóvenes y también programas de formación dirigidos a adultos que quieren redirigir su vida laboral hacia, por ejemplo, el ámbito tecnológico.
¿Ha sufrido alguna vez algún comentario o ha tenido alguna situación machista en su trabajo?
Aunque en algunos grupos en los que he trabajado había mujeres, todos mis jefes han sido siempre hombres. Además, en algunos eventos en los que presentábamos productos software, pensaban que yo era la azafata en lugar de ser la ingeniera, y me preguntaban: “Where is the technical guy?” [“¿Dónde está el técnico?”], a lo que yo respondía: “The technical guy is me” [“El técnico soy yo”]. Me pedían disculpas y algunos incluso se sonrojaban.
Ser minoría, tanto en empresa como en academia, es algo habitual, pero incluso en ocasiones era yo la única mujer. Recuerdo un primer día de trabajo, cuando un compañero entró en la sala y volvió a salir pensando que se había equivocado de planta porque había una mujer dentro.
¿Cómo vive la realidad del “techo de cristal”?
En el mundo académico en el que yo me muevo hay un importante techo de cristal: son muy pocas las mujeres que llegan a altos cargos o catedráticas. Sin ir más lejos, en mi departamento hay alrededor de un 40% de presencia femenina en puestos anteriores a catedráticos (contratados doctores, titulares). Sin embargo, este porcentaje cae a menos de un 15% en profesores catedráticos. Está claro que la paridad en altos cargos es una tarea pendiente en las universidades españolas, y se toman vagas medidas para resolver este problema. Si nos trasladamos a la industria, ocurre exactamente lo mismo, son pocos los altos cargos ocupados por mujeres, aunque a veces se presuma de que hay paridad en su plantilla.
Acaba de desarrollar junto a su equipo de investigación de la universidad un algoritmo para prevenir las conductas suicidas en Twitter. ¿De qué se trata?
El proceso no es sencillo y requiere conocimiento multidisciplinar, por lo que trabajamos con psicólogos especialistas en enfermedades mentales. En primer lugar, ellos nos proporcionan una lista de palabras o frases habitualmente usadas por personas con tendencias suicidas y que nosotros utilizamos para filtrar tuits de usuarios que las estén usando en sus publicaciones. Este paso es necesario porque se publican alrededor de 8.000 tuits por segundo en todo el mundo y recopilarlos todos sería inviable.
Una vez tenemos un conjunto de tuits que contienen algunos de los términos que buscamos, los psicólogos los revisan para identificar cuáles corresponden a usuarios con tendencias suicidas y cuáles no, y el resultado de este proceso (llamado etiquetado o labelling en inglés) es la entrada a algoritmos de Inteligencia Artificial que aprenden las características comunes a todos aquellos individuos que han sido clasificados manualmente como propensos al suicidio.
¿La gente que piensa en el suicidio regularmente escribe o publica cosas en Twitter con unos patrones comunes?
Las características son muy diversas, desde las palabras que usan en los tuits hasta las imágenes que suben, las horas en las que publican (para detectar patrones de sueño irregulares, muy habituales en personas con depresión) o cuántos favoritos o retuits reciben. Una vez que el algoritmo está entrenado en base a los ejemplos iniciales, es capaz de clasificar él mismo de manera automática nuevos usuarios sin necesidad de que los revise un psicólogo. Hasta ahora hemos alcanzado una precisión de un 85%, pero continuamos trabajando para mejorar este resultado.
¿Por qué decidieron trabajar en un algoritmo que identificase conductas suicidas y no en otro que ayude a detectar la pedofilia, por ejemplo?
Hemos entrenado algunos más sencillos en redes sociales como Reddit, pero el más complejo trabaja sobre tuits. Lo decidimos tras ver las impactantes cifras del suicidio en España (más de 3.500 al año) y saber que no se están realizando acciones suficientes para frenar este problema.
Sería algo muy interesante lo que planteas y todo un reto para un algoritmo detectar a un pedófilo antes que un suicida: estos últimos en ocasiones declaran abiertamente sus intenciones, mientras que los pedófilos tienden a ocultarse y a utilizar canales privados. Lo que sí estamos analizando son también perfiles con Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), porque en redes sociales se forman comunidades muy dañinas que promueven incluso la ingesta baja de calorías y dan consejos sobre cómo perder peso de una forma no controlada.
Hace una semana salió un estudio relacionado con los jóvenes y las redes sociales que aseguraba que casi la mitad de ellos habían abierto sus perfiles abierto sus perfiles antes de los 14 años. ¿Es partidaria de que los chicos y chicas las usen desde tan pronto?
No estoy a favor de que los menores de edad usen redes sociales o la web sin control parental, porque falta educación sobre el uso de estas plataformas y es algo que está generando grandes problemas sociales, como el ciberacoso. La web es un entorno poco controlado en el que se difunde información que puede ser muy perjudicial para los jóvenes o grupos más vulnerables. Trabajando en el análisis de redes sociales te das cuenta de que están llenas de contenido espeluznante que nadie debería ver.
Y usted, ¿usa muchas redes sociales? ¿Qué opina de ellas?
Sí las utilizo, y me parecen plataformas que, bien usadas, nos aportan múltiples beneficios como permanecer en contacto con otros usuarios, leer o compartir contenido interesante o informativo y acceder a opiniones muy diversas sobre un mismo tema que nos pueden aportar una visión diferente a la nuestra.