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El auge de la inteligencia artificial amenaza con romper otra vez el suministro de chips

Jensen Huang, CEO y cofundador de Nvidia, durante una presentación de sus nuevos productos para la IA, este lunes

Carlos del Castillo

29 de mayo de 2023 22:00 h

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Es un problema que amenaza con convertirse en cíclico en la sociedad digital. Si hace dos años el auge de las criptomonedas y las actividades de minería derivaron en una escasez mundial de chips que afectó a teléfonos inteligentes, ordenadores y automóviles, ahora es el boom de la inteligencia artificial el que puede provocar un efecto similar. La IA está en boca de todos los ejecutivos y no hay evento empresarial que no hable de su enorme potencial económico. Pero esta tecnología, como las criptomonedas, requiere una enorme potencia de cómputo y componentes muy avanzados y escasos. El resultado es el mismo que en aquella crisis: no hay para todos.

“Ahora mismo es más difícil comprar GPU que drogas”, ha llegado a decir Elon Musk en uno de esos eventos. Las GPU son las siglas en inglés de “unidades de procesamiento gráfico” pero, al contrario de lo que indica su nombre, no se usan solo para procesar imágenes y vídeos. También son componentes clave de las inteligencias artificiales generativas y sus sistemas de aprendizaje automático. Sin ellos, el entrenamiento de modelos como ChatGPT sería mucho más lento.

Al igual que ocurrió en la crisis de los chips de la pandemia, hay un ganador claro de este gran aumento de la demanda. En este caso no es la taiwanesa TSMC sino Nvidia, fabricante de casi todos los chips gráficos de máxima potencia así como del software para utilizarlos. La multinacional estadounidense ha doblado su valor en el último año. Desde que Microsoft y Google lanzaron su carrera a tumba abierta por dominar la inteligencia artificial hace seis meses, sus acciones han aumentado un 165%.



Esta subida se vio impulsada por sus buenos resultados en su primer trimestre fiscal (febrero a abril), en el que aumentó sus beneficios un 26%. Ahora Nvidia aspira a dejar de ser considerada tan solo un fabricante de chips para colocarse en el centro del desarrollo de nuevos productos de IA, controlando todo el ecosistema de manera similar a como lo hace Apple con el hardware y el software de los iPhone. Para ello se ha concentrado en lanzar toda una gama de nuevos productos para el mercado de la IA, incluido un superordenador diseñado para las empresas que aspiran a crear modelos más potentes que ChatGPT.

“Nos encontramos en el punto de inflexión de una nueva era de computación, con la IA siendo adoptada por casi todas las empresas de computación y nube del mundo”, ha celebrado su CEO, Jensen Huang, este lunes durante la presentación. Huang cofundó la empresa en 1993 y la ha dirigido desde entonces. Ahora Nvidia está al borde de la valoración del billón de dólares de valoración en bolsa, un club al que solo pertenecen la petrolera saudí Aramco (7,7 billones) y las tecnológicas Apple (2,6 billones), Microsoft (2,4 billones), Alphabet (matriz de Google, valorada en 1,6 billones) y Amazon (1,2 billones).

Otros fabricantes de chips que multiplicaron su valor durante la anterior rotura de stock están viendo también como sus acciones suben, pero se quedan muy lejos de la burbuja que rodea ahora a Nvidia. El mejor ejemplo de ello es la citada TSMC taiwanesa.



Los productos de consumo, a salvo (de momento)

Por el momento, la buena noticia para el consumidor medio es que los semiconductores que se utilizan para la IA no son los mismos que se instalan en los móviles o videoconsolas, por lo que no se espera una rotura de suministros en estos aparatos. Al menos, a corto plazo. La batalla en esta ocasión se centra en las empresas, entre las que hay empujones para conseguir asegurarse los recursos computacionales para entrenar sus propias inteligencias artificiales (un proceso muy costoso en potencia de computación) y desplegarlas.

Para las compañías hay dos opciones en este trance: adquirir sus propios procesadores o subarrendar capacidad de cálculo a las divisiones de computación en la nube de Microsoft, Amazon o Google. El problema es que todos van a comprarle al mismo proveedor cuando quieren ampliar sus centros de datos, que no es otro que Nvidia. Si la multinacional estadounidense reordena sus recursos para satisfacer la demanda de los chips gráficos avanzados y descuida la fabricación de otros componentes, la decisión afectaría directamente a la cadena de suministro de aparatos de consumo.

Las empresas en busca de los chips gráficos para la IA ya están en situaciones parecidas a las que se dieron durante la pandemia. Para las startups que no tienen línea directa con las grandes multinacionales de la computación en la nube la lisa de espera para acceder a la capacidad de cómputo para desarrollar nuevas IA o para comprar los dispositivos para hacerlo por si mismas puede durar meses. elDiario.es se ha puesto en contacto con Nvidia para añadir su valoración, pero la compañía ha declinado hacer comentarios.

Las nuevas fábricas están lejos de ser una realidad

La rotura de suministros en el mercado de chips durante la pandemia impulso a la UE y EEUU a impulsar políticas que favorecieran el regreso de las fábricas de chips a su territorio. El objetivo es asegurarse el abastecimiento de un componente básico de la sociedad digital. Sin embargo, esas nuevas fábricas están muy lejos de ser una realidad.

La gran complejidad de estas infraestructuras hace que sean necesarios varios años para ponerlas en marcha. Así ocurre con varias de las nuevas instalaciones que Nvidia, IBM o Samsung han anunciado en EEUU o las de Intel en Alemania. La negociación de esta última de hecho se ha complicado en los últimos meses, con ambos lados estirando la cuerda para conseguir una mayor inversión de su contraparte. Intel ha anunciado que invertirá 17.000 millones de euros en la planta, mientras que el Gobierno germano pondrá otros 7.000. Se trata de la mayor inversión en el país desde la Segunda Guerra Mundial, lo que da idea de la envergadura de los movimientos relacionados con la industria de los chips.

El plan sigue siendo atraer una o dos fábricas de chips. Los objetivos del PERTE no han cambiado

Jaime Martorell comisario especial del PERTE de microelectrónica y semiconductores

En España el Gobierno hace un año destinó al PERTE chip la mayor suma de ayudas provenientes de los fondos europeos: 12.500 millones de euros. Sin embargo, aún no se han movido. “El plan sigue siendo atraer una o dos fábricas de chips. Los objetivos del PERTE no han cambiado”, reiteraba en una conversación con elDiario.es Jaime Martorell, el comisario especial del PERTE chip.

Martorell sí ponía sobre la mesa, no obstante, la posibilidad de reorientar los objetivos del programa de ayuda. A pesar de que el Ejecutivo habló en un primer momento de construir fábricas de los chips más avanzados, ahora reconoce que otro tipo de semiconductores podrían tener más sentido con el mercado español. “Lo que se está hablando en Europa en general, no solamente en España, es que sean factorías que se centren en tecnologías más acordes con los mercados europeos, como la automoción o el sector industrial”, explicaba el comisario.

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