El crash del 29 en EEUU empezó un jueves. Lo llamaron Black Thursday porque hubo quien se quitó la vida, perdió su trabajo o los ahorros en apenas unas horas. Años más tarde volvió a utilizarse el término, pero esta vez cambiando el jueves por el viernes y la escasez de dinero por el derroche más absoluto. Filadelfia fue la ciudad que en los 60 popularizó las palabras Black Friday e hizo que todo el país saliese como loco a comprar el viernes siguiente al cuarto jueves de noviembre, Día de Acción de Gracias.
El origen del viernes negro no está claro. Por un lado están quienes sostienen que se le puso ese nombre debido a los numerosos ríos de gente y coches que abarrotaban las calles de la ciudad estadounidense después del Thanksgiving Day. Día aciago, día negro: como en el 29. Por otro, existe una teoría que dice que el Black Friday es black por ser lo contrario de red. Es decir, porque los comercios hacen su agosto y los números rojos, asociados a cantidades negativas, se vuelven negros por los grandes beneficios económicos.
En España, el Black Friday es algo muy reciente. Lo llevamos celebrando desde el 2013, cuando tuvimos constancia por primera vez de lo que significaba: según Google Trends, empezamos a buscar el término de forma masiva en noviembre de ese año, aumentando su popularidad en el mismo mes de 2014 y convirtiéndose en una tendencia en noviembre del año pasado.
La fecha importada de EEUU, como ya hiciéramos antes con Halloween o Papá Noel, nos recuerda consumir compulsivamente e ir comprando los regalos para Navidad.
Según la Confederación Española de Comercio (CEC), el Black Friday del año pasado logró “remontar las ventas del mes de noviembre” e hizo que las cifras de comercio durante ese mes repuntasen un 4,8%. Algunos, como Amazon, batieron su récord de ventas en España con 370.000 artículos en 18 horas. Con estos números no es de extrañar que este año haya un 20% más de tiendas que celebren el viernes negro: en total serán 1.200 comercios, en los que nos gastaremos cerca de 120 euros por persona, 11 euros más que en 2015.
Buscaremos el chollo online. Pero no siempre será fácil ni sabremos cuándo nos están engañando o no. Muchas tiendas suben el precio de algunos de sus productos estrella en septiembre y octubre para bajarlo en noviembre y que así parezca una ganga. Para que esto no pase, o al menos para comprar medianamente informados, hemos preparado una pequeña lista con algunas aplicaciones para comparar precios en tiendas de Internet.
CamelCamelCamel
Es una extensión de Chrome que solo funciona para Amazon. Permite ver la evolución del precio de un objeto a lo largo del tiempo, con sus subidas y sus bajadas. También incluye una línea que muestra el valor medio de ese objeto en otras páginas web, así como en páginas de compraventa. También permite introducir un precio “deseado” y crear una alerta que nos avise cuando el cacharro en cuestión lo alcance.
Keepa
Es muy similar a CamelCamelCamel, solo que necesitamos registrarnos. También incluye gráficos para conocer la evolución del precio de un producto y crear avisos para cuando este alcance el precio deseado.
SlickDeals
El mayor inconveniente de CamelCamelCamel es que solo funciona en Amazon. En cambio, SlickDeals funciona en 50 tiendas online, incluyendo Lenovo, Rakuten, Steam o Ikea. Introduciendo la dirección del objeto, la web nos enviará un correo cuando el precio baje.
SaveList
También es una extensión de Chrome que, en realidad hace las veces de una lista de deseos para guardar los productos que nos gustan y queremos comprar en el futuro. Se pueden programar alertas para que la aplicación nos avise cuando el precio baje o esté en promoción.