Nuestros legados digitales son una combinación de documentos públicos, semi-privados y personales que desafía las buenas intenciones de cualquier legislador. ¿Podemos dejar que los padres de un suicida adolescente lean los mensajes que le mandaba su novia? ¿Es lícito que una viuda tenga acceso al correo privado de su marido? Cada vez se dan más casos de padres cuyos hijos han fallecido en circunstancias extrañas y exigen acceso a sus cuentas, buscando consuelo o respuestas. La segunda temporada de Black Mirror, la famosa serie británica que explora las consecuencias inesperadas de la vida digital, dedica su primer episodio a lo difícil que es dejar ir al ser amado cuando su vida queda atrapada en la Nube como un fantasma.
Las Redes sociales como Facebook y Twitter, las plataformas de publicación de contenidos como Blogger y Tumbr, los servicios de correo y comunicación como Gmail y Yahoo son servicios, no productos y la ley establece que no son transferibles. Pero la línea que separa lo público y lo privado es tan borrosa que cuesta separar lo que pertenece al usuario -fotos, videos, textos y otra propiedad intelectual- y que debería ser hereditario y las responsabilidades de la compañía, que está legalmente obligada a proteger la intimidad de sus usuarios incluso en el más allá.
Facebook: el Monumento o la nada
Fue después de la masacre de Virginia Tech, donde murieron 33 estudiantes, que la Red de Redes sociales creó un protocolo especial para llorar a las víctimas y un precedente: cuando alguien demuestra que un usuario ha fallecido, su cuenta puede ser eliminada o convertirse en un “memorial”. En este modo conmemorativo, la página se transforma en un mural privado donde sólo los amigos confirmados previamente pueden ver las fotos o leer y dejar comentarios. Su perfil deja de aparecer en las actualizaciones y recomendaciones del sistema y su afiliación a grupos de FB queda anulada, para no dar sorpresas desagradables a familiares y conocidos. Todos los datos personales e información de contacto desaparece, para evitar sorpresas desagradables. El principal inconveniente es que aquellos que no estaban en Facebook se quedan fuera para siempre, el caso habitual de parejas que pelean tontamente y padres con un interés o conocimiento limitado de la vida digital.
Tanto amigos como familiares pueden solicitar el cambio de página, previa demostración de que el fallecimiento ha tenido lugar pero sólo un familiar cercano pide que se elimine la cuenta. Cuando esto ocurre, todos esos momentos se perderían en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Twitter también ofrece cuentas conmemorativas, que se pueden seguir y mencionar (usando su @nombre), pero ya no aparecerá como alguien “a quien seguir” y todo lo que estaba pendiente de publicar queda eliminado por defecto para evitar bromas de mal gusto. La familia cercana también puede eliminar la cuenta y pedir un archivo de todos los “tuits” del difunto, con la excepción de los mensajes directos, para su archivo personal.
Como Linkedin no es una red de contactos personales sino un espacio de contactos estrictamente profesional, no se incluye un lugar para conmemoraciones y cualquiera puede solicitar la eliminación de un perfil, siempre que ofrezca prueba de su fallecimiento. En todos los casos se exige un certificado de defunción, un obituario, y/o el enlace o copia de la noticia publicada, además de la dirección de correo del fallecido y los datos del que solicita el cambio, incluyendo nombre, correo, dirección física y número de teléfono.
Correos, canciones y otros bits
Tanto Linkedin como Facebook, Twitter y el resto se negarán a facilitar la contraseña de un fallecido, salvo que estén legalmente obligados por la decisión de un juez y lo mismo ocurre con cualquier servicio de correo gratuíto: todos aquellos esposos con relaciones extramaritales pueden estar tranquilos, aunque no al 100%. Gmail y Yahoo! eliminarán todas las cuentas que no registren actividad (en 8 y 4 meses respectivamente) y, en esa ventana de tiempo, un esposo o heredero puede requerir acceso si puede demostrar que ha recibido correos de dicha cuenta anteriormente, enviar un certificado de defunción del usuario y una orden firmada por el juez que establece su derecho sobre el material. Aun así, Google se reserva el derecho a denegar su petición. En ningún caso se podrán recibir o enviar correos desde la cuenta de un fallecido.
Finalmente, un astículo que preocupa a muchos y satisface a pocos. Hace un año corrió el rumor de que Bruce Willis pensaba demandar a Apple por no permitir que su amada colección de discos formara parte de su legado a sus hijas. Aunque muchos diarios publicaron la “noticia”, no había en ella una pizca de verdad. Apple es un servicio, como el resto de los servicios que hemos mencionado, y todo lo que los usuarios acumulan bajo su jurisdicción no puede ser legado, porque no pertenece al usuario sino a la empresa. Dicho de otra manera: Los discos que bajamos de iTunes son discos como los de vinilo y los CDs pero no son nuestros sino de Apple, que funciona en representación de las discográficas.
La única manera de asegurar que nuestros preciosos bits tienen el destino que se merecen es hacer testamento. La administración de legados digitales es un mercado en ebullición y, si no hay dinero para un ejecutor digital, empresas como DSwiss (El banco suizo para bienes digitales) y Entrustet ofrecen la preservación de cuentas, legado de bits y hasta la un proceso de incineración para clientes con doble vida.
hasta la incineración de cartas o el traspaso de cuentas a familiares o amigos.