La portada de mañana
Acceder
Feijóo pide que el Gobierno asuma la gestión de la DANA mientras Mazón se resiste
El esfuerzo colectivo para no dejar nada sin rastrear en el parking de Bonaire
Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera

Infografía: Breve historia de las plataformas móviles de código abierto

La mayoría de los sistemas operativos móviles son sistemas abiertos. De código abierto, quiero decir, código para mirar y compartir bajo restricciones mínimas. Es natural que sea así puesto que el catálogo de hardware sobre el que deben funcionar es inmenso: nada más pensemos en la cantidad de dispositivos móviles soportados por la plataforma Android. Usar un sistema cerrado implicaría desarrollar uno por cada dispositivo o fabricante. De hecho, la aplastante mayoría de los sistemas móviles de código abierto tiene un moldeable Linux en su centro.

Pero si bien los fabricantes ya no tienen que crear su propio sistemas operativos, esto acarrea consecuencias negativas para los desarrolladores de aplicaciones. Hablo del llamado problema de la fragmentación, donde una misma base de código no funciona de igual forma en cada dispositivo obligándolos a acumular costosos ajustes por cada caso. De esta manera, la factura de tener un sistema abierto y multiplataforma la pagan los desarrolladores.

En contraparte, iOS funciona sobre una cantidad limitada de dispositivos, con un control excesivo de Apple que impacta favorablemente la calidad de las aplicaciones, aunque ciertamente puede comprometer la libertad informática de los usuarios.

¿Cuál es el punto medio? ¿Dónde está el equilibrio entre empresas, desarrolladores y usuarios? Es posible que sean los sistemas operativos abiertos de última generación, los que corren aplicaciones programadas con tecnologías web: Firefox OS, Tizen y Ubuntu for phones, apoyado por empresas como Telefónica, Intel y Canonical, respectivamente.

Todas esas plataformas nuevas tienen un sistema libre, como Linux, capas intermedias de software específico de hardware, y una interfaz basada en estándares web: mismo código, misma funcionalidad, dónde quiera que sea. Casi una utopía. Aunque, al menos por ahora, son los usuarios quienes pagarían por ese beneficio, puesto que el desempeño de las aplicaciones es limitado o requiere de un hardware potente.

La idea es que eventualmente llegará un justo equilibrio entre fabricantes, desarrolladores y usuarios. Sirva esta infografía para dar ese seguimiento.