“Indudablemente, Snapchat e Instagram tienen el potencial para afectar a la manera en que la gente ve sus propios cuerpos”. La frase es de Kaylee Kruzan, una investigadora del Cornell Social Media Lab que contesta de esa forma tan contundente a la pregunta de la periodista de Inverse. En el ojo del huracán están los filtros que usan las aplicaciones y la tendencia, cada vez mayor, de los adolescentes a querer parecerse a sus 'yo' filtrados.
Quieren ser la imagen que el filtro de Snapchat les ofrece de sí mismos. Por eso, varios cirujanos y médicos se han visto en la obligación de secundar un artículo en la revista de cirugía plástica facial JAMA advirtiendo de la creciente moda en las clínicas de los EEUU. Neelam Vashi, la autora, también es la directora del Centro Étnico para la Piel de la Universidad de Medicina de Boston, que le ha puesto nombre al trastorno: dismorfia de Snapchat.
“La gente trae sus fotos desde determinados ángulos o con ciertos tipos de luz”, dice Vashi a la publicación estadounidense. “Son pacientes que intentan parecerse a una versión fantasiosa de ellos mismos”, continúa la doctora. A medida que estas imágenes se vuelven norma, la percepción de la belleza cambia y puede llegar a afectar la autoestima de las personas, desencadenando un trastorno dismórfico corporal (TDC).
“Definitivamente, esto va en aumento”
El TDC puede llevar a visitar repetidamente a dermatólogos o cirujanos plásticos con la esperanza de cambiar la apariencia física. Afecta a alrededor del 2% de la población y se clasifica dentro del espectro obsesivo-compulsivo. Según la doctora, las redes sociales “se convierten en un acelerador para este tipo de personas, que se vuelven muy preocupadas con cómo lucen ante los demás”.
Los investigadores hacen referencia a estudios que muestran que los adolescentes que manipulan sus fotos estaban más preocupados por su apariencia corporal, y precisamente las personas con imagen corporal dismórfica buscan las redes sociales como un medio de validación. Investigaciones adicionales han demostrado que el 55% de los cirujanos plásticos informa haber visto pacientes que desean mejorar su apariencia en sus selfies, un 13% más que en 2017.
Otros investigadores entrevistados por Inverse achacan esto a un condicionante antropológico: la simetría como símbolo de la perfección. Hay teorías que aseguran que una cara simétrica es señal de que el feto será inmune a las enfermedades durante la gestación. En otras palabras, cuanto más simétrico, más atractivo y más fuerte. Y aquí es donde entran en juego los filtros de Snapchat e Instagram y la imagen que vemos de nosotros mismos: nunca podremos ser simétricos, pero lo intentaremos.
“Los selfies con filtro pueden hacer que las personas pierdan el contacto con la realidad, creando la expectativa de que debemos estar perfectamente arreglados todo el tiempo”, advierte Vashi, que concluye: “definitivamente, esto va en aumento”.