Los ordenadores ya son capaces de escuchar con micros, de ver con cámaras y de sentir con trackpads. Los sentidos de la vista, el oído y el tacto ya no son un problema para las computadoras, pero todavía quedan pendiente dos más: el gusto y el olfato. O les quedaban, porque parece que la capacidad de oler también se puede tachar de la lista: el desarrollador nigeriano Osh Agabi ha presentado un dispositivo capaz de detectar el olor para detectar explosivos.
Como su creador cuenta a la CNN, “el invento combina la neurobiología sintética con la tecnología de silicio para solucionar problemas urgentes del mundo real”. Durante una conferencia del evento de innovación TEDGlobal, los ingenieros de la empresa Koniku presentaron el proyecto que comenzaron hace dos años. Recibe el nombre de Koniku Kore, y es pionero en fusionar células madre de ratones con chips electrónicos para interpretar las moléculas del aire.
Con esta nueva habilidad se abre un mundo de posibilidades. Sus encargados indican a la BBC que “puedes dar instrucciones a las neuronas sobre qué hacer. En nuestro caso, les dijimos que nos proporcionaran un receptor para detectar explosivos”. De esta manera, los biotecnolólogos esperan que el invento pueda servir para en un futuro detectar posibles amenazas en lugares como aeropuertos y, de paso, para evitar las largas colas de los controles de seguridad.
Además, según CNN, el dispositivo también podría emplearse para revelar enfermedades como el cáncer. Aunque todavía no existen ejemplos reales, sus creadores aseguran que el chip estudiaría el olor de un paciente para diagnosticar algún tipo de síntoma. De hecho, esto ya sucede con animales como los perros, que utilizando su olfato pueden llegar a averiguar cuándo las células pasan a ser malignas. Para algunos especialistas en medicina, como Claire Guest, este es un método de detección incluso más efectivo que las técnicas de laboratorio.
Los límites éticos de la biotecnología
Según recoge Forbes, Agabi explicó durante su conferencia que “el cerebro es el procesador más poderoso que el mundo haya visto jamás”. El ingeniero continúa exponiendo que “la biología es la tecnología más avanzada del planeta”, y que, por eso, “¿por qué no tomamos la neurona y la ponemos en un chip?”.
No obstante, en algunas cuestiones de biotecnología no termina de estar clara la línea ética. Es el caso la técnica CRISPR, que permite cambiar la secuencia genética y curar enfermedades o, aunque de momento es ilegal, para modificar embriones humanos y crear bebés de diseño.
Koniku Kore, que empezó a desarrollarse en 2015, ha recaudado 8 millones de dólares en ingresos y, por lo que comentan sus creadores, ya es completamente funcional. Sobre las cuestiones éticas, Agabi argumenta a la CNN que “lo poco ético sería no desplegar ninguno de los recursos que tengamos para combatir el terrorismo”. Asimismo, el biotecnólogo comenta que la intención de su empresa sería llegar a “construir un cerebro biológico que funcione con neuronas sintéticas”.
Pero las redes neuronales artificiales no son algo nuevo. El alemán Jürgen Schmidhuber está considerado como uno de los primeros científicos en trabajar con el aprendizaje automático de máquinas. En declaraciones a El Confidencial aseguraba: “Creo que dentro de no muchas décadas, por primera vez, tendremos inteligencias artificiales que sean mejores resolviendo problemas generales que los humanos”.
Para los gigantes de la tecnología tampoco pasan desapercibidos tales descubrimientos. Por esa razón, la compañía de inteligencia artificial DeepMind fue adquirida por Google en 2014. Entre sus méritos, está el de derrotar cinco veces seguidas al campeón europeo de Go, un juego de tablero estratégico. El duelo entre máquina y hombre lleva interesando incluso antes de que en 1997 Kasparov se enfrentara a Deep Blue. El primer enfrentamiento lo ganó el ajedrecista ruso, pero en el segundo fue la máquina de IBM quien se hizo con la victoria.
Ante tal situación, no son pocos los que vaticinan los peligros de la inteligencia artificial por cómo sus avances podrían afectar a los humanos. Elon Musk, el cofundador de PayPal y Tesla Motors afirmó en la Asociación Nacional de Gobernadores de julio que “urge regular la inteligencia artificial antes de que se convierta en un peligro para la humanidad”.
No es la primera vez que el inventor de PayPal incide en ello. Con la ayuda de la asociación Future of Life, intentó establecer 23 principios sobre la ética, riesgos y problemas de intentar crear un cerebro sintético. Aun así, el también creador del Hyperloop, no siempre destaca ser una fuente fiable para reconocer la viabilidad de proyectos innovadores.
En el artículo de Forbes dicen que para simular el funcionamiento de sólo 204 neuronas se requería un superordenador de 24 megavatios de energía. Mientras, como expresa Osh Agabi en el mismo texto, “nuestro cerebro lo hace con sólo 10 vatios”.
Entonces, ¿es posible que algún día se puedan equiparar? De momento no lo sabemos. Eso sí, en la web de Koniku, cuyo eslogan es “la inteligencia es natural”, ya hay una cuenta atrás de lo que, según parece, es la próxima revelación de la compañía. “Usted va a amar esto”, muestran en la página. Que conquiste a todos, ya es otro cantar.