Elena Camacho
Madrid, 3 jun (EFE).- Renombrado y afamado tras ganar el Nobel por sus descubrimientos sobre las neuronas, Ramón y Cajal siguió investigando una idea aún más innovadora: cómo regenerar el tejido nervioso; Cien años después, el científico Antonio Campos ha desarrollado tejidos artificiales con potencial para regenerar órganos y curar a los pacientes.
Campos, catedrático de Histología en la Universidad de Granada ocupa el sillón número 38 de la Real Academia Nacional de Medicina, el mismo que ocupó Santiago Ramón y Cajal, y ha dedicado su labor docente e investigadora a la ingeniería tisular, un área innovadora de la histología que hace un siglo sólo podía vislumbrar alguien como el nobel español.
Este médico humanista, pionero de la investigación de tejidos e impulsor del primer programa de doctorado en ingeniería tisular en España es, además, uno de los mayores conocedores de la figura del nobel español y el comisario de la exposición sobre Ramón y Cajal que durante cuatro meses ha albergado la Real Academia Nacional de Medicina, en la céntrica plaza de Ópera de Madrid.
“Las investigaciones de Cajal, plasmadas en su obra 'Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados', fueron esenciales para la ciencia. Ese libro, como los 'Principia' de Isaac Newton o 'El origen de las especies' de Darwin, abrió una puerta a un mundo desconocido, la puerta hacia el conocimiento de los circuitos y estructuras del sistema nervioso que hasta entonces no se conocían”, explica Campos en una entrevista con EFE.
“A día de hoy todos sabemos que sus descubrimientos histológicos marcaron un antes y un después en el conocimiento de la función y la patología del sistema nervioso pero pocos saben que al final de su trayectoria científica, con la ayuda Jorge Francisco Tello -uno de sus discípulos-, creó conductos de ciáticos vacíos en los que ponían médula de sauco ”y hacían que las terminaciones nerviosas continuaran a través de ellos para inervar las zonas periféricas denervadas. Básicamente lo que hacemos hoy en día con biomateriales para crear nervios artificiales“, destaca Campos.
Cajal y Tello intentaron una proeza, regenerar el tejido nervioso, y lo hicieron un siglo antes de que Robert Langer y Joseph P. Vacanti, en un artículo publicado en la revista Science en 1993, definieran por primera vez el concepto de 'ingeniería tisular', el campo que usa la ingeniería y las ciencias de la vida para desarrollar tejidos artificiales con fines terapéuticos y que supuso un cambio de paradigma en la medicina.
Pioneros en Granada
Uno de los grupos pioneros en ingeniería tisular en España es el que dirige Antonio Campos en la Universidad de Granada, que desde finales de la década de 1990 intenta generar tejidos artificiales lo más biomiméticos posible con los tejidos naturales para poder curar a los pacientes.
“Lo que hacemos ahora ha cambiado el paradigma de la histología porque ya no está orientada solo a dar con el diagnóstico, sino a la terapéutica porque de un tiempo a esta parte hemos comprobado que los tejidos también curan”, dice.
Córnea, piel, nervios, mucosa oral, cartílagos y hasta paladares infantiles son algunos de los tejidos que investiga el grupo de Campos. De momento, la córnea y el paladar artificiales han sido ya aprobados por la Agencia del Medicamento para su ensayo, y la piel está aprobada para uso compasivo hospitalario en grandes quemados.
Este modelo de piel artificial ya se ha probado con éxito en más de diez pacientes. “La primera fue una mujer con quemaduras en casi el 80 por ciento de su cuerpo, lo que implicaba una altísima probabilidad de mortalidad”.
A partir de una muestra de piel sana de dicha paciente se fabricaron, en calidad farmacéutica, láminas de piel biomiméticas con células de la paciente y biomateriales generados por el grupo (como una recreación de su propia piel) que fueron trasplantadas a la paciente. “Tres meses después, la mujer fue dada de alta”, recuerda Campos con emoción. “Y aunque todavía la piel artificial creada no es perfecta, esa piel le ha permitido vivir”, subraya.
“Luego, por una de esas casualidades que a veces se dan en la vida, tuvimos noticia de la extraordinaria evolución que tuvo en su vida otro de los pacientes tratados con la piel artificial generada en Granada. Un profesor asociado de nuestro grupo de investigación participaba en una subida al monte Kilimajaro cuando se encontró con un joven que participaba en la escalada y que le contó que la piel de gran parte de su cuerpo era artificial y había sido creada en Granada. ¡Era la piel que habíamos hecho nosotros!”.
Y no solo eso, “gracias a este encuentro casual, supimos que, motivado por la recuperación, había corrido maratones, escalado el Mont Blanc y había cruzado a nado el Estrecho de Gibraltar. Estaba encantado con su piel nueva y quería estimular a otros pacientes con grandes quemaduras como las suyas”, relata Campos emocionado.
Actualmente, el grupo de ingeniería tisular de Granada investiga un nuevo modelo de piel artificial con nanopartículas cargadas de antibióticos incorporadas en su interior para poder resolver una de mayores complicaciones que padecen los grandes quemados: la contaminación con unas bacterias llamadas pseudomonas que pueden acabar incluso con la vida del enfermo“, comenta Campos a EFE.
Este grupo de investigación también ha desarrollado una córnea artificial que ya está en la segunda fase del ensayo clínico y en próximas fechas se implantará el primer paladar a un niño con malformación. “Son proyectos y metas que merecen la pena, ¿verdad? pero creo que también es importante que se sepa que en nuestro país se hace investigación innovadora y original que puede resolver problemas hasta ahora considerados irresolubles”.
Un Museo de la Medicina
Y es que Campos es un gran defensor de la ciencia y la medicina que se han hecho en España. “Se han hecho aportaciones brillantes de las que nuestra sociedad debería tomar conciencia porque como decía el poeta alemán Goethe, 'todo lo que recibimos de nuestros padres, hay que conquistarlo', es decir, hay que valorarlo, celebrarlo y hacerlo nuestro para realmente poseerlo”, opina Campos.
Para este médico humanista, profundo conocedor de la historia científica española, una buena manera de homenajear a todos los médicos y profesionales de la salud de este país que han luchado contra la enfermedad, especialmente durante la última pandemia, sería promover un Museo Español de la Medicina, “un lugar que pusiera en valor, entre otras muchas aportaciones a la medicina, avances como la campaña de vacunación que Balmis llevó a cabo en el siglo XIX en varios continentes para luchar contra la viruela, o a figuras como Fidel Pagés, el médico militar que inventó la anestesia epidural en un hospital en Melilla”.
“Sería un museo para difundir las contribuciones de los españoles a la ciencia médica, no siempre reconocidas, en el contexto global de la historia de la medicina para dar a conocer la lucha del ser humano contra la enfermedad, en el curso del tiempo, y procurar la progresiva conquista de la salud . Conocer la evolución histórica de la medicina es la mejor educación sanitaria posible para valorar la realidad médica y sanitaria que actualmente poseemos como seres humanos y como sociedad.
“Necesitamos un poco de autoestima científica en España y continuidad en la investigación en las distintas ramas de la ciencia médica”, reclama este científico gaditano.
Y es que, realmente, Ramón y Cajal fue excepcional pero no fue el único médico brillante de nuestra historia. Antonio Campos es uno de ellos.