Las Palmas de Gran Canaria, 20 may (EFE).-Mareas de plástico en primera línea de playa, toneladas de basura a la deriva, peces que comen fibras sintéticas... Los estudios científicos llevan años advirtiendo del vertedero en que se han convertido los océanos, pero puede que subestimen la dimensión de una “sopa de plástico” que en Canarias tiene un kilómetro de grosor.
Seis investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Instituto Español de Oceanografía publican este mes en la revista “Science of the Total Environment” un estudio sobre la presencia de microplásticos en el mar que tiene pocos precedentes, porque no se limita a medir su concentración en la superficie, en la línea de costa o los fondos del océano, sino que muestra hasta qué punto están presentes a lo largo de toda la columna de agua.
El estudio se nutre de los datos recolectados por cuatro cruceros de investigación realizados entre febrero y diciembre de 2019, en los que se tomaron 51 muestras de agua a diferentes profundidades en cinco emplazamientos: uno al norte de Gran Canaria, otro entre esta isla y Tenerife y tres al sur de Tenerife, La Gomera y El Hierro.
Y su conclusión más llamativa es que en esos cinco puntos del océano Atlántico, el agua está cargada de fragmentos de plástico y fibras sintéticas desde la superficie hasta profundidades que rebasan el kilómetro (1.150 metros, al sur de El Hierro).
En el norte de Canarias, su distribución en la columna de agua es casi uniforme desde la superficie hasta unos 400 metros, mientras que en los emplazamientos al sur de las islas la concentración de plástico y fibras es más alta y llega mucho más abajo, si bien con distribución más heterogénea, probablemente por efecto de los grandes remolinos oceánicos que se forman esa zona.
Los datos recogidos para este estudio ponen incluso cifras a la densidad de esa sopa de plástico en mar: en el entorno de Canarias hay un mínimo de 50 millones de pequeños fragmentos de plástico y fibras sintéticas por cada kilómetro cuadrado de océano.
Los autores de este trabajo, cuya primera firmante es Daura Vega Moreno, recuerdan que ya se ha documentado ampliamente que las grandes corrientes que conforman el giro oceánico en el Atlántico Norte hacen que el mar que rodea a Canarias sea un punto de concentración de plásticos procedentes de los lugares más diversos del planeta. Pero aportan algunas claves nuevas.
La primera muestra que el plástico no solo está flotando por la superficie, sino a lo largo de una gruesa columna de agua, a veces mezclado con el zoopláncton; la segunda revela que hay un ciclo estacional: por algún motivo que este estudio no llega a desentrañar, la “estación del plástico” es el otoño.
De hecho, subrayan que la presencia de microplásticos en esos cinco puntos del Atlántico en otoño se multiplica por cuatro con respecto al invierno y la de fibras sintéticas, literalmente se dispara: llega a ser 100 veces superior.
“Algunos estudios previos han señalado que la cantidad total de plástico en los diferentes océanos no guarda del todo una correlación con las concentraciones medidas en superficie o en los fondos marinos, evidenciando una significativa cantidad de plástico perdida en el mar. Esta desviación puede estar relacionada con que se esté subestimando el papel que desempeñan los pequeños fragmentos y las fibras”, resaltan los autores del artículo.
Y la realidad, añaden, es que hasta este momento “muy pocos estudios” habían acreditado la presencia de microfragmentos de plástico en la columna de agua más allá de los 20 metros de profundidad. En Canarias, ellos los han encontrado a lo largo de toda una capa de agua de un kilómetro de espesor.