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Las startups europeas revientan el mercado: “¿Burbuja? Ya se verá”

Las startups europeas tardaron décadas en llegar a la psicológica cifra del billón de euros de valoración. Ocurrió en 2018. El billón siguiente lo escalaron en 24 meses. El tercero, en ocho. Lo han superado en 2021, el año en el que las tecnológicas emergentes europeas han pulverizado todos los récords.

Empezando por las españolas. En 2021 las startups patrias han superado los 3.500 millones de euros en inversiones, lo que equivale a un 240% más que en 2019. Las francesas, italianas o portuguesas también han doblado sus números prepandémicos. Alemania, Reino Unido y los países escandinavos, los tradicionales líderes europeos en el sector, han visto como sus tecnológicas han conseguido inversiones nunca antes vistas en los mercados del viejo continente.

El capital riesgo se frota las manos. “La tecnología europea está creando valor a su ritmo más rápido”, se relame el Fondo Internacional Atomico en su informe anual sobre las startups europeas. Atomico, con sede central en Londres, calcula que en 2021 las startups europeas han levantado un total de 105.000 millones de euros, el triple que en 2020 y se han creado un centenar de los ansiados unicornios (aquellas startups que superan los 1.000 millones de valoración).

Estas cifras han colocado la financiación de las tecnológicas europeas en fase inicial casi a la par que las registradas en EEUU. “2021 ha sido algo totalmente diferente, un año decisivo”, insiste el informe del fondo de capital riesgo.

Los empresarios e inversores coinciden al señalar que la pandemia ha sido absolutamente determinante en este proceso. “En tiempos de crisis e incertidumbre, solemos asistir a oleadas de innovación y esto es lo que ha ocurrido en la tecnología europea en los últimos dos años”, opina Maria Raga, fundadora de Depop, una app a medio camino entre Ebay e Instagram para comprar y vender ropa.

“Sin duda, la pandemia ha impulsado la economía online y el espíritu empresarial”, continúa. “Además estamos viendo cómo las grandes recaudaciones de fondos se convierten en la norma, ya que algunos de los gigantes tecnológicos más consolidados de Europa han alcanzado escalas verdaderamente globales”, dice.

Los poderes políticos, desde las capitales nacionales hasta Bruselas, celebran el fuerte desembarco del capital riesgo en la tecnología emergente europea. “Los datos de 2021 muestran un notable aumento de las inversiones de capital riesgo en startups”, ensalza Mariya Gabriel, comisaria europea de Innovación. “Las startups europeas ya no tienen que envidiar a las estadounidenses. Los unicornios europeos también se han convertido en la nueva normalidad”, agrega.

Este crecimiento tiene algunas particularidades. Según el informe de Atomico, donde se ha producido el mayor crecimiento no es en el número inversiones que logran las empresas emergentes europeas, sino en los picos que alcanzan. En 2017, 2018 y 2019 hubo 3, 8 y 16 rondas que superaron los 250 millones de dólares. En 2021 ha habido 76. Las de más de 50 millones de dólares, más de 100 millones y más de 150 millones también han aumentado.

“Es la ley de la oferta y demanda. Hay más interés por invertir, con lo que crece la demanda. La oferta en cambio se mantiene estable, porque se tarda tiempo en crear una startup. La consecuencia es que los precios suben”, explica a elDiario.es Tom Horsey, miembro de la junta directiva de Bigban, una asociación de inversores privados especializada en financiar startups en la primera etapa de su desarrollo.

Carrera por invertir y ofertas al alza

“No sé si todas las valoraciones que estamos viendo tienen sentido”, reconoce Horsey. “Como inversor, hay algunas que me parecen ilógicas, ciertos casos concretos. Pero que el conjunto de empresas suban en valoración lo entiendo, porque hay más ganas de invertir el dinero por las políticas monetarias del mundo”, continúa.

El inversor recuerda que las políticas financieras penalizan que el capital se estanque. La consecuencia, como resume The Economist, es que las inversiones privadas no solo han batido récords a la hora de regar de dinero las startups europeas, sino que el fenómeno ha sido internacional y en varios sectores. En los primeros 11 meses de 2021 se cerraron más de 13.000 operaciones en todo el mundo, acumulando más 1,5 billones de euros, más que en cualquier año completo anterior. Los fondos privados han adquirido o tienen en el punto de mira el aeropuerto de Sídney, la compañía telefónica italiana, la liga de fútbol francesa o los oleoductos de Arabia Saudí.

Va a haber pequeñas pequeñas burbujas en sectores concretos

“Si miramos la subida de valoración de las startups, creo que ha sido muy relacionada con lo que ocurre en el mundo. Lo que está claro es que las empresas digitales, ágiles y eficientes en su uso de capital, como son la mayoría de startups, son las que más deberían verse beneficiadas”, expone Horsey. “Con la pandemia de coronavirus, aquellos que no estaban convertidos a la causa del mundo startup se han dado cuenta de que el futuro es digital y que la incertidumbre general es algo que nos va a acompañar en los próximos años”, abunda y agrega: “Las startups son las que mejor pueden aprovechar todo eso”.

“Entonces, ¿hay una burbuja? Ya se verá. Va a haber pequeñas pequeñas burbujas en sectores concretos. Claramente, las políticas monetarias actuales están impulsando burbujas. Si dejar el dinero sin invertir te da intereses negativos, ¿qué vas a hacer? Invertirlo. Y si inviertes tu dinero, volvemos al problema de oferta y demanda sobre dónde hacerlo”, afirma.

“Hay más demanda para invertir en startups y suben los precios. Lo que no creo es que haya más burbuja en el mundo startup que en otros mercados. Mi sensación es que va a haber fracasos y éxitos”, indica.

Disrupción

Si el mercado de las startups europeas ha despegado este 2021, el estadounidense, la cuna de este tipo de empresas y de su idiosincrasia cultural y laboral, también ha crecido, aunque en menor porcentaje. “Están en un momento de maduración diferente”, explica Horsey.

En EEUU esa etapa de explosión se vivió en la primera mitad de la pasada década. Recientemente, ha sido traducida al castellano la obra que está considerada como la mejor crónica de aquellos años, narrada desde dentro de una de esas empresas emergentes: 'Disrupción. Mi desventura en la burbuja de las startups', del periodista Dan Lyons (Capitán Swing). El libro describe con profusión los cambios en la cultura empresarial promovidos por las startups y la pérdida de derechos que conllevó para los trabajadores, pero también los muertos que empezaron a acumularse en el armario de inversores cuando la burbuja se hinchó.

Lyons recuerda que invertir en startups tiene mucho de apostar por un futuro que nadie puede prever. Por lo tanto, cuando la demanda para invertir en Silicon Valley aumentó, “incluso los inversores más inteligentes y sabios tiraron la toalla, admitieron que ya no eran capaces de distinguir las buenas ideas de las malas y sencillamente empezaron a repartir dinero a diestro y siniestro con la esperanza de que algunos de sus millones acabaran por casualidad en una empresa que tuviera éxito”.

Incluso los inversores más inteligentes y sabios tiraron la toalla, admitieron que ya no eran capaces de distinguir las buenas ideas de las malas y sencillamente empezaron a repartir dinero a diestro y siniestro

Cuando eso ocurre, avisa que no será el capital riesgo el que dé la voz de alarma. “Preguntarle a un inversor de capital riesgo si las empresas privadas están sobrevaloradas es como preguntarle a un vendedor de coches si cree que el nuevo Mercedes que te está vendiendo es demasiado caro”, ironiza Lyons.

Lo peligroso, expone, llega cuando la valoración de las startups empieza a desligarse de su rendimiento económico. Entonces, todo se convierte en un mercado en el que el capital riesgo vende cada inversión como la que cambiará el mundo, y ocurren cosas como las Google Glass.

En España esta explosión nacional e internacional en la valoración de las startups coincide con una potente campaña de impulso por parte del Gobierno. Varias normas nuevas, como la ley de startups, están centradas en favorecer la creación de este tipo de empresas y la inversión del capital riesgo. También a penalizar menos a los fundadores de aquellas empresas que no logran sobrevivir. “Va cambiar el clima para hacer negocios en España”, asegura el Ejecutivo.