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Las redes y el armario: cómo la tecnología ha ayudado al colectivo LGTB

Roger Mbede murió hace algo más de dos años. Vivía en Camerún, un país donde la homosexualidad es un delito. No imaginaba que terminaría siendo encarcelado cuando escribió un mensaje de texto a un amigo confesando que le amaba. El asesino de Orlando, que mató a 50 personas a principios de este mes en un club gay de la ciudad, consultó en Facebook la repercusión de su ataque mientras estaba atrincherado dentro del local. En Marruecos, dos homosexuales fueron agredidos y paseados cubiertos de sangre por su casa mientras los agresores grababan un vídeo para después subirlo a YouTube.

Solo son solo tres casos de cómo un teléfono móvil o las redes sociales se inmiscuyen indirectamente en la diversidad sexual y de género de las personas. Para que actos como estos no ocurrieran nunca, la comunidad LGTB se prometió salir a la calle y reivindicarse cada año tras los disturbios del Stonewall Inn, el 28 de junio de 1969. Aquel día, la policía entró en el pub gay neoyorquino haciendo uso de una fuerza desmedida. Instauraron así, sin quererlo, el Día del Orgullo.

En un mundo aún sin Internet, las personas LGTB se reunían casi de forma clandestina en bares como Stonewall. La forma más habitual de relacionarse pasaba por el bocaoreja, por ese amigo que tenía un conocido que a su vez había oído hablar de una persona que frecuentaba un bar gay. Ser homosexual ha sido un estigma incluso en el mundo occidental hasta bien entrado el siglo XX. “Ahora, el ligue se hace de tal manera que parece que tengas un catálogo de IKEA”, cuenta entre risas Jesús Generelo, presidente de la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales).

Aunque con sus pros y sus contras, las redes sociales vuelven a las relaciones menos visibles de lo que serían en un espacio no virtual. “Creo que los pros son infinitamente mejores que los contras, al menos para el colectivo LGTB”, continúa explicando Generelo. El presidente de la FELGTB está encantado con que “cualquier chaval de 13 o 14 años que tiene dudas o empieza a sentir curiosidad” use estas aplicaciones. Aunque quizá la más conocida por todos sea Grindr, no fue la primera. El precedente hay que buscarlo en los albores del nuevo milenio, concretamente en 1999, cuando Gaydar se convirtió en el mayor punto de encuentro para gays y homosexuales de la Red. “Antes eso no existía, eso era soledad”, cuenta a eldiario.es.

“Podemos decir que Gaydar marcó un precedente en las relaciones sociales y de esta tendencia empezaron a surgir otras aplicaciones destinadas a públicos más sectoriales”, explica Cristina Moreno, responsable de comunicación de la FELGTB. Según lo que se busque, una aplicación es más efectiva que otra. Grindr se inclina más por el sexo rápido, Wapo -Wapa para mujeres- por los contactos y las relaciones de amistad, Manhunt pasa por ser una red social para la comunidad gay. “Antes de la existencia de estas aplicaciones y de Internet, las relaciones sociales se cocinaban en bares y discotecas y se alimentaban de tú a tú”, continúa Moreno.

¿Han venido estas aplicaciones a liberar al colectivo? “Sirven para expandir el contacto, eso es evidente”, asegura Generelo. En España, el colectivo LGTB ha estado estigmatizado y perseguido hasta 1986, pero no fue hasta 1995 que la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social se derogó por completo. Tanto en los 80 como en los 90, los bares y pubs “de ambiente” eran los sitios comunes donde conocer gente. “La juventud de ahora no entiende lo que se pasó, cómo teníamos que vivir”, cuenta Generelo. Y con cierta nostalgia recuerda el ingenio que había que echarle antes, el ejercicio de “agudización de la percepción para pillar cualquier tipo de mensaje que hablara subrepticiamente de homosexualidad, el 'este entiende', cosas así”, explica.

Grindr no es tan perfecto

Grindr cuenta con más de cinco millones de usuarios en todo el mundo. No es la más perfecta, pero sí la más popular. Opera en 196 países y asegura que cada día, más de dos millones de homosexuales encuentran un compañero gracias a la app. También presumen de estar en los países donde la homosexualidad está prohibida o es ilegal. “Grindr, en muchos sitios, es el único lugar para la comunidad gay para conocerse entre ellos. Estamos muy orgullosos de esto”, decía Joel Simkhai, el CEO de Grindr en abril del año pasado.

Sin embargo, en abril de hace dos años, tuvo una falla de seguridad importante. Varios hackers demostraron que podían encontrar a todos y cada uno de los miembros de la comunidad. En Irán, por ejemplo, donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte, Grindr dejó al descubierto a más de 200.000 hombres. En otros países como Egipto, el gobierno aprovechó el bug de la aplicación para intentar localizar a los hombres gays dentro de sus fronteras. Tras el revuelo mediático, Grindr decidió dejar de mostrar la localización exacta de las personas y lo cambió por una aproximación métrica, algo que no convenció del todo a la comunidad.

“En Irán existe una realidad virtual de gente que se interrelaciona”, cuenta Generelo. “El riesgo se mantiene pero permite unas puertas traseras por donde colarse. Aún así es muy arriesgado: ya no es solo el ostracismo social, es que también hay pena de muerte”, continúa el presidente de la FELGTB. Las apps vinieron a liberar a la comunidad LGTB de las leyes restrictivas de cada estado. También, a presentar un nuevo paradigma y a permitir que todos aquellos que no se atrevan a salir del armario sigan dentro con la puerta entreabierta. “El hecho de que existan lugares virtuales sin prejuicios ni homofobia hace que muchas personas que en su día a día viven en un contexto menos inclusivo encuentren un espacio dónde relacionarse libremente con personas que pueden servirles como referentes positivos. Esto ayuda mucho a visibilizar y empoderar al colectivo”, afirma Moreno.

Rusia: un caso aparte

La falla de Grindr también afecto a los usuarios en suelo ruso. La ley allí es equívoca. La homosexualidad no está prohibida, pero las leyes hacen todo lo posible para que así sea. La Ley de Propaganda Homosexual que se aprobó en 2013 con el propósito de proteger a los menores frente a las “relaciones sexuales no convencionales” causa estragos entre la comunidad LGTB. “Esta ley, lo que hace justamente es que los menores que se pretende proteger, estén expuestos mucho más”, cuenta Violeta Assiego, portavoz sobre diversidad afectivo-sexual de Amnistía Internacional España.

En Rusia, la única opción que tienen muchos chavales gays, lesbianas o trans de encontrar apoyo es a través de una plataforma como Children 404“, explica Assiego. Su fundadora, Elena Klimova, está denunciada por el gobierno ruso porque el ejecutivo de Putin considera que viola la ley y están haciendo propaganda homosexual. Es una de las pocas ventanas que existen en Rusia para que los jóvenes LGTB encuentren apoyo entre sí. Además, el mensaje recuerda al clásico error de Internet 404. Son esos ”menores que no vas a encontrar porque los invisibilizan“, cuenta Assiego.

“Rusia es el estado que mejor escenifica cómo coartar la libertad de expresión en un contexto en el que penalmente no se criminaliza la homosexualidad”, continúa Assiego. El ascenso de leyes restrictivas contra las personas de orientación sexual es una constante en los últimos tiempos. El año pasado, las constituciones de Armenia y Macedonia se reformaron para contener como unión matrimonial tan solo la que es llevada a cabo entre un hombre y una mujer. “Es una manera de señalar al colectivo LGTBI”, dice Assiego.

Hace pocos días, Hungría y Polonia, junto a otros 10 países, no suscribieron un acuerdo que promulgaba la libre circulación de movimiento de las parejas del mismo sexo dentro de la UE ya que “vulneraba su identidad nacional de familia”, explica Assiego. En EEUU, las polémicas leyes de baños en varios estados sureños han intentado segregar y estigmatizar al colectivo recientemente. Como recuerda Generelo, “no olvidemos que la diversidad sexual y de género es instrínseca”. Así que ante la proliferación de restricciones, aplicaciones para ligar.