La vuelta a casa que no esperabas para 2025 son las gafas inteligentes, que ahora hablan al oído gracias a ChatGPT
No es común que las grandes tecnológicas reconozcan sus propios tropiezos, y menos en proyectos en los que apostaron el todo por el todo. Pero lo cierto es que de las cenizas de dos de los más sonados, las Google Glass y el metaverso de Meta, está renaciendo un concepto de dispositivo que parecía haber quedado enterrado en el olvido. Se trata de las gafas inteligentes, que ahora ambas multinacionales quieren resucitar gracias a la inteligencia artificial.
Tanto las Google Glass como el metaverso de Meta naufragaron debido a la desconexión entre la visión empresarial y las expectativas del mercado. Las gafas de Google, lanzadas con bombo y platillo en 2013, prometían una revolución en la tecnología wearable (que se lleva puesta), pero nadie llegó a comprender para qué servían. Con el metaverso sucedió algo similar años más tarde, con los usuarios tratando de averiguar qué tenía de divertido ese mundo virtual vacío y aburrido en el que Meta invirtió miles de millones de dólares.
Con las Ray-Ban Stories, unas gafas desarrolladas por Meta en 2021, parecía que iba a ocurrir lo mismo. Se publicitaron como el primer dispositivo de la compañía con “realidad aumentada” preparado para el metaverso, pero dieron de bruces con la realidad. Se vendieron unas 300.000 unidades en todo el mundo, muchas menos de lo esperado, y de las que en febrero de 2023 solo se seguían utilizando con regularidad unas 27.000.
Pese a la publicidad de Meta, las Ray-Ban Stories no iban más allá de unas gafas con cámara, micrófono y pequeños altavoces apuntando directamente al oído de su portador. En la práctica solo permitían tomar fotos y grabar vídeos, escuchar música y contestar llamadas, funciones que no justificaban su precio para muchos consumidores (300 euros). Pero lo que parecía un producto de nicho para instagramers ha terminado despegando este 2024, que va a cerrar con más de un millón de unidades vendidas.
Es una historia de éxito. En el 60% de las tiendas Ray-Ban en EMEA [Europa, Oriente Medio y África], las Ray-Ban Meta son el producto más vendido
El punto de inflexión fue ChatGPT, que salió a la luz un año después que las gafas. Meta aprovechó su tirón para reformular el producto, enterró el apellido “Stories” para separarlo de Instagram y lo vendió como una forma de relacionarse con la inteligencia artificial para “recibir respuestas, información, recomendaciones e incluso inspiración creativa en tiempo real en cualquier lugar”.
En vez de utilizar teclado y pantalla, la IA de Meta, ChatGPT o los modelos compatibles hablan directamente al oído del usuario a través de la patilla de la gafa. Gracias a eso y a la sincronización con el teléfono móvil, se puede utilizar el dispositivo para enviar mensajes, llamar, programar o cualquier otra acción que pueda realizarse a través de los asistentes virtuales.
¿El resultado? “Es una historia de éxito. No sólo en EEUU, donde es obvio, sino también aquí en Europa. Para que se hagan una idea, en el 60% de las tiendas Ray-Ban en EMEA [Europa, Oriente Medio y África], las Ray-Ban Meta son el producto más vendido. Es algo que nos complace enormemente”, afirmó el director financiero del grupo EssilorLuxottica (propietario de Ray-Ban), Stefano Grassi, durante la presentación de las últimas cuentas de la compañía en noviembre.
De fracaso a “segmento clave”
Las tecnológicas han fantaseado con las gafas inteligentes desde hace más de una década. Las Google Glass fueron el primer gran intento. Eran capaces de ofrecer información en tiempo real mediante una pantalla integrada, controlada por voz o gestos. Permitían acceder a mapas, notificaciones, hacer fotos y videos o ejecutar aplicaciones. Google pensaba que poder hacer todo eso sin utilizar las manos, como requiere el teléfono móvil, iba a ser valorado por los consumidores. Sin embargo, su diseño poco atractivo y su limitada funcionalidad en comparación con los smartphones fueron su tumba.
Las Ray-Ban Meta no tienen pantalla, pero la clave es que han podido integrar la IA de manera “amigable e interactiva”, refleja un reciente informe de la consultora de análisis de mercado Counterpoint Research. Meta ha delegado en la firma italiana las cuestiones de marca y diseño, evitando crear un aparato tipo “gadget” o tosco como ocurrió en el intento de Google. A la vista son unas gafas normales. “Otra ventaja es su ligereza (49 gramos), que hace que sea cómodo de llevar, incluso para actividades al aire libre”, recoge el citado informe.
A todo esto se suma al hecho de que no se trata de un prototipo que explora un nuevo nicho de mercado, sino un producto que ya está dejando notables beneficios en las arcas de Meta y EssilorLuxottica. Su precio va desde los 330 a los 410 euros, en función del modelo de Ray-Ban en el que se basen. Unas cifras que dejan un margen superior al 50%, ya que el coste total de producción de la edición básica es de unos 135 dólares, según Counterpoint Research.
Estos números van a provocar que las gafas inteligentes afronten el 2025 en la pista de despegue. “El éxito de las Ray-Ban Meta está inspirando a la industria a prestar más atención al desarrollo de gafas inteligentes ligeras, aprovechando al mismo tiempo la IA en el dispositivo y en la nube para ofrecer servicios interactivos”, continúa la consultora: “Hay razones para creer que este tipo de diseño se convertirá gradualmente en un segmento clave de los wearables inteligentes”.
Los dispositivos de la era de la IA
La irrupción de ChatGPT como el servicio digital de más rápida adopción de la historia no solo tuvo un gran impacto en el sector del software, con más y más productos integrando IA en sus aplicaciones cotidianas. También puso a la industria del hardware a pensar cómo sacar esa tecnología de los ordenadores de sobremesa y permitir una interacción más fluida con el usuario.
El primer intento fue un pin con ChatGPT que puede ver y escuchar todo lo que sucede delante de su portador. Creado por ex ejecutivos de Apple y apoyado por la propia OpenAI, su primer modelo no ha funcionado en ventas. Sin embargo, apuntó la línea que la industria cree que seguirá la IA generativa, como una tecnología que debe liberar las manos del usuario y desligarse de las pantallas.
Meta no es la única que piensa que las gafas inteligentes pueden ser la respuesta. Google anunció en su última conferencia de desarrolladores que está desarrollando un asistente experimental que combina texto, imagen, video y audio en un solo canal, una “entidad conversacional” que parecerá una “persona real”. Lo denomina Proyecto Astra y en el último vídeo sobre él, publicado hace un par de semanas, mostró cómo funcionaría insertado en unas gafas.
El objetivo de Google es que el Proyecto Astra pueda reconocer objetos, leer e interpretar textos, abstraer conceptos, geolocalizar, etc. También que sea capaz recordar conversaciones previas y utilizar un amplio rango de memoria a largo plazo. Es la línea de innovación que mantiene ahora la industria, que ha dejado de proclamar que la inteligencia artificial general (consciente de sí misma y capaz de autoevolucionarse) está a la vuelta de la esquina para centrarse en los “agentes de IA”, modelos más pequeños pero superespecializados en las necesidades de una persona u organización.
El desarrollo de esos agentes va paralelo al de los dispositivos que los aloje. El éxito de las Ray-Ban Meta marca un punto de inflexión: ya no se trata de replicar las funciones del smartphone en unas gafas, sino de crear una nueva forma de interactuar con la inteligencia artificial más natural e integrada en la vida del usuario. Con Google también apostando por esta dirección con su Proyecto Astra, 2025 podría ser el año en que las gafas inteligentes finalmente cumplan la promesa que hicieron hace una década, aunque de una forma que nadie esperaba entonces.
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