Puerto Rico, en situación límite por la falta de combustible tras el paso del huracán
Nueve días después de que el huracán María azotase Puerto Rico, miles de contenedores de comida, agua y medicinas están atascados en los puertos y almacenes de la isla. Los problemas logísticos son la causa de que continúe siendo imposible que los suministros necesarios lleguen a millones de estadounidenses.
En muchas zonas de este territorio estadounidense la comida, las medicinas y el agua potable son escasos. Y, en medio de una crisis humanitaria, fuentes locales han avisado de que el número de fallecidos podría ser mucho mayor que las 16 muertes de las que se ha informado hasta el momento.
El jueves, la Casa Blanca suspendió temporalmente la 'Jones Act', una ley de 1920 que impide que buques extranjeros entreguen suministros a los puertos de Puerto Rico. Pero la ruptura de la cadena de suministros en la isla ha dejado a muchos con la preocupación de que la decisión de Trump no sea suficiente para que llegue la ayuda a las personas que más la necesitan.
Yennifer Álvarez, portavoz del gobernador de Puerto Rico, explica que el jueves por la mañana llegaron unos 9.500 contenedores llenos de carga al puerto de San Juan y que el gobierno estaba tratando de buscar a transportistas que puedan repartir los suministros por toda la isla.
El problema del reparto se ha visto agravado por la escasez de gasolina. En torno a la mitad de las 1.100 gasolineras que hay en la isla están fuera de servicio. En las que permanecen abiertas, la gente hace colas de hasta nueve horas para conseguir combustible para vehículos y generadores que se han convertido en esenciales porque la isla sigue sin electricidad.
Rafael Álvarez, vicepresidente de Méndez & Co, una compañía de distribución de comida ubicada en San Juan, teme que si el combustible no se distribuye de una manera eficiente pronto, la gente terminará desesperándose.
“Lo que espero realmente es que las cosas hoy estén peor de lo que van a estar mañana”, dice. “La gente se está angustiando porque hace mucho calor y es muy difícil acceder a agua potable”. Por culpa de la acuciante crisis económica que vive Puerto Rico, muy poca gente tiene dinero suficiente para costearse suministros de emergencia para más de una semana, añade.
Si hubiera combustible disponible, explica Álvarez, los bienes podrían repartirse de una manera eficiente por toda la isla y los generadores funcionarían con suficiente fiabilidad, lo que haría que se resolviesen algunos de los problemas que más preocupan en el territorio.
Hay comida, pero no medios de transporte
El almacén de Álvarez está completamente lleno de productos como cereales, barras de granola y salsas para pasta. Sin embargo, aunque la mercancía está lista para trasladarse a las tiendas locales, tan solo el 25% de su flota de distribución está ahora disponible por culpa de la escasez de combustible o de los daños que causó la tormenta.
Muy pocas tiendas abren sus puertas porque necesitan gasolina para que funcionen sus generadores. “La industria alimenticia está casi completamente intacta, excepto por el hecho de que necesita combustible diésel”, cuenta Álvarez. “Necesitamos combustible para funcionar”.
Las autoridades federales y estatales han dicho que hay suficiente diésel en la isla, pero que ha sido muy difícil distribuirlo. “Mira, el problema del gas y del carburante no tiene que ver con la cantidad que tenemos en nuestro poder. Tiene que ver con cómo podemos distribuirlo”, apuntó el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, en NPR.
Los hospitales necesitan desesperadamente diésel, ya que dependen por completo de los generadores.
Años de problemas financieros hicieron que el sistema sanitario de la isla estuviera ya seriamente debilitado antes del azote del huracán. Esto podría significar también que el número final de muertes sea de docenas o cientos más que lo que el gobierno ha informado, según indica el Centro de Periodismo Investigativo (CPI), un proyecto periodístico local.
El CPI también ha descubierto que las morgues de los hospitales están llenas o por encima de su capacidad. Mientras tanto, las funerarias no pueden funcionar con normalidad sin combustible, los familiares de personas muertas no son informados por los problemas de comunicación que hay en la isla y las autoridades no pueden registrar las muertes de una manera eficiente porque el gobierno local no funciona con normalidad.
Traducido por Cristina Armunia Berges