No está claro si dan risa o miedo: perfiles semanales con mala leche de los que nos mandan (tan mal) y de algunos que pretenden llegar al Gobierno, en España y en el resto del mundo.
Cayo Lara, un tipo decente en medio de un funeral
A Cayo Lara (Argamasilla de Alba, Ciudad Real, 1952) le puede tocar el papel de enterrador cuando él venía tan contento vestido de boda. Los que le conocen destacan sus virtudes: decente, trabajador, buena persona, pero también apuntan carencias: algo limitado en el discurso, por lo cansino en el decir, y un cierto inmovilismo dogmático, sea generacional o ideológico. De todos sus defectos, el más grave es que parece normal, uno de nosotros, una tara en un tiempo revuelto que reclama superhéroes, o al menos que lo parezcan.
Hay dos Partidos Comunistas de España y, por lo tanto, dos Izquierdas Unidas: un PCE-IU propenso a los valores de orden, el que aceptó la Monarquía, la bandera y un sistema bipartidista en el que se ha sentido cómodo en su rol de referente ético de la izquierda frente a las veleidades del PSOE, y otro rupturista. Ambos son hijos de la Transición, dos almas que pueden convivir si no se produce una crisis que afecte al andamiaje. Ahora, que sumamos crisis económica y sistémica, con el desgaste de las instituciones, la convivencia resulta imposible y todo apunta, al menos en la Comunidad de Madrid, a la escisión. Aunque no será la primera cada vez queda menos pastel que cortar.
Lara pertenece al PCE-IU de orden, de ahí su desorientación, visible desde mayo de 2014, fecha de las elecciones europeas, que es cuando empieza la marcha fúnebre, o quizá fue antes. En su favor hay que decir que los problemas de compresión de la realidad son patrimonio de una parte importante de su grupo político, una tragedia para la izquierda que necesita a IU, y también al PSOE.
Una vez solté una maldad en mi blog. Escribí que Cayo Lara había acudido de joven a un campamento en la Rumanía de Ceaucescu, se había golpeado la cabeza y entrado en un coma del que acababa de despertar. Parecía un remake de la película Goodbye Lenin. Una amiga me acusó de ser injusto, de dar bazas a la derecha. “Bueno, tal vez tengas razón”, respondí, “porque a veces parece que aún no se ha despertado”. Por una buena broma soy capaz de perder un amigo, o un trabajo. La chanza vale también para el PSOE que cree que la calle son los bares de la calle Ferraz, o los de Santa Engracia.
Nuestro tipo inquietante empezó bien su carrera de coordinador general. Fue elegido en diciembre de 2008, siete meses después de que la coalición obtuviera el peor resultado electoral de su historia: un diputado y medio: Gaspar Llamazares y Joan Herrera, que es el líder de Iniciativa per Catalunya Verds. Tal vez aquel periodo se parezca al actual y una de las enseñanzas que se pueden extraer de la historia de la coalición es que no hay que dar por muerto al difunto, que la muerte da muchas vueltas. IU tiene más vidas que un gato.
El aterrizaje de Lara en el mando supremo de IU coincidió con el inicio de la mayor crisis económica mundial desde la Gran Depresión. Lehman Brothers se hundió en septiembre de 2008 y todo el castillo de naipes levantado en los alegres años de la desregularización financiera impulsada por Reagan y Thatcher se derrumbó en pocos meses. En España, el presidente Zapatero y los suyos decidieron no pronunciar la palabra crisis como si esta actitud fuera un conjuro y no una irresponsabilidad.
Lara dedicó el primer mandato a pacificar su patio que andaba revuelto y dar apariencia de llevarse bien con Llamazares, un parlamentario brillante pero un líder sin instinto asesino, que es como ser delantero centro de fútbol y no tener gol.
PCE-IU obtuvo once escaños en los comicios de noviembre de 2011, un notable éxito que debemos reconocer en parte a Cayo Lara, aunque el impulsor fue Zapatero con una segunda legislatura lastrada por los recortes anunciados en mayo de 2010 y la reforma exprés del artículo 135 de la (muy intocable) Constitución española. El PSOE y PCE-IU son vasos comunicados: si uno sube mucho (1982 y 2008, sobre todo), el otro se encoje, y viceversa. Ese es el esquema que conoce Lara y es desde el que toma sus decisiones.
Uno de los hitos en su biografía es la lucha que mantuvo contra el constructor Francisco Hernando, alias El Pocero, y el alcalde socialista de Seseña, José Luis Martín. Esta localidad toledana levantada en medio de la nada es un símbolo de la especulación, la burbuja inmobiliaria y la corrupción. El Pocero, amigo del entonces presidente de Castilla La Mancha, José Bono, salió más o menos limpio de aquello, aunque la Fiscalía Anticorrupción laminó a Martín, ya exalcalde, acusándole de prevaricación, cohecho y un delito contra la hacienda pública. Lara es un luchador que merece mejor prensa.
Los críticos dicen que ha tirado por la borda este pasado ejemplar al consentir la corrupción en IU, sobre todo en Caja Madrid y en el caso de las tarjetas en negro. Resulta una broma del destino que tras toda una vida de lucha contra la derecha primero y contra el PSOE después, Cayo Lara acabe siendo parte de la casta.
Los partidarios sostienen que es consciente de que su etapa al frente de IU ha terminado y destacan su gesto de generosidad al dejar paso a Alberto Garzón y evitar una escisión. Los críticos recuerdan que la entrega del mando electoral al joven diputado de Málaga está siendo de todo menos pacífica. Una prueba es la resolución que salva a Ángel Pérez y Gregorio Gordo, los portavoces del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, de una expulsión inmediata, así como la renuncia a disolver IU-Madrid. Pérez y Gordo están salpicados en el escándalo de Caja Madrid.
“Lo que intenta Cayo Lara es debilitar a Garzón, impedir que consiga una posición de fuerza dentro de IU. Lo ocurrido en Madrid es una bofetada para Alberto”, dice una fuente próxima a los críticos. El sector oficialista desprecia al líder emergente a quien llaman “el chico ese”, o “los niños”, un calificativo que se extiende a Tania Sánchez, vencedora de las primarias de IU para la Comunidad de Madrid y cuya candidatura está en el aire, al menos dentro de estas siglas. Es una simplificación afirmar que se trata de un conflicto generacional entre vieja guardia y jóvenes nacidos al calor del 15-M. Julio Anguita está con los críticos y no es joven.
Lara carece de la popularidad de Garzón, que se mueve con soltura en los platós y en la calle. La cámara le quiere. Se le ve más próximo a Pablo Iglesias e Íñigo Errejón que de Lara y el PCE. En una conferencia en Madrid, Juan Carlos Monedero le espetó: “Pareces de Podemos” y Garzón replicó: “Y tú de IU”, pero el retrato estaba hecho. Monedero lo había clavado. En el sector oficial muchos le ven como un caballo de Troya de Podemos, lo mismo que a Tania, aunque en este caso el odio es muy visible, casi producto de un tic machista. Mucha de la información que ha salido contra ella en Rivas Vaciamadrid, el asunto del hermano con quien no se habla, pero que ha defendido, procede del sector oficial de IU. La campaña contra ella, independientemente de cuáles sean sus responsabilidades y errores, es una campaña contra Pablo Iglesias. Tania es o era, no lo sé ni creo que sea esencial en este texto, la compañera sentimental del líder de Podemos.
Los que acusan a Lara de tener un discurso simple suelen hacer referencia a su escasa preparación académica. Dejó los estudios a los 13 años para trabajar con su padre, que era agricultor. Fue una cuestión de exigencia: primero comer, después, si se puede, estudiar. Lara no terminó el bachillerato, pero es un lector ávido, un autodidacta, que siente pasión por la economía y por Eduardo Galeano, a quien siempre cita. Esa falla en su currículo fomenta las burlas y los desprecios, cuando lo suyo no es incultura, solo cerrazón ideológica. Él ve así las cosas así, es su mirada.
El ejemplo de Syriza, ganador de las elecciones en Grecia, es una muestra de cómo Lara se ha dejado robar la foto y el discurso en el momento clave. Antes de que existiera Syriza, cuando era Sinapismós, IU estaba al lado de un desonocido Alexis Tsipras dándole apoyo y consejo. Ahora, el Tsipras superstar sube a Pablo Iglesias al estrado en su mitin de cierre de la campaña. Un privilegio del que no disfrutó Alberto Garzón.
Una de las fuentes con las que he hablado para elaborar el perfil sostiene que a finales de este año habrá un Gobierno conservador en España, que la izquierda se quedará en las puertas, como sucedió en Grecia en junio de 2012, pero que este no podrá finalizar la legislatura debido a la escasez de apoyos. Sería en 2016 o 2017 la fecha de la victoria y Gobierno de la izquierda.
¿Dónde estarán Lara e IU? El coordinador general termina mandato en diciembre de 2016, si es que no se ve obligado a irse antes debido a alguna catástrofe en las urnas. Este año tiene citas peligrosas: Andalucía en marzo, las municipales y 13 autonómicas en mayo, catalanas en septiembre y generales, presumiblemente en noviembre. La suerte de IU puede ser paralela a la de Cayo Lara. El sorpasso soñado por Anguita no lo dará IU, en todo caso Podemos si se cumplen los vaticinios en los sondeos y el PSOE no resucita bebiéndose alguna poción mágica en el pilón de Asterix y Obelix.
Las dos almas de IU saben que se juegan el futuro el 22 de marzo en Andalucía. Sueñan con que a Susana Díaz le salga el tiro por la culata y se quede en peor situación para gobernar, que tenga que decidir entre Podemos y el PP, en activar en Andalucía la gran coalición y terminar de destruir al PSOE antes de que se abran las urnas en noviembre. “Si sacáramos el 8,4% que vaticinan las primeras encuestas estaríamos contentos, ya quisiéramos esta cifra en el resto de España”, dicen los oficialistas. IU aspira a volver a ser necesaria en Andalucía, ¿para pactar de nuevo con el Susanato?
Los defensores de Cayo Lara dicen que es injusto que se le haya convertido en el pim pam pum de todos los males cuando las decisiones, erradas o no, han sido colectivas. La ventaja de Podemos es que no tiene pasado ni ataduras, dicen. Me recuerda una frase de José Antonio Martínez Soler, cuando fue director de El Sol: “Un periódico es libre en sus número cero, luego pierde libertad en cada número que saca a la calle”.
Cayo Lara, uno los fundadores de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG), es un tipo austero, amable, sencillo. Declaró en 2010 un sueldo bruto de 42.983,86 euros. No utiliza el coche oficial del Parlamento que le correspondería por sus cargos y renunció a los planes de pensión privados del BBVA. Fue alcalde de su pueblo durante 12 años, donde aprendió que en política lo importante es abrir el grifo y que salga agua, que todo lo demás es cháchara mediática. Como alcalde cerró la plaza de toros del pueblo. En eso es un adelantado a su época. También fue coordinador general de IU de Castilla-La Mancha en 2000 antes de saltar a Madrid.
Además del mal manejo de la crisis de Madrid, tampoco estuvo fino en Extremadura: no pudo o no supo evitar que los tres diputados de IU en aquella autonomía regalasen la presidencia al candidato del PP, José Antonio Monago, a quien volvieron a salvar en el asunto de los viajes a Canarias con dinero público para presuntas reuniones privadas, siempre en Tenerife y al parecer siempre con la misma interlocutora.
Otra prueba de la pérdida del paso de IU fue la abdicación del rey. Se obcecaron en exigir un referéndum para proclamar la república. Podemos, más pegado a la ciudadanía, solo pedía el derecho a que se vote al nuevo rey. El objetivo final era el mismo, pero la música resultaba diferente. Los socialistas siguen empeñados en la serie Cuéntame, IU busca su serie favorita, que podría ser Juego de Tronos (¿o esa es también del PSOE?), cuando la sociedad está por apagar la televisión. No es para menos.
A Cayo Lara (Argamasilla de Alba, Ciudad Real, 1952) le puede tocar el papel de enterrador cuando él venía tan contento vestido de boda. Los que le conocen destacan sus virtudes: decente, trabajador, buena persona, pero también apuntan carencias: algo limitado en el discurso, por lo cansino en el decir, y un cierto inmovilismo dogmático, sea generacional o ideológico. De todos sus defectos, el más grave es que parece normal, uno de nosotros, una tara en un tiempo revuelto que reclama superhéroes, o al menos que lo parezcan.
Hay dos Partidos Comunistas de España y, por lo tanto, dos Izquierdas Unidas: un PCE-IU propenso a los valores de orden, el que aceptó la Monarquía, la bandera y un sistema bipartidista en el que se ha sentido cómodo en su rol de referente ético de la izquierda frente a las veleidades del PSOE, y otro rupturista. Ambos son hijos de la Transición, dos almas que pueden convivir si no se produce una crisis que afecte al andamiaje. Ahora, que sumamos crisis económica y sistémica, con el desgaste de las instituciones, la convivencia resulta imposible y todo apunta, al menos en la Comunidad de Madrid, a la escisión. Aunque no será la primera cada vez queda menos pastel que cortar.