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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

El FBI cerca a Michael Cohen, el ‘consigliere’ que guarda los secretos de Trump

Hace solo unas horas, algún desgraciado asesor ha recibido el encargo de entrar en el Despacho Oval y contar a Donald Trump que el FBI estaba haciendo un registro en el despacho de su abogado. Que 'su' FBI se ha plantado en varias de las oficinas de Michael Cohen en el Rockefeller Center en Nueva York y en la habitación del hotel donde vive en los últimos tiempos y que se ha llevado documentos. Muchos documentos, como por ejemplo el acuerdo al que Cohen llegó con la estrella porno Stormy Daniels para que se callara una aventura sexual a cambio de 130.000 dólares (unos 100.00 euros). Una aventura con Trump, no con Cohen.

Es difícil ocultar una sonrisa cuando un abogado de Manhattan dice muy serio a la prensa que se gastó 130.000 dólares de su propio dinero para proteger a un cliente sin que éste lo supiera y sin intentar jamás recuperarlo. Es raro, pero la verdad es que la relación entre Cohen y Trump también es rara.

Él mismo lo ha dicho en el pasado: “De verdad me preocupo por él y por su familia, más allá de ser un empleado y un abogado”. O como cierta vez explicó: “Si alguien hace algo que disgusta al señor Trump, yo hago todo lo que está en mi mano para resolverlo en beneficio del señor Trump. Si haces algo malo, voy a ir y a cogerte por el cuello y no voy a soltarte hasta que haya terminado”.

A la luz de esta frase, resultan más que acertados los apodos que le han puesto a Michael Cohen desde que comenzó a trabajar para el futuro presidente hace 12 años. Le llaman “el pitbull de Trump”, pero también “Tom” en referencia al personaje de Tom Hagen en la saga de El Padrino. Ya saben, el abogado y 'consigliere' de la familia Corleone que es uno más y sabe de todos sus manejos criminales. Aunque es bien sabido que Cohen lleva habitualmente una pistola en el tobillo, no se le conoce pasado metiendo cabezas de caballo en la cama de nadie. Pero eso no quiere decir que sea ajeno a amenazar a los adversarios de su cliente.

Cuando Trump se estaba divorciando de su primera mujer, Ivana, ésta le acusó de violación y su abogado Michael Cohen no se conformó con decir que “si es tu mujer, no puede ser violación”. También habló con un periodista que iba a contarlo y le dijo que tuviera cuidado porque “lo que te voy a hacer es jodidamente desagradable, ¿lo entiendes? Si escribes un artículo en el que sale el nombre del señor Trump y la palabra 'violación' voy a joderte la vida durante todo el tiempo que pases en este mundo”.

Cada vez que Trump amenaza con demandar a alguien, lo que ha sucedido muchas veces, es Cohen quien ejecuta. Ya sean periodistas, antiguas amantes o algunas concursantes de Miss USA que se atrevieron a decir que Trump amañaba el certamen.

La lealtad de Cohen hacia Trump es indiscutible. El abogado ha explicado que admira al presidente desde que estaba en secundaria y leía de cabo a rabo The Art of The Deal, el libro en el que su héroe explicaba las claves del éxito. Cohen tiene propiedades en varios de los edificios que llevan el nombre de Trump y ha sido socio de la familia en varias aventuras. Algunas, como sus contactos con el Kremlin durante la campaña presidencial para construir una Torre Trump en Moscú, le han puesto en el punto de mira de los investigadores, pero de momento su lealtad ha sido perfecta. Ni una palabra sobre los manejos oscuros del presidente en su trayectoria empresarial, en su corta carrera política o en su azarosa vida personal.

El abogado se mantiene fiel pero quién sabe qué habrá en todos esos papeles que el FBI se ha llevado de su hotel y de su oficina y que incluyen las comunicaciones entre Cohen y el presidente. Veremos qué sale de ahí.

Hace solo unas horas, algún desgraciado asesor ha recibido el encargo de entrar en el Despacho Oval y contar a Donald Trump que el FBI estaba haciendo un registro en el despacho de su abogado. Que 'su' FBI se ha plantado en varias de las oficinas de Michael Cohen en el Rockefeller Center en Nueva York y en la habitación del hotel donde vive en los últimos tiempos y que se ha llevado documentos. Muchos documentos, como por ejemplo el acuerdo al que Cohen llegó con la estrella porno Stormy Daniels para que se callara una aventura sexual a cambio de 130.000 dólares (unos 100.00 euros). Una aventura con Trump, no con Cohen.

Es difícil ocultar una sonrisa cuando un abogado de Manhattan dice muy serio a la prensa que se gastó 130.000 dólares de su propio dinero para proteger a un cliente sin que éste lo supiera y sin intentar jamás recuperarlo. Es raro, pero la verdad es que la relación entre Cohen y Trump también es rara.