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Así funciona la Asociación Nacional del Rifle: qué hacen, cómo se financian y quiénes son

En semanas como esta, no pregunten por la Asociación Nacional del Rifle. Después de una matanza siempre pasan unos días en silencio. El gran lobby de las armas sabe bien que nada de lo que diga hoy puede explicar por qué facilitó el asesinato de 17 alumnos y profesores así que ni siquiera lo intenta. Su batalla es más a largo plazo y están en la tranquilidad de quien va ganando: tienen cinco millones de miembros, 146 años de historia y a medio Congreso en el bolsillo. ¿Por qué son tan poderosos?

¿Qué hace la NRA?

A la Asociación Nacional del Rifle le gusta mucho hablar de lo que hace, pero no de todo lo que hace. Por ejemplo presume de haber educado a 30 millones de niños menores de nueve años sobre los riesgos de las armas, pero habla poco de los 1.300 que mueren al año debido a ellas. Les gusta decir que “una pistola en manos de un buen tipo salva vidas” pero hacen todo lo que pueden para evitar que se revise si el que va a comprar un arma tiene antecedentes penales o es un enfermo mental. Porque a pesar de toda la propaganda sobre clubes de caza y competiciones de puntería, la principal misión de la NRA es una y solo una: luchar contra cualquier ley que quiera limitar el derecho a llevar armas.

No siempre fue así, de hecho las leyes de control de armas redactadas hasta los años 60 contaron con el apoyo y asesoramiento de la NRA. Sin embargo, desde los 70 hasta hoy la organización entiende que cualquier medida para limitar las armas abre la puerta a la prohibición total, así que se opone hasta a las más razonables: prohibir las ametralladoras militares, denuncia obligatoria de robos de armas o destrucción de aquellas incautadas por la policía. A esa misión se dedica su división de lobby o 'Instituto de Acciones Legislativa', que tiene una enorme influencia en la legislación tanto nacional como estatal.

Solamente en las elecciones de 2016, la NRA repartió casi 50 millones de euros en donaciones a campañas. Por cada dólar que entregó a un candidato demócrata, dedicó más de 200 a ayudar a republicanos. Pero el dinero no es la única clave de su éxito en el Congreso, su verdadero patrimonio son esos cinco millones de socios que tienen una opinión muy clara sobre el derecho a portar armas y un nivel enorme de compromiso. Como dijo el asesor de Clinton George Stephanopulos: “son buenos ciudadanos. Llaman a sus representantes, escriben y votan. Dan dinero a las campañas. Y acaban por conseguir lo que quieren”. Es importante entender que su influencia política va mucho más allá de sus donaciones: son una minoría, pero una bien organizada y dispuesta a hacerse oír.

Su gran arma es la influencia. La NRA puntúa a los cargos públicos y candidatos en función de ‘cómo se portan’ y se asegura de que sus miembros lo sepan. El problema de ‘portarte mal’ con la NRA si eres un congresista republicano es que, aunque sean una minoría, pueden acabar contigo. En unas elecciones primarias con poca participación entre el público general, una campaña de presión de la NRA para asegurarse de que sus miembros vayan a votar y cierta financiación a otro candidato pueden marcar la diferencia. Ellos controlan el partido republicano desde la base y si además se sienten particularmente amenazados por un demócrata, atacan. En 2016, se gastaron 24 millones de euros en promocionar a Donald Trump y hundir a Hillary Clinton.

Su éxito es tan enorme que no solo han conseguido impedir restricciones a las armas de fuego, sino bloquear el conocimiento mismo del daño que hacen a la sociedad: en la práctica han ilegalizado la investigación al respecto. Durante la aprobación de la Reforma Sanitaria de Obama, la NRA consiguió colar una línea en que se prohíbe que el gobierno o tu seguro médico te pregunten si posees un arma. A mediados de los 90, dos estudios del Centro de Prevención de Enfermedades advirtieron de los riesgos de tener un arma en casa y el Congreso prohibió por ley que la institución volviera a investigar sobre el tema. Cuando en 2009 el Instituto Nacional de Salud calculó que el propietario de un arma tenía casi cinco veces más probabilidades de morir en un asalto, la NRA también logró que le prohibieran investigar más. Ya no es que no se puede obstaculizar la venta de metralletas, tampoco se pueden hacer estadísticas de sus efectos.

¿Cómo se financia la NRA?

Toda esta actividad política es cara y además hay que contar con el mantenimiento de revistas, una televisión, galerías de tiro y campamentos de verano para un millón de niños. En 2016, año electoral, la NRA se gastó 380 millones de euros y tuvo que tirar de sus ahorros porque solo ingresó 350. ¿De dónde saca el dinero la organización?

La clave de su financiación está, como la de su influencia política, en en el entusiasmo sus simpatizantes. En 2014 y sin contar a los miembros que pagan cuota, la NRA logró que 30.000 estadounidenses financiaran sus campañas políticas. Y no hablamos de ricachones: el 90% de esos donantes aportaron menos de 200 euros. Y cuanto más asustadas están estas personas, mejor para la NRA: logran recaudar más dinero después de una matanza o durante los años electorales, es decir, cuando los dueños de armas temen que vayan a aprobarse leyes que limiten su compra.

Sus simpatizantes son importantes, pero tampoco podemos olvidarnos de la otra gran fuente de financiación de la NRA: la industria de las armas. Si para los amantes de las armas es fundamental proteger su derecho a tenerlas, en el caso de los fabricantes y comercializadores se trata de una cuestión de supervivencia. Solo entre 2005 y 2012 las grandes compañías han donado entre 15 y 40 millones de euros, además de invertir decenas de millones en publicitarse en sus revistas y otros medios. Algunas dan directamente un porcentaje de cada venta a la asociación o pagan una año de cuota a cada persona que les compra un arma.

¿Quiénes son los miembros a la NRA?

¿Qué sabemos de esos cinco millones de socios? Pues para empezar, que no son cinco millones: pueden ser más o pueden ser menos, según se mire. La propia NRA presume de esa cifra, pero muchos creen que los socios activos que pagan su cuota son muchos menos. Sin embargo, según las encuestas, unos 14 millones de estadounidenses se declaran miembros de la NRA, lo que dice mucho de su buena imagen. También sabemos que casi 8 de cada diez miembros son republicanos y más de la mitad tiene siempre un arma a mano y posee más de cinco en total.

Sabemos también que son bastante más ricos que la media: solo uno de cada cinco estadounidenses que posee un arma es socio de la NRA, pero si vive en un hogar donde entran más de 80.000 euros al año, la proporción sube hasta uno de cada tres. Tal vez esto explique por qué son tan generosos con sus donaciones.

Sería un error considerar a todos los miembros de la NRA unos locos extremistas. Aunque sus líderes son todo eso y más, sus miembros son más plurales y más razonables: tres de cada cuatro socios, por ejemplo, están a favor de que se revisen los antecedentes de todo aquel que va a comprar un arma. Sin embargo, quieren que su asociación siga siendo un actor fundamental en el debate: apenas uno de cada diez cree que la NRA tiene “demasiada influencia” en el diseño de la legislación sobre armas.

En semanas como esta, no pregunten por la Asociación Nacional del Rifle. Después de una matanza siempre pasan unos días en silencio. El gran lobby de las armas sabe bien que nada de lo que diga hoy puede explicar por qué facilitó el asesinato de 17 alumnos y profesores así que ni siquiera lo intenta. Su batalla es más a largo plazo y están en la tranquilidad de quien va ganando: tienen cinco millones de miembros, 146 años de historia y a medio Congreso en el bolsillo. ¿Por qué son tan poderosos?

¿Qué hace la NRA?