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Facebook, (dudoso) estandarte de la moral

Censores

Maite Garrido Courel

Madrid —

En la España franquista existía un órgano represor por el que pasaba todo lo publicable fueran películas, libros o revistas. Cualquier tema era susceptible de ser recortado por las manos de la moral, pero si había algo que la censura no podía soportar era la imagen de un pezón. Insinuar sí, pero nunca mostrar, y menos si ello –más allá del supuesto exhibicionismo– llevaba implícito un mensaje transgresor, reivindicativo o en el peor de los casos, feminista.

El 30 de agosto –de 2013– la página feminista, “No quiero tu piropo, quiero tu respeto” de Ciudad Juárez, México, fue suspendida por Facebook después de ser censurada diariamente en las dos últimas semanas por su “contenido inapropiado”. El último detonante: dos ilustraciones sobre la masturbación femenina.

Desde su fundación en 2012, el colectivo feminista mexicano ha tenido como objetivo crear conciencia sobre el acoso sexual callejero que reciben las mujeres. “Hemos logrado dimensionar que el problema que atacábamos no estaba presente sólo en nuestra ciudad y que miles de mujeres en todo el mundo eran acosadas diariamente en las calles, escuelas, comunidades y trabajo”, afirma una de sus administradoras. Esto les ha valido convertirse en uno de los grupos feministas más influyente de América Latina. “Sin embargo, al mismo tiempo que crecemos, los ataques hacia las integrantes del colectivo y la censura hacia nuestro trabajo se han hecho más recurrentes y directos”.

Eva Ixchel, otra de las administradoras y fundadora de la página, denuncia además que sus cuentas personales de la plataforma social también han sido bloqueadas en algunos de los casos hasta un máximo de 30 días. “Facebook nos pide que ”para volver a publicar la página“ anulemos publicaciones que considera ofensivas, que violan sus ”normas de convivencia básicas“.

De nuevo el 'pezón transgresor'. Las imágenes que más perturban la moral facebookiana, aparte de los innombrables, son las de sangre menstrual o la sexualidad explícita y por cuenta propia, de las mujeres.

Ilustración de Ana Elena Pena.

“No creemos que ninguna de nuestras publicaciones tenga contenido de carácter sexual o pornográfico, violento o repulsivo, ni que busquemos dañar la sensibilidad de nadie”, asevera Ixchel. “Nosotras publicamos contenido detonador de reflexiones y discusiones. ¿Se indignan y asquean ante la menstruación y no ante la violencia hacia las mujeres? ¿Cómo siguen abiertas páginas de pornografía infantil, que denunciamos, y a Facebook no le parece ofensivo ni inapropiado?”.

“Un desalojo, otra okupación (en fb)”

Otras páginas feministas como Feministas ácidas, Bollo Sapiens, Feminismo Tocapelotas, Femen España entre otras, se encuentran en la misma situación de censura reiterada y riesgo de suspensión. “El último paso ha sido bloquear la página durante unas horas bajo el aviso de que es posible que si sigue así no nos dejen tenerla”, dice Irene Redondo, responsable de las feministas ácidas.

Un espacio como Internet donde para muchas se presenta como hostil hacia las mujeres también es, contradictoriamente, el lugar donde el feminismo puede difundir, conectarse y contraatacar en la red. “Facebook y Twitter son las redes más utilizadas, pero también son las que más asedian con su voraz censura. Con las herramientas del amo no desmontaremos la casa del amo. Así que hay que armarse de paciencia, de amor a lo que hacemos y resistir”, escribía Redondo en Píkara Magazine.

La impotencia con la que asisten a la censura de sus contenidos, ha llevado a las mexicanas de “No quiero tu piropo, quiero tu respeto” a lanzar una propuesta en Change.org en la que apelan a la plataforma californiana, mediante la recogida de firmas, a cambiar sus baremos de restricción así como sus políticas de contenidos.

Esta nueva ola de recortes morales por las manos censoras de Facebook vuelven a poner sobre el tapete: ¿Quiénes son los que forman parte de ese órgano censurador? ¿Cuáles son los criterios por lo que algunos contenidos son inapropiados y otros no?

Censurando como pollo sin cabeza

Los criterios que utiliza Facebook para eliminar contenidos supuestamente relacionados con el sexo ya han dado lugar anteriormente a algunas polémicas. Este verano, con la controversia creada en torno a las imágenes de mujeres siendo sobadas por algunos hombres en el chupinazo de San Fermín, se había iniciado en torno a dicha imagen un debate y discusión sobre el sexismo. Facebook procedió a eliminarla, y con ella toda esa discusión, alegando: “El contenido ha sido reportado, revisado y retirado ya que no cumplía con las políticas de Facebook. Nuestras políticas sobre desnudos son claras y se aplican de manera equitativa y global. La seguridad de nuestros usuarios es muy importante para nosotros y cuando un contenido es reportado como una violación de nuestros términos, lo revisamos y retiramos si no cumple con dichas políticas”. Lo que se le escapaba a los censores de Facebook es todo el contenido crítico que esa imagen había generado y que estaban eliminado de un plumazo –y tarde– sin atender al trasfondo del mismo.

El proceso para que Facebook elimine un contenido o una página tiene que partir primeramente de los reportes, o denuncias, que hacen los usuarios y que luego la plataforma analizará y en el caso de que en verdad le parezca inapropiado, procederá a la censura. Es decir, la última palabra en cualquier caso, la tiene Facebook. En el caso de que el usuario reincida, le cierra el perfil. The Guardian publicaba cómo el sitio suele contratar a terceros para que “provean una clasificación preliminar de una pequeña proporción del contenido reportado” y dándoles un documento que, según publicaba la web especializada Gawker, contiene “un mapa del terreno moral” de la red social. Pero después de esa “proporción preliminar” la plataforma no explica quiénes son los que finalmente ordenan la censura.

Parece claro que los criterios no siempre son acertados y en ocasiones llegan a ser dudosos y absurdos. Tanto es así que los autores del sitio web Theories of The Deep Understanding of Things pusieron a prueba a la red social con una foto que podría interpretarse como un pecho o un codo. No tardaron ni un día en censurarla.

Los guardianes de la moral en Facebook, como ocurría en el franquismo, pierden el norte hasta no distinguir una reivindicación feminista de algo pornográfico. O lo que es lo mismo, un culo de un codo.

Ilustración: Bruno Aziz

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