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Por qué libre no es gratis

Es común confundir lo que es libre con lo que es gratuito, por lo menos cuando hablamos de software, aunque también se aplica en otras áreas tecnológicas, incluso en la cultura. Comencemos con el caso particular del software y luego generalicemos al área cultural, a la cultura libre.

El software gratuito es ofrecido por el creador sin esperar un pago monetario por él, en esto estamos todos claros. En cambio, el software libre, además de ser gratuito la gran mayoría de las veces, es ofrecido con una serie de libertades para el usuario final, libertades económicas, académicas, aun políticas y filosóficas.

En la práctica hay muchas definiciones de software libre pero quizá la más importante, la que apuntaló todo un movimiento, es la definición establecida por Richard Stallman a mediados de los años 80. Según Stallman, un software es libre cuando ofrece estas cuatro libertades al usuario:

  • La libertad de ejecutar el programa para cualquier propósito
  • La libertad de estudiar cómo funciona el programa, y cambiarlo para que haga lo que usted quiera. El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.
  • La libertad de redistribuir copias para ayudar a su prójimo.
  • La libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros. Esto le permite ofrecer a toda la comunidad la oportunidad de beneficiarse de las modificaciones. El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.

Las primeras dos libertades son individuales. Las últimas dos, colectivas. Como consecuencia de esa definición tenemos que el software es libre porque respeta el derecho de los usuarios a acceder al conocimiento implícito en él y a reutilizarlo siempre y cuando esas libertades se mantengan. Visto así, un software puede ser gratuito y a la vez cerrado, incluso prohibitivo si no contempla esas libertades.

En inglés la confusión es recurrente porque se llama “free software”, por eso encontramos frases como “free as in beer” (gratuito como la cerveza) versus “free as in speech” (libertad de discurso) para esclarecer el uso del término “free” aplicado al software libre.

Otros movimientos derivados del software libre aumentan la confusión en el tema. Es así que encontramos frases como “código abierto”, “open source”, “FLOSS”, “FOSS” (Free/Libre Open Source Software). En general se trata de englobar con esos conceptos toda una cultura de compartir el conocimiento a través del software, que compartir es bueno en términos técnicos y sociales, pero también comerciales. Empresas como Google y Apple serían impensables sin el sostén tecnológico del software libre y abierto.

Básicamente podemos aplicar los mismos principios a la llamada cultura libre o “free culture”, como la llamó el abogado Lawrence Lessig en su libro homónimo, en torno al cual surgió todo un movimiento, inspirado por los trabajos de Stallman.

Stallman y Lessig sostuvieron sus respectivos movimientos sobre la legalidad. El primero creó la Licencia GNU. El segundo, las licencias Creative Commons. Con ellas los usuarios tienen la confianza de que sus trabajos creativos, que van del software al diseño, de los libros al hardware, estén disponibles bajo términos más comunitarios, digamos.

Cultura libre es sobre compartir, acceder antes que prohibir, y dar un voto de confianza al otro. La cultura libre engloba conceptos viejos y nuevos, desde la economías basadas en el trueque hasta la cultura hacker de compartir el código del software. Hablamos de una cultura potenciada por el flujo imbatible de copia y remix (remezcla, reescritura, rehacer) de nuestra era de Internet. Hablamos de redes de conocimiento a favor del bien común.

Libre no es gratis porque, como hemos visto, lo gratuito no abarca la profundidad y extensión de lo que es libre, en el software ni en la cultura.