Una activista que viajó desde Barcelona para participar en el Circumvention Tech Festival en Valencia se llevó una sorpresa bastante desagradable al encontrar un dispositivo que parece ser un rastreador adosado a su coche.
El dispositivo, al que eldiario.es tuvo acceso, estaba unido mediante imanes en la parte interna del guardafangos de la rueda izquierda de su Opel Astra y tenía conexión mediante cables a una batería que también estaba pegada al coche.
El aparato incluye una antena que salía externamente y una tarjeta SIM de la marca Movistar para acceso a una red GSM. Todo el dispositivo estaba envuelto en cinta aislante negra. Dentro, se encuentran borradas manualmente o alteradas las identificaciones en la carcasa de los circuitos integrados, lo que dificulta conseguir más información sobre el dispositivo.
Controles rutinarios
La mujer, entrevistada por eldiario.es, relató que cree que esto puede estar relacionado con dos hechos anteriores. El primero, cuando volvía de dar una charla en París sobre vigilancia el 8 de febrero, tras cruzar la frontera francesa, una patrulla del cuerpo nacional de policía le da el alto en el peaje de la Junquera.
“Me dijeron que era un control rutinario, lo que me pareció curioso, no lo parecía. Me hicieron bajar del coche y un agente se lo llevó fuera de mi campo de visión. Yo pedí estar presente mientras tocaban mis cosas, sólo eso, pero no me dejaron. Tuvieron el coche más de una hora y luego me lo devolvieron y me dejaron seguir. Sólo me dijeron que ”no habían encontrado nada de interés“ y que se trataba de un control rutinario”. Todo esto sucedió entre las 11 y 12.15 de la noche. “Yo intenté hacer una llamada con mi móvil mientras esto sucedía y ellos me lo quitaron y cortaron la comunicación, me sentí en una situación de total desprotección”.
El segundo sucedió esta misma semana, el 1 de marzo, al llegar a Valencia, también para dar una charla sobre vigilancia. Estaba bajando sus pertenencias del coche cuando llegó una patrulla de la policía nacional y le pidió documentación a ella y a todas las personas que se encontraban en ese momento alrededor del vehículo. Ella estaba mal aparcada y cuando preguntó por la multa que le tocaba por eso, los agentes le dijeron que no eran de la policía local y que se trataba de un “control rutinario”.
Mismas palabras que le trajeron a la memoria el incidente anterior en La Junquera. “Era muy extraño”, dice la activista. Unos días después, ve unos cables y encuentra el dispositivo. “Tengo entendido que es un rastreador GPS/GSM, por el cual a través de satélites recibe la geolocalización del vehículo y transmite esos datos”.
Una anécdota irónica
Ayer ha puesto una denuncia contra la policía en los juzgados de Valencia, aunque dice que tiene dudas sobre que vaya a resolverse el caso. En los juzgados le comentaron que si pone una denuncia así, probablemente termine archivada.
La activista no ha querido que se publique su nombre. Le preguntamos por qué. “Cuando la gente lea esto enseguida irá a preguntarme '¿qué tienes que ocultar?', en vez de centrarnos en el hecho de que aquí se invade la privacidad de una persona”. “Afortunado o irónico”, la mujer intenta buscar una palabra para calificar lo que ha pasado, en este contexto, donde “venimos a un encuentro donde hay muchas personas de otros países como Irán, Túnez, Nigeria, Estados Unidos, América Latina, compartiendo sus experiencias de invasión a la privacidad a todos los niveles.