Soy periodista. Trabajo en eldiario.es. Pasé por La Sexta Columna, Público.es y La Voz de Galicia. Tengo otro blog: En contraportada. Estoy en Twitter, o tengo un perfil ahí, ya no sé: @hectorjuanatey.
Soy periodista. Trabajo en eldiario.es. Pasé por La Sexta Columna, Público.es y La Voz de Galicia. Tengo otro blog: En contraportada. Estoy en Twitter, o tengo un perfil ahí, ya no sé: @hectorjuanatey.
Les voy a contar una historia, una historia breve, no les robará mucho tiempo. De hecho, tampoco es en sí una historia, es más bien la presentación de un caso, un caso real, un caso que me pilla muy de cerca. Hay una mujer y hay un hombre, un maltratador. Un hombre que tenía una orden de alejamiento que, oh, “caducó”, o eso le dijeron. Ya no estaba en vigor, vaya. Un hombre que, al “caducar”, oh, su orden de alejamiento, se dirigió a la casa de esta mujer a amenazar, a intimidar, a permanecer en un coche cerca del portal esperando a quién sabe qué. O sí. Es la historia, también, de unos policías que, cuando la mujer se acercó a la comisaría a presentar, de nuevo, una denuncia, respondieron: “La orden caducó, solo puede presentar una denuncia por insultos”. Por insultos, porque la orden, oh, “caducó”. “No podemos hacer nada más hasta que se produzca una agresión”. O, añado, hasta que el hombre, finalmente, mate a la mujer.
Lo peor, lo que duele, lo que cabrea, lo que a veces inclina a uno a dejarse de protestas pacíficas es saber que no lo van a hacer, que todo esto les da igual.
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