'Dr. Death', la historia del diablo vestido de médico a la que le falta llegar a las entrañas del espectador
El rey de Babilonia tuvo un sueño que no recordaba, pero le preocupaba profundamente. Llamó a toda su corte para que alguien le explicara el significado, convencido de que sería grandioso. El sabio Daniel consiguió concretar e interpretar aquellas imágenes que se le habían aparecido, cumpliendo así con las expectativas del ávaro rey: Dios levantaría para él un reino eterno que jamás sería dado a otro pueblo.
En este episodio bíblico se podría basar la compleja identidad del Doctor Christofer Duntsch, tal y como lo compara su propio padre en la ficción. El más conocido como Dr. Death, hizo de su personalidad el terror de los quirófanos: un ego y unos aires de grandeza que le llevaron a mutilar a más de treinta pacientes y matar a dos mientras ejercía la cirugía. Si bien la historia del rey Nabucodonosor es una leyenda religiosa, el protagonista de la serie que lleva su apodo por título existe de verdad, y su terrorífica trayectoria es reflejada en los ocho capítulos de la serie de Peacock.
Dr. Death ya se puede ver en España a través de Starzplay. La serie está basada también en el podcast del mismo nombre, y relata la historia del incompetente neurocirujano Duntsch, a quien da vida un aprobado Joshua Jackson. El caso narrado en la serie muestra cómo este doctor dejó a casi todos sus pacientes paralíticos o acabó con sus vidas. Fue acusado de lesionar a 33 de 38 pacientes en menos de dos años antes de que la Junta Médica de Texas anulara su licencia gracias a los personajes interpretados por el multipremiado Alec Baldwin y el conocido Christian Slater. La serie desgrana los fallos en el sistema de Estados Unidos para que, saltando de hospital en hospital, a un cirujano así no le faltase el trabajo. También indaga en las razones de sus actos y en su historia, humanizando hasta cierto punto al protagonista.
Si no fuese porque está basada en una historia real y todos los datos que aparecen en la serie son ciertos, se diría en primer lugar que la verosimilitud es su punto débil. Pero no, los acontecimientos que dejaron que un inepto neurocirujano operase a sus anchas es así de increíble. Y eso la ficción lo borda, puesto que el asombro del espectador se potencia al saber que lo narrado es cierto.
Cristopher Duntsch era un diamante en bruto dentro de la comunidad médica de Dallas, o eso creía él y le habían convencido de ello sus maestros. Y esas referencias eran las que usaba para sacar a flote su propia consulta o para entrar como neurocirujano a los hospitales. Y aquí es donde entra una de las dudas sobre Joshua Jackson en el papel, puesto que el carisma y la facilidad de palabra que se entiende que tenía este médico en la realidad -para comprender que lograra todo lo que logró- no se ven reflejados al 100% en su personaje. Falta chispa, falta que, además de que el paciente le permita entrar en su interior, también convenza al espectador de ello. Porque siempre gusta un villano como protagonista, pero que convenza.
El reflejo de la frustración
El personaje de Crishtopher Duntsch es el ejemplo perfecto de que tener un expediente impecable en la universidad, no te hace experto de nada todavía. Y menos si está en juego la vida de la gente. Algo muy positivo de la ficción, que insiste en este aspecto después de ver series de médicos como Anatomía de Grey o The good Doctor donde mentes brillantes en la universidad lo son también en el quirófano casi desde el principio.
Duntsch es un intento de Saul Goodman pero desde una psicopatía evidente
El Dr. Death lleva al extremo no reconocer los errores, no aceptar un 'no' como respuesta. La ficción sirve de espejo al reflejar cómo sus motivaciones y exigencias tienen un origen común, que muchas personas viven: una comparación continua con los logros de sus hermanos, pero llevado a un extremo fuera del alcance del humano promedio. Esa idea de triunfar ya la llevaba intrínseca el protagonista en la universidad en un ámbito totalmente distinto al que después hizo su campo de guerra: el fútbol. La lucha constante por superar y obtener unas habilidades que no tenían acabaron desviando su futuro a algo donde esa frustración se iba a convertir en un ego que acabaría con la vida de personas inocentes.
Duntsch es un intento de Saul Goodman pero desde una psicopatía evidente, por su falta de remordimientos y la idea de llevar al límite la filosofía maquiavélica de “el fin justifica los medios”, ¿pero qué fin? ¿matar a gente? ¿creerse exitoso? Quizás estas dudas faltan por ser resueltas de forma clara en el transcurso de los capítulos, aunque fuera pura ficción.
El dúo de doctores “detectives”
Las operaciones de columna vertebral con trágico final no pasaban desapercibidas dentro de los quirófanos, y los allí presentes contaban a sus superiores la carnicería que Duntsch había hecho. Y es en este punto -aunque el doctor ya llevaba una larga trayectoria con esos resultados- donde arranca la serie, cuando dos compañeros médicos se proponen acabar con su carrera: el neurocirujano Robert Henderson (Alec Baldwin) y el cirujano vascular Randall Kirby (Christian Slater),
Tal es la gravedad del asunto que ambos luchan por entender el origen de las referencias por las que el Doctor Muerte puede ejercer. Sin embargo, pocas personas con poder le acompañan en sus razones para inhabilitarlo de la medicina. Durante este transcurso, las actuaciones de la contraparte del protagonista son impecables, y concretamente la del Dr. Kirby podría perfectamente hacer sombra a la del protagonista. Además, la sensatez y la rigurosidad del primero complementa a la perfección con la aceleración y la sinceridad del segundo. Los dos clásicos detectives en los cuerpos de dos médicos. La irrupción de la abogada, Anna Sophia Robb, con su trabajo impecable da el rumbo esperado a la historia, y es ella quien convierte una serie de médicos en una de abogados de un momento a otro.
Un enfoque desajustado
Llegados a este punto, lo lógico sería que el enfoque de la serie fuera desde una constante tensión y un dramatismo con toques oscuros. Pero no. Y esto falla al narrar una trágica historia basada en hechos reales. Hay recursos válidos para contar de forma más amena una realidad y otros que no lo son tanto. Jugar con la temporalidad también está bien. Es cierto que los saltos de un año a otro de forma desordenada pueden resultar algo confusos, pero no afectan en exceso al entendimiento de la historia.
Sin embargo, un fallo rotundo es quitar peso al asunto con juegos en la estética y ciertas bromas. De hecho, la narrativa cambia totalmente en algunos capítulos, desconcentrando al espectador. Serían perfectas estas técnicas si la serie no estuviera basada en una historia real, y si no frivolizase de cierta manera así con las víctimas. De hecho, no dramatiza en exceso pese a la gravedad, algo que es positivo y negativo a partes iguales. Al final, no deja hueco al aburrimiento cambiando de repente los ritmos, por lo que cumple el cometido principal de una serie: entretener. ¿Pero es suficiente cuando se intenta mostrar una historia de tal calibre?
Pese a ser una buena serie en general, el hecho de que se estrenara en Estados Unidos en la plataforma de NBC, Peacock, la hizo tener menos éxito probablemente por su cantidad de suscriptores comparado con el número de otras plataformas. Quizás por ello el destino de la serie en España puede ser similar. La mezcla de Dr. Death entre el género de crímenes y de médicos no tendría por qué funcionar mal, ya dependerá del alcance que obtenga desde Starzplay.
La elección de hacer una miniserie en lugar de un documental de esta historia habría funcionado sobre todo con la parte de mostrar un sistema que no está a la altura de la gravedad de estos casos. Pero este formato se sustenta con el hecho de contar los orígenes más humanos de las decisiones y la personalidad del carnicero de quirófanos, narrativa que no justifica en ningún momento al villano. Para no hacer spoilers de la serie, dado que esta historia no es tan conocida en nuestro país, dejemos a los espectadores disfrutarla para descubrir cómo acaba el Dr. Death.