'La casa del dragón' vuelve a Max en un tablero de ajedrez con dos 'reinas' deseosas del “ojo por ojo”

Max estrena este lunes 17 de junio la esperada segunda temporada de La casa del dragón. Llega casi dos años después de ver el capítulo que cerró su primera tanda, y que acabó en lo más alto (literal y figurativamente hablando). 

La precuela de Juego de tronos ya atrajo a más de 10 millones de espectadores en su estreno en la plataforma, y el mencionado último episodio fue uno de los más vistos en 2022. No es de extrañar, ya que ese cliffhanger o “cebo” ha mantenido vivas nuestras ganas de seguir con la historia desde hace 20 meses. 

La espera ha acabado y ya podemos volver a sumergirnos en Poniente, sabiendo que tras los guiones hay un showrunner menos: Miguel Sapochnik - autor de varios de los mejores capítulos de Juego de Tronos como 'La Batalla de los Bastardos' o 'La Larga Noche'- dejó a Ryan Condal en solitario y negociando con un George R.R. Martin que va dando el visto bueno a la ficción. 

Pero antes de sentaros a ver la nueva entrega, os dejamos una crítica (con algún consejo) sobre el primer capítulo de la segunda temporada de La casa del dragón que nosotros ya vimos en la première a la que nos invitaron en Parísy que vivimos como fans– por supuesto, SIN SPOILERS.

La puesta a punto de un tablero de ajedrez complejo pero necesario

Los primeros capítulos del universo de Poniente siempre sirven para situar a todos los personajes en el tablero de ajedrez. Los numerosos nombres, aspectos parecidos y hasta nuevos fichajes son difíciles de seguir, por lo que son imprescindibles una o dos entregas de calentamiento

Sin embargo, recomendamos que visiones la primera temporada antes de adentrarte en la nueva, para refrescar lo que ocurrió. Si no todos los capítulos, al menos desde el séptimo que fue clave en los últimos movimientos que hicieron los protagonistas. 

Una vez los tengas a todos localizados, volver al universo de Rhaenyra y Alicent es una gozada de principio a fin. Desde la icónica sintonía, hasta las localizaciones en las que se mueven, la psicología de cada personaje, el goce de ver a los dragones y el siempre objetivo final de sentarse en el Trono de Hierro

Ojo por ojo, dos Targaryen menos

Ese mismo objetivo por el que luchan todos, el de sentarse en el Trono de Hierro, puede que en ocasiones desinfle a un espectador que ya ha visto a demasiada gente batallar por lo mismo. Durante 8 temporadas a todos los protagonistas de Juego de Tronos, y ahora dos más en La casa del dragón. Sin embargo, merece la pena. 

Cuando hay momentos en los que decae algo de interés, porque el ritmo se ralentiza, porque el tablero de ajedrez debe explicarse con detalle para un mayor disfrute, siempre hay un golpe de guion que te recuerda que en Poniente siempre ocurren cosas que te sorprenderán. 

Eso es lo que pasa con este episodio piloto de la segunda temporada, en el que todos deben elegir un bando: el de Rhaenyra destrozada por el asesinato de su hijo o el de Aegon II, impuesto por su madre Alicent.

En realidad, hablamos del enfrentamiento de dos reinas (una vez más con el machismo subyacente que ya se sentía en Juego de Tronos, con dos mujeres que ponen patas arriba el mundo mientras los hombres son totalmente inocentes, pero eso ya es otro cantar). 

Por lo que la temporada arranca imposibilitando al espectador ser neutral: tiene que mojarse, escoger entre una u otra corona, dentro de una misma familia. A sabiendas de que todo ha empezado con un “ojo por ojo”, así que nada va a acabar bien. Como ninguna guerra civil. Y es que los Siete Reinos tiene mucho de realidad.