Crítica

'Machos alfa': los hermanos Caballero vuelven a tener en nuestro presente la mejor herramienta para hacer humor

A pesar de los constantes vaivenes que sufre su reparto y de haber vivido este año una profunda renovación en forma de mudanza, pocas series españolas ejemplifican mejor que La que se avecina aquello de no tocar lo que funciona. Solo Cuéntame, la única que la supera en veteranía dentro de las ficciones nacionales de prime time, puede competir con ella en este apartado. Pero mientras la serie de TVE está obligada a mirar al futuro por su propia naturaleza, a la comedia vecinal de Mediaset la persigue el sambenito de ser una ficción anclada en el pasado. Un producto que se ha convertido con el paso de los años en un reducto del humor de antaño, ese que hoy en día tachamos sin miramientos como “políticamente incorrecto”.

Las acusaciones, esta última temporada, de promover la gordofobia en una de sus tramas -la de los problemas de peso de Yoli, el personaje de Miren Ibarguren- suponen la última fractura entre una parte de la sociedad, más sensibilizada con según qué temas y colectivos, y una serie sujeta a la irreverencia que tanto ha aplaudido su público en la última década. “Esta serie siempre ha sido así, políticamente incorrecta. La gente se ha acostumbrado a esto, y de momento, a pesar de las barbaridades que se dicen en la serie, hasta ahora nadie nos ha llamado la atención. Bueno, siempre hay alguien, alguna asociación que se queja”, reflexionaba al respecto Fernando Tejero con verTele durante la promoción de la 13ª temporada de LQSA.

Los Caballero, humor pegado a nuestro presente

La última tanda, hasta la fecha, de una ficción cuyo éxito y longevidad la permiten seguir incluyendo chistes que hoy, por los cambios sociales que nos rodean, las series más recientes no pueden hacer con tanta ligereza. Un punto diferencial que a menudo se traduce en críticas, como ocurre con el ejemplo que hemos comentado, y que acostumbra a tapar otra realidad: que las producciones de Alberto y Laura Caballero son, en realidad, producciones muy pegadas a nuestro presente. Puede que no tanto a un nivel de ejecución, pero sí desde un punto de vista temático.

Aquí no hay quien viva, por ejemplo, sigue aguantando estupendamente el paso del tiempo porque muchas de las cosas que contaba hace casi 20 años continúan estando de máxima actualidad. El Pueblo, por su parte, vio la luz en 2019, con el tema de la 'España vaciada' cada vez más presente en los medios. Y a lo largo de su historia, La que se avecina ha ido incorporando temas y conceptos a su tramas a medida que éstos iban irrumpiendo en la vida real. Esta temporada, sin ir más lejos, lo ha hecho con la inclusión de tres personajes llamados 'Les chiques', de los cuales uno sufre 'ecoansiedad'. Y en el pasado lo hizo, por ejemplo, fichando a María Hervás para protagonizar una trama poliamorosa con Lola (Macarena Gómez) y Javi (Antonio Pagudo).

Ahora, los Caballero han vuelto a reclutar a la actriz madrileña -a su vez, una de las protagonistas de El Pueblo- para que interprete a una influencer en ciernes en Machos alfa, su primera serie para Netflix. De poliamorosa a creadora de contenidos, los personajes de Hervás reflejan este gusto de los hermanos por hacer humor desde lo más actual. Por echar un vistazo al mundo que nos rodea para jugar con temas que sean hijos de nuestro tiempo. Machos alfa se presenta, en este sentido, como una apuesta muy consecuente con lo hecho anteriormente por sus creadores. Pero no tanto por el personaje citado, sino por la propia historia que nos cuenta su nueva obra: la de cuatro amigos cuarentones que deben adaptarse a una sociedad cada vez más feminista, menos heteropatriarcal y en el que las relaciones entre hombres y mujeres ya no son como ellos pensaban.

'Machos alfa' pone a los hombres frente al espejo

En este universo, María Hervás interpreta a la pareja de Pedro (Fernando Gil), un directivo de televisión en horas bajas. Un perfil cuya inclusión no parece fruto de la casualidad, sino una manera evidente de los Caballero de señalar a la televisión como un elemento activo en la construcción del heteropatriarcado. Luis (Fele Martínez), un policía local con pocas ganas de acción, Raúl (Raúl Tejón), un camarero defensor de la monogamia, pero siempre que no sea la suya, y Santi (Gorka Otxoa), un hombre incapaz de olvidar a su ex, completan este variopinto cuarteto de hombres sobrepasados por su nueva realidad. Esa en la que existen aplicaciones para ligar, relaciones sentimentales de más de dos personas, mujeres que alcanzan puestos de poder y otras que toman la iniciativa -ya sea en el ámbito profesional o sexual- cuando sus novios no lo hacen.

A lo largo de sus tres primeros episodios -los que ha tenido acceso la prensa para escribir sus críticas-, las mujeres de Machos alfa -interpretadas por Kira Miró, Paula Gallego, Raquel Guerrero y la ya citada María Hervás- lo tienen mucho más claro que sus equivalentes masculinos. Son ellas las que dinamizan la acción y quienes, con sus hechos, ponen ante el espejo del patetismo a sus parejas para hacerles ver que ellos van siempre un paso por detrás. O dos.

Esta conclusión es una de las principales que deja el visionado de los tres capítulos, que en su conjunto pecan de ser excesivamente introductorios en cuanto al tema principal. Durante su visionado tenemos tiempo para descubrir el humor de la serie, conocer a los 'machos alfa' y ver cómo se relacionan en el día a día con sus respectivas parejas -o con su hija, en el caso del personaje de Otxoa, el único soltero de la función-, pero el tema central de la propuesta, el de los protagonistas enfrentándose a su masculinidad tóxica, se introduce de una manera muy concreta con la promesa de abordarlo con mayor profundidad a partir del cuarto episodio.

Una serie para nuevos y no tan nuevos públicos

De hecho, es muy revelador que la escena en la que más se habla de los conflictos entre hombres y mujeres -la de la cena del final del primer capítulo- se vea intercalada, por desgracia, por la trama que más encaja con el tono de La que se avecina: la de los problemas de cama entre los personajes de Fele Martínez y Raquel Guerrero. El resultado final es una secuencia de enredos que el guion de los Caballero -firmado junto a sus inseparables Daniel Deorador y Araceli Álvarez de Sotomayor, y la última incorporación del equipo, Carla Nigra- resuelve satisfactoriamente a nivel cómico.

Sin embargo, la escena evidencia que Machos alfa a veces quiere ser una comedia pura y dura, y otras una comedia comprometida con su interesante planteamiento. Por ahora no hay un ganador claro en este duelo, pero tampoco supone un gran problema más allá de las expectativas iniciales que se haga cada uno. Vista sin ideas preconcebidas y con el simple deseo de dejarse llevar -probablemente la mejor forma de ver una serie-, Machos Alfa deja la sensación de ser un producto efectivo en estos primeros episodios.

Estamos ante una serie menos histriónica que La que se avecina, pero con la que los Caballero encuentran el equilibrio para atraer a nuevos públicos y, sin embargo, seguir ganándose el aplauso de sus fans más fieles. Un ejercicio meritorio dentro de una ficción que se aproxima a los estándares de producción actuales -con sus capítulos de 30 minutos y sus lujosos exteriores- para alejarse de la rareza que es la LQSA en este apartado. Pero que constata, por encima de todo, que los Caballero saben lo que hacen cuando se trata de hacer humor desde lo más actual de nuestro presente.

* Los 10 capítulos de Machos alfa se estrenan este 30 de diciembre en Netflix.