Crítica

'Mentiras pasajeras' no es la serie de Almodóvar, pero cumple lo que se espera de ella

Hay mentiras de todo tipo. Las que se dicen para proteger a alguien, las que utilizamos para cubrirnos las espaldas, las piadosas con las que pretendemos no agravar una situación, las que sirven para hacer daño a los demás... Mentiras son todas, en cualquier caso. Y aunque se dice que tienen las patas muy cortas, algunas echan a correr y tardan en estrellarse contra el muro de las lamentaciones.

A base de mentiras se puede escribir un guion. De hecho, SkyShowtime estrena el lunes 9 de octubre una serie española que falta a la verdad de principio a fin. Conviene que no creas nada de lo que se cuenta en Mentiras pasajeras porque su protagonista, Lucía, ha tenido que soltar la mayor de las trolas para que su vida de ensueño no se convierta en una pesadilla. Lo que posiblemente no sabe, aunque lo puede intuir, es que no ha hecho más que empeorar las cosas.

La historia creada por Nerea Castro y dirigida por Félix Sabroso y Marta Font es una comedia llena de dislates, surrealista desde el primer capítulo. No es que sea demasiado original en su planteamiento, pero está contada con gracia y se acaba volviendo muy atractiva.

Cuenta además con la producción de El Deseo, la compañía con la que Agustín y Pedro Almodóvar han sacado adelante algunas de las películas más pintorescas del cine español, y que llevaba desde 2006 sin producir ficción para televisión. Y tiene un reparto de categoría con Elena Anaya, Pilar Castro, Hugo Silva, Quim Gutiérrez y Susi Sánchez interpretando a los personajes principales.

Vaya por delante que Mentiras pasajeras no es una serie excelente. Esa es una impresión que se tiene ya con los primeros minutos de metraje y nos asalta puntualmente con algunas chapuzas que se podrían haber evitado con algo más de cuidado. Pero la nueva ficción de SkyShowtime está bien estructurada y sabe manejar el ritmo con episodios de apenas 30 minutos de duración. Si al principio genera dudas, poco a poco se acaba convirtiendo en una buena compañía con la que echarse unas risas.

Elena Anaya y Pilar Castro, un dúo que funciona muy bien

En ocho capítulos se enreda hasta límites insospechados la vida de Lucía (Anaya), una ejecutiva de éxito que acaba de ser promocionada en su empresa. Sin embargo, más rápido que su ascenso es su caída.

Acusada de filtrar valiosa información a la competencia, su jefe la despide en el momento más inoportuno. Se acaba de comprar un cochazo, vive en un casoplón, está preparando un bodorrio por todo lo alto y su marido va a escribir un libro aprovechando que ella cubrirá todos los gastos. ¿Es el despido más traumático de la historia? Ni mucho menos. Dentro de lo que cabe tiene un techo bajo el que llorar (y qué techo), pero ha sido víctima de un complot y no está dispuesta a dejarse atropellar. Convencida de que la verdad saldrá a la luz, decide hacer como si nada hubiera ocurrido.

Para cubrirse las espaldas recurre a su amiga Maite (Castro), quien se acaba saltando todos sus principios y pone en peligro su carrera profesional para demostrar que a Lucía le tendieron una trampa.

El dúo que forman Castro y Anaya funciona muy bien frente a las cámaras. Sus personajes se complementan perfectamente para acabar formando una pareja detectivesca a la que es un gusto acompañar en esta huida hacia adelante que promete acabar muy mal.

El elenco lo completan, entre otros, Julián López, Jorge Motos, Pedro Casablanc y María Botto.

Algunos clichés y referencias al cine de Almodóvar

Mentiras pasajeras tiene algunos clichés del género que la hacen un poco predecible y le restan gracia, pero se reserva unas cuantas sorpresas en cada capítulo. También hay actuaciones que no brillan demasiado, aunque esto, tratándose de una comedia surrealista y coral con abundantes dosis de sátira, pasa a un segundo plano porque todo adquiere un tono sobreactuado propio del género.

Lo importante es que la historia mantiene la tensión en cada capítulo. Al menos en los cuatro episodios iniciales, que son los primeros que Skyshowtime ha compartido con la prensa especializada.

Hay algún que otro guiño a la filmografía de Almodóvar. Aunque no sea una serie ideada por el multipremiado director, la locura y el estilo que introdujo en sus guiones también está presente en Mentiras pasajeras. La compañía del manchego, especializada en el cine, sólo se encarga de la producción, como ya hiciera en 2006 con Mujeres, su primera serie.

Esta roza lo insustancial porque es puro entretenimiento, pero con algunos de sus planteamientos nos invita a reflexionar sobre las dinámicas de la sociedad en la que vivimos. Y va más allá de la propia aventura de su protagonista con tramas secundarias que aderezan muy bien la historia. Aquí se habla también del mundo laboral, de las ambiciones personales y de las relaciones afectivas entre padres, hijos, amigos y parejas. Y, a fin de cuentas, de lo importante que es decir la verdad.

A Mentiras pasajeras hay que darle una oportunidad. Si en un primer momento provoca sensaciones encontradas –quizá porque las expectativas son altas–, nos acaba enganchando con un atractivo y jugoso anzuelo: ¿cuándo se descubrirán los embustes de Lucía y hasta dónde está dispuesta a llegar? Parece que le vayan a poner la cara colorada en cualquier momento, pero sus mentiras tienen las patas más largas de lo normal.