Seis parejas, dos villas de lujo, un grupo de solteros, varias cuentas pendientes y Mónica Naranjo. Aunque pueda parecerlo, no estamos hablando de la nueva edición de La isla de las tentaciones ni tampoco de una vuelta de tuerca de Telecinco al formato de mayor éxito de su prime time. Esta es la carta de presentación de Amor con fianza, el 'bocado' de Netflix al pastel de los realities de infidelidades que la audiencia sigue degustando sin miedo al empacho.
Tras lanzar a nivel internacional la franquicia Jugando con fuego (Too hot to handle) y estrenarse en España con Insiders, la plataforma de pago se atreve ahora con una apuesta que no suena a nada nuevo, pero que sabe aprovechar los ingredientes más 'sabrosos' para darse un buen festín. Si con el formato presentado por Najwa Nimri prometían ahondar en la esencia de la telerrealidad como el Gran Hermano de los inicios, en esta ocasión Netflix aprovecha el contexto de excepción que han dejado Sandra Barneda y compañía para presentar el híbrido definitivo.
Producido por Fremantle, Amor con fianza lleva al paraíso a seis parejas -Aleix y Mar, Paula y Daniel, Adrián y Laura, Fran y Jose, Katherine y Kevin y Carles y Cristina- y las separa en dos villas para poner a prueba su confianza. Allí no solo se ven tentados por un grupo de atractivos solteros y amores del pasado, sino también por un suculento premio de 100.000 euros que va bajando en función de su confianza y de su compromiso con la verdad.
Por si fuera poco, el programa somete a los concursantes a un eye detect, una tecnología que analiza las alteraciones involuntarias que se producen en el ojo al mentir. Un polígrafo sin Conchita, pero con la misma pasión por destapar la mentira.
Por la propia descripción, lo que en un principio parecía una versión más de La isla de las tentaciones suena ahora a un popurrí de formatos de éxito con un único objetivo: entretener al espectador. Una mezcla en la que hay mucha esencia del programa de Mediaset, pero que también aporta otros componentes que, entre hoguera y hoguera, a los primeros no les ha dado todavía por explorar.
Lo que aporta 'Amor con fianza' que no tiene 'La isla'
· Una pareja LGTBI
La primera y más importante novedad que incluye Amor con fianza es la participación de Fran y Jose, dos jóvenes de 27 y 38 años que mantienen una relación desde hace siete. Se trata de la primera pareja homosexual que participa en un reality en España, una demanda que persigue a los formatos del género desde hace tiempo pero que ninguno había cumplido hasta ahora.
Con ellos se da un paso adelante en la inclusión del colectivo LGTBI en espacios televisivos en los que no estaban representados. Porque aunque es cierto que los realities de encierros hace años que les abrieron las puertas de la TV patria, los programas de parejas se escudaban en la rigidez de su propio formato para no contar con duplas de chicos y de chicas.
La producción de Fremantle y Netflix demuestra que sí es posible combinar en un casting parejas heterosexuales y homosexuales, sin que por ello dejen de funcionar las dinámicas de siempre. Es, sin duda, el gran acierto.
· El 'eye detect'
Un ingrediente de éxito que también es novedoso en los formatos de pareja es el llamado eye detect, una tecnología que como su propio nombre desliza, detecta las mentiras a través de los ojos. Lo hace analizando las alteraciones involuntarias que se producen en las pupilas al mentir de manera deliberada, como una evolución infalible del polígrafo de Conchita que tanto explota el Deluxe.
En este caso, esta herramienta se introduce en Amor con fianza durante las 'ceremonias', en las que los participantes no solo ven imágenes de las villas como en las 'hogueras' de La isla de las tentaciones, sino también lo que han dicho sus parejas sobre cuestiones polémicas o traumáticas de su pasado y presente. Además, la mentira tiene un precio, y cada vez que algún concursante falta a la verdad se descuenta una cifra concreta del premio final. Una mecánica que bien podría estar heredada de El juego de tu vida, el programa que Telecinco emitió en 2008 con Emma García al frente.
· El premio en metálico
Aquí llegamos a otra novedad: el premio en metálico. Mientras que en el famoso programa de Sandra Barneda la recompensa es descubrir si una pareja es capaz de ser fiel frente a cualquier tentación, además del futuro recorrido televisivo en el que derive su paso por las villas, en Amor con fianza los participantes pueden llevarse además una cantidad de dinero que asciende como máximo hasta 100.000 euros.
Ese es el importe con el que comienzan la aventura, pero al igual que ocurre en Jugando con fuego, para que no descienda su compromiso con el programa debe ser total. Si en Too hot to handle pierden dólares cada vez que un concursante tiene un acercamiento íntimo con un compañero o compañera, aquí los euros acumulados pueden bajar tanto por las mentiras en el eye detect como por el precio que pone Mónica Naranjo a las imágenes extra.
· Más imágenes, pero en pantalla grande
Sí, en Amor con fianza también hay más imágenes, pero estas se ven a lo grande. En las ceremonias de Netflix nadie se deja la vista por intentar identificar en una tablet si hay beso o no. Aquí hay grandes pantallas y también varios plasmas, ya que los participantes pueden ser testigos de lo que hacen sus parejas en cualquier momento de la experiencia, y no solo en las citas importantes.
En ese sentido, y como ya hemos explicado, a su disposición ponen imágenes gratuitas y también otras 'premium', por cuyo contenido tienen que pagar una cantidad concreta que se descuenta del bote común.
Una apuesta acertada, con dos 'enemigos' conocidos
Tiene los ingredientes, sí, ¿pero funciona? Partiendo de la base de que sería una torpeza que un formato con todos estos componentes diera un resultado fallido, lo cierto es que conquista a medida que va metiendo al espectador en el juego. Las comparativas con La isla de las tentaciones, el parecido desde la cabecera y la sintonía, y la importante diferencia en los niveles de producción, provocan que de entrada cueste aproximarse.
Tampoco ayuda la primera impresión de un casting que aunque se presente como ingenuo y virgen en televisión, no destila inocencia. Sin embargo, todo fluye y, como en la vida misma, ellos también ganan en las distancias cortas. Así las cosas, y a diferencia de la descafeinada adaptación de Love Island para Neox, este nuevo reality de parejas sí consigue convertirse en ese 'placer culpable' que busca ser. Entretiene, engancha y desconcierta a base de giros que no debe solo a los comportamientos de los participantes, sino también a los cambios de dinámica que el programa propone en cada entrega.
Clave en el engranaje de todos sus componentes es una Mónica Naranjo que se desenvuelve como pez en el agua y que logra explotar el potencial que ya dejó ver en su paso por La isla. Tras triunfar a lo grande con la primera edición, la artista decidió no continuar al timón de una nave que siguió navegando viento en popa sin ella. Ahora, casi dos años después, estrena otro barco que capitanea con la soltura, empatía y temple que le caracterizan, contribuyendo a quitar esa espinita que se nos quedó a todos los que deseábamos ver más Tentaciones con ella.
En Amor con fianza, Naranjo agradece el master que supuso su paso por República Dominicana, pues si bien su papel no dista mucho del que tuvo frente a Fani, Christofer y compañía, se muestra mucho más capacitada para dominar cualquier situación que se le presente en este nuevo reto televisivo.
Pasada la primera cita, está por ver si esta apuesta corre mejor suerte que Insiders y funciona el cambio en la estrategia de lanzamiento para generar mayor conversación. A diferencia del modelo implementado con el primer reality, Netflix ha apostado por publicar las seis primeras entregas de Amor con fianza de golpe, y reservarse una fecha para el lanzamiento de la gran final, buscando ampliar el impacto y crear un evento para el desenlace. El disparo de todas las 'balas' de golpe, unida a su lanzamiento en paralelo a La isla de las tentaciones 4, podían acabar silenciando un estreno que sí tiene potencial para situar a la plataforma en el mapa del entretenimiento en España. El mando lo tienen los espectadores.
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