'No me gusta conducir' demuestra que se puede hacer una serie sobre sacarse el carnet y triunfar en el intento
La historia de No me gusta conducir, la nueva serie original de TNT, comenzó a gestarse en los peores momentos de la pandemia. Borja Cobeaga, su creador, tenía una idea entre manos para desarrollar la primera serie propia de su carrera. Y estaba tan convencido de su potencial que ni el coronavirus ni la intensa lluvia que caía aquel día sobre Torrelodones (Madrid) impidieron que acudiese a su cita con Juan Diego Botto, su candidato para el papel protagonista, de lo más animado.
El sentimiento inicial era mutuo, pues el actor tenía muchas ganas de hacer comedia y de trabajar con el cineasta vasco, uno de los referentes del género a nivel nacional gracias a películas como Negociado, o el díptico Ocho apellidos vascos/Ocho apellidos catalanes, escrito a cuatro manos junto a Diego San José. Sin embargo, el entusiasmo de Botto disminuyó en cuanto escuchó la propuesta que Cobeaga tenía preparada para él: protagonizar una serie sobre sacarse el carnet de conducir. “Tuve la sensación de que él sentía que era tan potente esa premisa, la de un tipo de cuarenta años que se va a sacar el carnet de conducir, que la dejó ahí como con unos puntos suspensivos. Como 'bueno, ya está, no hay que insistir más en esto porque está vendido'. Y a mí me dejó con una suerte de insatisfacción”, reconoció el intérprete durante la pasada edición del Serializados Fest de Madrid.
Una serie con la que es fácil conectar
Su decepción inicial tenía sentido. Al fin y al cabo, venía de rodar una gamberrada como El Escuadrón Suicida, de James Gunn, así que era difícil que le atrajera un proyecto tan aparentemente anodino como el que le acaban de ofrecer. Sin embargo, su opinión empezó a cambiar cuando leyó el guion del primer capítulo. A partir de ese momento, Juan Diego Botto comprobó que, sí, que Borja Cobeaga iba en serio cuando decía que quería hacer una serie sobre un hombre que comienza la autoescuela pasados los cuarenta, pero también que aquel modesto planteamiento era un mero vehículo, nunca mejor dicho, para “hacer una comedia tierna, muy sentimental y con escapes hacia la locura”, como así la describe su autor. Y añadimos: también una serie muy divertida y con la que resulta muy fácil conectar independientemente de nuestra experiencia al volante.
De hecho, su creador se ha basado en experiencias propias y ajenas para construir el relato que aquí presenta, que llega este viernes 25 de noviembre a TNT. Incluso Pablo Lopetegui, el profesor universitario al que da vida Botto, es en realidad una proyección de sí mismo en tanto en cuanto ambos llegaron a los 40 sin saber conducir y decidieron ponerle remedio contra todo pronóstico. A partir de esta vivencial personal, Cobeaga propone una historia de seis episodios -para hacer esta crítica se han visto los tres primeros- que miran directamente a la audiencia.
Porque quienes tengan el carnet de conducir probablemente se sentirán identificados con las experiencias que vive el protagonista. Y quienes no hayan cogido un volante en su vida, sobre todo por miedo, se reafirmarán en su decisión al ver los ojos del personaje principal, que transmiten ese temor a la carretera que todos hemos sentido alguna vez. Ya sea como conductores novatos o viendo desde el asiento del copiloto cómo sufren los primeros para que el coche no se les cale en una cuesta.
El profesor de autoescuela, la estrella de la función
No me gusta conducir narra esta y otras 'pruebas de fuego' para todo aspirante a conductor con mucha gracia y mucha cercanía, siendo éstos dos de los puntos fuertes de la serie. La ternura y el toque sentimental a los que hacía referencia Cobeaga, que se aprecian en los motivos que explican la decisión de Lopetegui de sacarse el carnet, también funcionan muy bien y encajan con la propuesta desde el primer momento. Igual que el desfile de personajes que aquí nos encontramos, bien construidos y mejor escritos para tocar otros temas que van más allá de la autoescuela.
Por ejemplo, el choque generacional que representan Lopetegui y Yolanda (Lucía Caraballo), una de sus alumnas de su universidad. Él es un cuarentón hastiado, recién divorciado y con tendencia a mirar por encima del hombro a todo el mundo. Ella, en cambio, es una joven alegre y contenta con la vida. Las diferencias entre ambos son evidentes, pero la realidad dice que se encuentran en el mismo punto: aprendiendo a conducir de la mano de Lorenzo (David Lorente), no solo el personaje más divertido y con mejores frases de todo el reparto, sino también uno de lo más hilarantes que ha dado la ficción española en mucho tiempo.
Este peculiar profesor de autoescuela, que se define a sí mismo como “educador”, se caracteriza por hablar a partir de frases hechas. Algunas mal pronunciadas y otras tan antiguas como un Talbot, pero casi todas capaces de dejar perplejo a todo un profesor de literatura como Lopetegui. No me gusta conducir alcanza sus mayores cotas de brillantez cuando junta a ambos en el coche de la autoescuela, pero fuera de estas escenas encontramos una serie muy equilibrada que sabe jugar cartas como la emotividad, ya mencionada, o el buenrollismo, representado por la sana relación que Lopetegui mantiene con su ex -interpretada por Leonor Watling- a pesar de su reciente ruptura.
Ingredientes como éstos hacen de la nueva serie de TNT una propuesta muy agradable de ver. Y también un nuevo acierto del canal de pago en su apuesta por la comedia, género al que ha sacado mucho brillo en los últimos años. Primero con Vota Juan/Vamos Juan, después con Maricón perdido y ahora con una ficción... sobre sacarse el carnet de conducir.