Cuando el pasado junio Telecinco desintonizó para siempre Sálvame, fueron muchos los que celebraron que Netflix acudiese al 'rescate' de un programa que, con todos sus pros y sus contras, había marcado una época en la televisión española. Se abría así una nueva etapa para los colaboradores estrella de la tarde televisiva en un contexto y formato del todo diferentes, que se inicia este viernes 10 de noviembre con el estreno de los tres primeros episodios del reality Sálvese quien pueda.
Con un horario televisivo (Netflix ha decidido estrenarlo a modo evento a las 21:00 horas peninsulares) y la atención de sus fans y detractores, Belén Esteban, Terelu Campos, Lydia Lozano, María Patiño, Chelo García Cortés, Kiko Matamoros, Kiko Hernández y Víctor Sandoval hacen las maletas para buscar trabajo en América tras quedarse sin él en Mediaset.
Ese es el pretexto de un proyecto que cumplirá las expectativas de aquellos que echan de menos ver a diario a personajes que ya consideraban parte de sus familias, pero que televisivamente carece de todo lo revolucionario que ha caracterizado a la marca estrella de La Fábrica de la Tele desde sus inicios.
Vistos los tres episodios de los que consta la primera parte, ubicada en Miami, podemos concluir que Sálvese quien pueda traslada a un nuevo formato la esencia de Sálvame, aquella que le otorgan sus protagonistas y sus ya conocidas riñas internas. Sin embargo, encalla en un inicio poco espontáneo y demasiado regido por una dinámica que no es más que una excusa para provocar roces entre ocho animales televisivos que no necesitan coartadas para lanzarse a degüello a por sus amigos o enemigos íntimos.
La zona de confort de todos ellos es el conflicto, como se ha demostrado en los 14 años de trayectoria del magacín. Algo que marca en exceso este renacer televisivo, cuyo planteamiento de buscar un puesto a los Kikos, Terelú y compañía como 'panelistas' en programas americanos es una herramienta evidente para poner el caldo en punto de ebullición y reeditar dinámicas pasadas que en ningún caso aportan nada nuevo.
'Sálvese quien pueda' sale a flote sólo por sus protagonistas
Hacer sufrir a Lydia Lozano ha sido siempre comodín de Sálvame en momentos de escasez de temas y tramas. Situarla otra vez en el centro de la diana por una historia que puso en jaque su carrera y con una escenificación de lo más artificial resulta incluso incómodo para el espectador, aun entendiendo que todo forma parte de un juego del que la propia protagonista acepta ser partícipe.
Con ello, y más allá de los momentos-meme, el primer episodio de la nueva etapa tropieza con su propio formato y ni las estrellas invitadas encuentran un acomodo orgánico en un grupo ya formado, ni sus debuts televisivos en Univisión ofrecen más juego de lo que ya se vio en pantalla en su momento, cuando nos hicimos eco de su salto a Siéntese quien pueda. De hecho, muchos de los highlights de esta primera entrega ya estaban en la retina del espectador bien porque formaban parte del tráiler, o bien porque se corresponden con escenas icónicas de la etapa de Sálvame.
Sálvese quien pueda, sin embargo, va cogiendo entidad conforme se olvida del guion, o al menos según naturaliza las situaciones entre los colaboradores. Comandados por Belén Esteban y María Patiño, los protagonistas van entrando en sintonía hasta encontrar, en el capítulo 3, aquello que podía esperarse del reality: más espontaneidad y menos polémicas incitadas desde fuera.
El programa va de menos a más, viviendo al final del episodio 2 su punto de inflexión y provocando las primeras carcajadas desde el humor con el verdadero sello de Sálvame. A partir de ahí sube la apuesta por las interacciones orgánicas, por poner una cámara delante a los protagonistas sin tanta urgencia por forzar un contenido que, a la postre, fluye por sí mismo en trayectos de autobús o paseos en barca. Siendo ellos, al fin y al cabo, como les hemos visto cada tarde durante 14 años.
El renacer de la marca, por tanto, no es tanto un acierto por el formato elegido, que como decimos ni luce ni propone nada especial, como la apuesta por unos rostros televisivos que el medio no debería permitirse perder. Para el grueso de los suscriptores de Netflix, quizás este no sea el tipo de contenido que busquen una noche cualquiera en la plataforma. Pero para el total de los espectadores de Sálvame, que seguía siendo numeroso aun en la última etapa, este regreso es un giro al entretenimiento puro con el que llenar -a medias- el vacío que les dejó la cancelación de Telecinco.
Todos ganan con el renacer de 'Sálvame'
Dicho esto, de lo que no hay duda es que todas las partes ganan con este Sálvese quien pueda: la productora y los protagonistas, por mantener encendida la llama... quien sabe si con más fuegos que prender en un futuro cercano; los fans, por quitarse esa espinita; y Netflix, por todo el ruido que lleva consigo la marca Sálvame y que no había conseguido provocar con sus otras apuestas españolas de entretenimiento.
Empezando por los primeros, y como han demostrado desde antes incluso de aquel último programa en Telecinco, ni La Fábrica de la Tele ni los excolaboradores quieren dejar atrás una marca que les ha proporcionado 14 años de éxitos televisivos y que consideran que sigue teniendo cuerda. Así, estos viajes por el mundo no parecen otra cosa sino un primer paso para testar su rendimiento en una plataforma de streaming y plantear otras vías con las que evolucionar Sálvame a los nuevos tiempos fuera de Mediaset. Incluso ellos mismos aprovecharon la presentación de hace unos días para hacer un llamamiento al directo, en la línea de la apuesta de Amazon Prime Video con OT 2023.
En cuanto a los segundos de la lista, el público fiel del programa, es seguro que este reality les va a dar el contenido deseado: los memes. Si por algo se caracterizaba el magacín en los últimos tiempos era por ser fuente infinita de vídeos e imágenes con las que reaccionar ante cualquier situación en los mundos de las redes sociales, e incluso se había visto reducido a ello. Y este nuevo formato otra cosa no, pero si aporta algo es un archivo renovado para todos los gustos.
Es en este sentido precisamente donde Netflix tiene mucho que ganar y es consciente de ello, tal como evidenció desde el primer día que los protagonistas de Sálvame pisaron sus oficinas. La plataforma ha encontrado en el grupo de Belén Esteban, Terelu, Lydia y Patiño a su nueva Paquita Salas: un producto de la cultura popular que es común a varias generaciones y que sobre todo, triunfa en los nativos de redes sociales. Ese terreno lo tienen totalmente asegurado, sea cual sea el rendimiento en visualizaciones de Sálvese quien pueda.
Como ya analizamos, la compañía de streaming tiene una oportunidad de oro para ir más allá de películas y series en España, donde cada apuesta de entretenimiento ha acabado diluyéndose sin apenas impacto en el boca a boca. Aquí la atención la tienen asegurada gracias a una base amasada durante 14 años en la televisión en abierto. La incógnita es saber si una persona de otra parte del mundo o alguien ajeno al universo Sálvame se va a interesar por los dramas de Sandoval y Nacho Polo... si es que el objetivo de Netflix va más allá del ruido y el meme local. Sea como fuere, el futuro de esta lianza acabará evidenciándolo.