Álex de la Iglesia reescribe la Expo de Sevilla en '1992': “Apasiona descubrir a Curro como un asesino psicópata”

Hace unos años, Álex de la Iglesia se encontraba navegando por Twitter cuando la imagen de un almacen abarrotado de Curros “comidos por el tiempo” le dio el chispazo definitivo para empezar a idear 1992, su nueva serie de televisión que ha aterrizado este viernes 13 de diciembre en Netflix. Un alumbramiento que, en realidad, tuvo su “germen” mucho antes, durante aquella histórica Expo de Sevilla que vivió dos graves incidentes que llegaron a poner en jaque la muestra con la que España terminaría de confirmar su apertura al mundo.

Se trata, por un lado, del recordado hundimiento en noviembre de 1991 de la réplica de la Nao Victoria, el primer barco que logró dar la vuelta al mundo en aquella expedición de Magallanes y Elcano. El navío volcó veinte minutos después de que fuese botado en Isla Cristina (Huelva) durante uno de los actos promocionales de la Expo del 92, teniéndose que rescatar de urgencia a sus tripulantes, entre los que se encontraba una persona disfrazada de Curro, la carismática mascota del evento. Por otro, el del incendio en extrañas circunstancias que asoló el Pabellón de los Descubrimientos, el edificio más importante de la exhibición.

Dos sucesos que, a dos meses de la inauguración de la Expo, levantaron todo tipo de teorías de la conspiración: “Cuando empezaron a ocurrir cosas extrañas creía que había algo detrás”, reconoce a verTele Álex de la Iglesia, admitiendo que él era de los que “creía en complots y manos negras”. “Decía: 'No puede ser casualidad. Hay alguien detrás que quiere hundir la Expo, hay algo terrible detrás'. Ahí surgió la historia. Junto con Jorge Valdano y Pablo Tébar empezamos a reconstruir la historia en base a esos recuerdos”, explica el cineasta.

El director bilbaíno toma así la decisión de 'terminar el puzzle' e imaginar una explicación para aquellos hechos a través de este thriller que llega, mezclando realidad y ficción, como “una mirada a un pasado que nos define” y con la figura de Curro convertido ahora en un asesino en serie dispuesto a ejecutar su venganza: “Esta serie formará parte de la mitificación de Curro”, señala, añadiendo que “es muy apasionante descubrirle de pronto como un posible asesino psicópata”.

De la Iglesia se pone más serio a la hora de limitar esa fascinación por las conspiraciones a su universo creativo como cineasta: “No, no me gustan. Yo todo esto lo hago en la ficción. A mí me divierte mucho la gente que llega a conclusiones estrambóticas, pero luego en la vida real soy tremendamente racionalista. Al contrario, no me gusta la gente que piensa locuras”, reflexiona, abierto a una temporada 2 basada en el otro gran hito que vivió España aquel mismo año. “Si hacemos una segunda parte, prepárate para 1992: Barcelona”, advierte.

¿Cuándo y cómo supiste que querías hacer una serie sobre algo tan icónico para nuestro país como fue la Expo de Sevilla de 1992? 

Pues mira, surgió en Twitter. Vi una imagen de un grupo de Curros en una especie de almacén y estaban comidos por el tiempo. Es decir, oxidados, polvorientos... Y, de repente, esa especie de contradicción me hizo tomar conciencia de que había pasado tanto tiempo. Empecé a pensar en la Expo y en lo que significaba, y hablando con Netflix y pensando en la posibilidad de hacer un thriller dije: es un thriller en la Expo de Sevilla.

¿Tuviste siempre claro que querías contar esta historia en forma de serie y no de película?

Sí, sí, totalmente. Porque es una larga historia. Es como un misterio por capítulo. Tú vas averiguando partes del puzzle hasta que se juntan todos en el último capítulo. Así que sí, era necesario que fuera una serie. 

¿Por qué tenemos tanta fascinación por aquel evento y toda su iconografía? 

En primer lugar, es efectivamente un momento histórico absolutamente reseñable. De alguna manera, simboliza ese momento de apertura de España. Hay una nueva España, hemos sobrevivido a la Transición, hemos sobrevivido al fin de la dictadura y nos encontramos con un nuevo país. Y lo mostramos en la Expo. Era un momento en el que yo sentía esa responsabilidad como si fuera mía. Me daba la sensación de que todos los días que veías el telediario y te decían que faltaban 20 o 10 días para la inauguración yo estaba histérico. Lo vivía como algo personal. Y recuerdo que cuando empezaron a ocurrir cosas extrañas creía que había algo detrás. Ahí yo creo que ahí está el germen de la serie. 

'1992' es una mirada a un pasado que nos define

¿Cómo crees que nos marcó como sociedad?

De alguna manera, creo que es algo que nos refleja. Veo que no hemos cambiado, francamente. Te diría que seguimos teniendo los mismos problemas y las mismas virtudes que en aquella época. Por un lado, un tremendo optimismo y unas enormes ganas de hacer cosas y, por otro, pues bueno... cosas que nos descubren algunas veces como impostores. 

¿Te refieres a la parte de la corrupción política?

Sí, sí, claro. En realidad, se trata de contar una historia en la que los malos parecen buenos. Y parece que están velando por tu seguridad y parece que llevan el control de las cosas y luego resulta que no es así. Todo ello, desde el punto de vista de una pareja que también no es lo que parece. Uno es expolicía que trabaja como guardia jurado en un centro comercial. Y, de pronto, este hombre que parece hostil y violento, que tiene un grupo de amigos de machotes que fuman puros, pues resulta que es un osito de peluche, un tío encantador que lo que quiere es ayudar a Marian a salir de esa angustia de ver cómo ha muerto su marido y que él también tiene muchas cosas que superar. Y por parte de Marian lo contrario, que es una mujer pequeñita, que parece que va a pasarse el resto de su vida lamentando la muerte de su marido, y todo lo contrario, es una tía avanzada que cambia su vida, que parece un guerrero con espada. Se enfrenta a todo y se enfrenta sola.

La serie se desarrolla en el presente. ¿Por qué decidiste traerla a nuestros días y no llevarla directamente a aquel año? ¿Llegaste a planteártelo?

No, no, no. Se desarrolla en el presente por eso, porque es una mirada a un pasado que nos define. Es como si, de pronto, en una historia de crímenes, hablásemos de la infancia de un personaje. Está oculto en ese pasado el secreto o la clave del misterio. Y un poco la clave es eso, descubrir que seguimos igual.

¿Fue muy difícil recrear todo aquello a nivel escenográfico?

Es una buena pregunta porque no puede ser más ficción. Yo estaba buscando ese entorno gótico, de película de terror clásico. Un monstruo que podría ser El Fantasma de la Ópera o el de Los crímenes del museo de cera. Un monstruo que está oculto en una especie de parque de atracciones en ruinas. Y resulta que La Cartuja está preciosa. Resulta que está absolutamente recuperada, con un montón de empresas tecnológicas funcionando a nivel internacional y claro, teníamos que fingir y buscar lugares en los que efectivamente podíamos montarnos ese parque de atracciones del terror. Pero fue difícil, porque está todo perfecto.

¿Cómo fue la selección del casting? ¿Tenías claro el elenco principal o hiciste pruebas? 

Ahí me ayudó Netflix. Yo la verdad es que tenía claro a Marian, pero gracias al casting que hicimos descubrí a Fernando. Vi que también había estado en Venus, una película que produjimos y que dirigía Jaume Balagueró. Y estaba Ester Expósito y él era uno de los malos. Y dije: “Bua, este tío es buenísimo”. Me gustaba ese punto que tiene de ternura. Y el resto, hay muchos personajes que también surgen de Venus entre los actores de reparto. 

¿Crees que la gente se pueda traumatizar con esta nueva imagen de Curro como villano y casi personaje terrorífico? ¿Crees que la gente va a seguir viendo a Curro de la misma manera? 

[Risas] No, yo creo que esta serie formará parte de la mitificación de Curro. Curro es un personaje emblemático y lo seguirá siendo sin duda alguna. Y seguirá siendo un personaje querido. Lo que pasa es que es muy apasionante descubrirle de pronto como un posible asesino psicópata.

¿Los incidentes de la Expo? Yo creía en complots y en manos negras. Decía: 'No puede ser casualidad'

Sin entrar en spoilers específicos, en la ficción se mencionan dos hitos de aquella Expo, la cara B de todo aquello, con el hundimiento de la Nao Victoria y el incendio del pabellón de los Descubrimientos a dos meses de la inauguración. Dos hechos que pusieron en jaque la muestra y de los que han surgido muchas hipótesis, tú en la serie planteas una en forma de ficción. ¿Eres de los que no creyó la versión oficial sobre lo ocurrido? 

Yo era uno más, yo era uno más. Yo creía en complots y en manos negras. Decía: “No puede ser casualidad. Hay alguien detrás que quiere hundir la Expo, hay algo terrible detrás”. Ahí surgió la historia. Junto con Jorge Valdano y Pablo Tébar empezamos a reconstruir la historia en base a esos recuerdos. En base a ese “qué pasó ahí”. Y esa sensación que tiene todo el mundo de que ahí pasó algo extraño. Eso nos ayuda mucho. Y va a ser curioso cuando la serie la vea alguien que no vivió aquella época y dirá: “¿Pero eso es verdad?”. Pues sí, se hundió el barco, lo estaban botando y se hundió delante de todo el mundo. Es una noticia que dio la vuelta al mundo entero. Y luego con el incendio es cuando dices: “Está claro que está pasando algo”. 

¿Crees que la serie puede reabrir debates sobre lo que pasó? 

No, para nada. Yo creo que todo lo contrario. Creo que fueron desgracias. Fueron tristes accidentes que nos ocurrieron por la premura. Luego la Expo fue un éxito. La Expo sirvió para lo que realmente se hizo. Creo que Sevilla salió tremendamente beneficiada por la Expo. Toda La Cartuja se construyó para aquello y si ves otras exposiciones internacionales en otros lados del mundo, no consiguieron darle tanto juego en el presente, no tuvieron esa adaptación a la realidad que ha tenido la Expo. En ese sentido, ha sido un éxito. Esto es solo ficción, una película de terror, no tiene que ver con la realidad. Sí tiene que ver con la realidad, digamos, esa sensación. Esa sensación de ocultación que continúa delante de nosotros.

¿Eres fan de las teorías conspirativas? ¿Hay alguna otra que te gustaría llevar a la pantalla?

No, no me gustan [risas]. Yo todo esto lo hago en la ficción. A mí me divierte mucho la gente que llega a conclusiones estrambóticas, pero luego en la vida real soy tremendamente racionalista. Al contrario, no me gusta la gente que piensa locuras. 

¿Te planteas una segunda temporada con el otro hecho histórico que nos marcó en aquel 1992, los Juegos Olímpicos de Barcelona?

[Risas] Sí, es obvio. Si hacemos una segunda parte, prepárate para 1992 Barcelona. 

Y con Cobi de villano...

[Risas] Claro, sería muy muy divertido.

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