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Entrevista
“Son 21 años y 21 especiales de Nochevieja”, toma conciencia José Mota de su larga trayectoria como la principal baza de la televisión española (no solo RTVE) de cara a la Nochevieja. Desde En efecto 2000, que realizó como Cruz y Raya junto a Juan Muñoz, hasta Cuento de Vanidad, el decimotercer especial que comanda en solitario, y con solo dos años de ausencia (2012 y 2013, cuando saltó fugazmente a Telecinco), el cómico manchego ha convertido el final de año en su máxima inquietud creativa, proponiendo formatos con los que valorar los doce meses que quedan atrás.
“Siempre hago una peli, y en medio de la peli hago como cuando estiras un acordeón y meto sketches”, lo resumía durante un encuentro con la prensa, al hilo de la presentación de la programación navideña de la Corporación, con presencia de verTele. Se trata, insiste, de un esfuerzo ímprobo por reflejar el momento en que le ha tocado hacerlo.
Tras el homenaje a los mayores que supuso Adiós dos mil vete, esta nueva propuesta toma como hilo de continuidad el Cuento de Navidad de Charles Dickens para seguir afrontando las consecuencias de la pandemia en nuestro país, pero, avisa, con más importancia de lo social que de la política. “La política está tan revuelta que no me sugestiona para hacer nada”, apunta Mota, que también aclara que las circunstancias le han hecho más aprensivo a reclutar cameos de personalidades conocidas.
Eso sí, también deja claro su interés por pulsar la realidad: hablará, por ejemplo, de los límites del humor con un sketch en el que participará Santiago Segura. Sobre ello, también abunda: “Siento como cómico que la comedia transita cada vez más por pasillos más estrechos. ¿Eso significa que se ahogará en la vida? La comedia no se puede ahogar porque es consustancial al ser humano”, dice y señala también a nuevos nombres para el futuro mientras valora su experiencia habiendo tomando el relevo a otros grandes de épocas anteriores: “Tener la oportunidad de recoger ese legado es un regalo, es algo maravilloso”, destaca Mota, que también comunicó que no seguirá como investigador de Mask Singer por acumulación de proyectos.
¿Por qué este año has tomado como inspiración a Charles Dickens para tu especial navideño?
Por la necesidad de contar cosas a nivel social que veo que son susceptibles de que sean contadas en un escaparate como es el especial de fin de año. Al leer noticias del mal uso que a veces hay en redes sociales, me lleva de manera inequívoca y directa a algo que quería hacer desde hace mucho tiempo. No con esa idea, pero sí quería retratar Cuento de Navidad. Comprendí que a veces las redes sociales mal usadas son el escaparate y la vanidad absoluta. La continuidad está llena de referencias a eso, al mal uso que hacemos a veces de las redes sociales. Tenía que contarlo.
Luego, en medio, hay sketches que como cada año aluden a historias que ocurren y me interesan. Por ejemplo, el de los límites del humor: hago una cosa con Santiago Segura que es el ministerio del tiempo cómico, donde él es uno de los agentes que va a ciertos compañeros cómicos a avisarles o prevenirles, dos segundos antes de que algo ocurra, y ha quedado muy jugoso. Hay un homenaje a Raffaella, hay otro a Georgie Dann: hacemos El Chiringuito, pero entendido como recurso cuando has estado en un cargo y luego te montan un chiringuito, cambiando la letra. Georgie Dann forma parte de nuestra cultura audiovisual. Es gente que de alguna manera ha pertenecido a nosotros, como Raffaella Carrà.
A título personal, ¿cómo te llevas con las redes?
Tengo buena relación. Las redes sociales no son ni buenas ni malas, son. Depende del uso que hagas de ellas. Lo que no estoy dispuesto es a estar narrando mi vida a cada minuto por tener más followers. No quiero, porque es una manera de esclavitud. Sé que el negocio muchas veces va por ahí, pero no me interesa. Me retrotraigo y hago un ejercicio de irme hacia atrás, con la novela 1984, y me parece que el mal uso de eso sobrepasa lo que Orwell decía con las tele-pantallas, del “gran hermano”... Si esto lo usas mal te conviertes en tu propio policía. Tengo que estar narrando mi vida continuamente por la drogadicción de captar followers. El ansia de tener y tener no me compensa: lo que gano por un lado, lo pierdo por otro, pierdo la posibilidad de vivir mi vida en tiempo real en directo. Eso me parece tremendo. Estamos hablando de gente obsesionada con el asunto, que la hay.
Quiero entender que la mayoría no es así, pero hay gente... Como que en un edificio se suba para hacerse un selfi, y se caiga y se mate. Eso nos tendría que hacer pensar qué está ocurriendo. ¿Tanta necesidad hay de captar la atención de los demás para sentirnos alguien o algo? ¿Tan vacíos estamos que necesitamos tanta aprobación? A todos nos gusta que nos aplaudan por nuestro trabajo, pero todo tiene un límite. No pueden valer más los followers que tu vida. No puedes vivir en playback por un puñado de likes. Todo esto me ha hecho reflexionar muy seriamente a la hora de confeccionar la continuidad del especial fin de año. Por eso es Cuento de Vanidad: la vanidad ahora mismo está en ese mal uso que a veces le damos a las redes sociales. No digo que sean malas, porque tienen muchas cosas buenas, pero tenemos la obligación de tomar consciencia sobre esto.
Ahora estamos hablando mucho del Meta-verso. Lo que asusta es que demos la espalda a la realidad que tenemos. Nada me hipnotiza más que conocer a gente real. El ser humano se necesita, y en la pandemia lo hemos aprendido. Necesitamos el contacto físico. ¿Qué convierte a los eventos en algo especial? La conexión social. Estamos hechos para vivir en común. El miedo que me da es la cultura de la burbuja, de uno solo y su mundo. Me crea incertidumbre. Se reglamentará y el ser humano se abrirá paso, pero como nos está viniendo todo a bocajarro no ha dado tiempo a digerir la mitad de las cosas. Eso ha pasado con las redes sociales, nos han desbordado.
¿Miras lo que se dice de ti en Twitter?
No suelo leer, la verdad, no mucho. Ni lo bueno, ni lo malo. No navego excesivamente por Twitter. Si entráis en mi perfil pongo mensajes cada cierto tiempo, y ni siquiera los que debería. Twitter está muy bien para comunicar. Depende del uso que le des.
¿Cómo llegas a la Nochevieja, teniendo el especial a punto de emitirse?
El fin de año me tiene bastante pillado. Tendría que estar montando, tengo al equipo montando [n. del ed.: la entrevista se realizó el 14 de diciembre]. Siempre hago una peli, y en medio de la peli hago como cuando estiras un acordeón y meto sketches, pero hago una peli, y lleva... El fin de año para mí sería ideal que estuviese en agosto, pero para entregarlo en agosto. Terminé el día 3 de diciembre de rodarla. ¿Y por qué me lleva tanto el montaje? Porque hago varias tomas de lo mismo, y luego no recuerdas al 100% todo lo que has hecho. Trato de acaparar el mayor numero de momentos cómicos, y para eso te lo tienes que remirar todo, y lleva mucho tiempo. En este caso he tenido que doblar fantasmas: soy Scrooge pero soy también el fantasma que se le presenta, lo he hecho en croma y luego había que incrustar ahí... Lleva la de Dios.
Este ha sido un proyecto muy ambicioso, distinto al del año pasado. Pero también puedo decir algo de lo que me siento realmente orgulloso. Hay un momento, al final, en que le dedico el especial a sanitarios que perdieron la vida por estar ahí en primera línea de fuego, luchando para que la palabra “esperanza” tuviera un sentido en la pandemia, y ahora no están con nosotros. Se lo he dedicado a ellos y a la gente de diversas profesiones que ya no está: celadores, transportistas... Conviene que lo que nos ha dejado esta pandemia, las partes de solidaridad con el resto de las personas, las tengamos muy presentes. Hay un virus en el mundo mayor que la covid, que es el egoísmo. Esta pandemia nos ha enseñado que o vamos de la mano o no vamos a ningún sitio. Es importante y lo quiero reflejar. Ya hablé el año pasado de los mayores que morían, y este año me acuerdo de ellos, se lo merecen.
¿Podemos esperar muchos cameos este año? ¿Volverá a aparecer tu familia, y tu hijo en particular, tras 'Adiós dos mil vete'?
Ha sido un año en que no han participado mucha gente. Tengo a Santiago y a algún compañero más, pero sentía . Igual que el año pasado, tampoco hubo muchos cameos. Estos dos últimos años, con la pandemia, me he frenado un poquito a mí a la hora de llamar a gente. Se tienen que prestar, les tienes que meter... Luego tienes que estar muy pendientes de la gente porque vienen a hacerte un favor y es lógico que les brindes la mejor estancia posible. La verdad, no he querido. Sentía y siento que tengo una buena historia y me he volcado en eso.
Pero sí aparece Patricia [Rivas, su mujer] y también José [Mota Rivas, su hijo]. Un día me decía: 'Pero papá, no hago la continuidad contigo' [risas]. Patricia y yo queremos que esté en su mundo de niños. ¿Por qué el año pasado salió? Porque las cosas que quería canalizar con él, con un niño, sentí que solo podía hacerlo con él. Pero que esté en el cole, viva su vida y esté lo más ajeno posible.
¿Va a haber presencia de la política en este especial?
En este especial el protagonismo lo tiene la gente de la calle. Lo social y no lo político. Aparece alguien, pero no es lo principal. De hecho, os llamará la atención que no hay apenas. Pero me parece tan jugoso donde hemos metido la mano para remover, que no me hacía falta. Además, la política está tan revuelta que no me sugestiona para hacer nada. Está todo demasiado polarizado. Insisto, alguna cosa aparece, pero quería que lo social el protagonista de este especial, y así ha sido.
¿Qué significa para ti ser un clásico de la Nochevieja y serlo además con una audiencia tan fiel?
Lo siento como un regalo y como algo ilusionante. Son 21 años y 21 especiales de Nochevieja... Lo vivo desde ese punto de vista de que antes de dedicarme a esto, en Montiel, miraba a los que estaban, como Martes y Trece o como Esteso y Pajares. Era algo absolutamente mágico y maravilloso, el humor y todo lo que significaba la Nochevieja. Tener la oportunidad de recoger ese legado es un regalo, es algo maravilloso, y acordándome de los que estuvieron antes que yo, por supuesto, que han sido y son referentes en mi trabajo.
Y de los que vendrán después de ti, de las nuevas generaciones de humoristas, ¿quién despunta?
Hay mucha gente muy buena. No solo monologuistas. Te puedo hablar de Pantomima Full, de Rafa Maza, de gente que está ahí escribiendo nuevas páginas. Me alegro de que hayan nuevas propuestas y nueva gente. Es generacionalmente, y así debe ser.
Dejando el futuro y centrándonos en un debate del presente más inmediato, ¿cómo ves en estos momentos el debate en torno a los límites del humor?
Siento como cómico que la comedia transita cada vez más por pasillos más estrechos. ¿Eso significa que se ahogará en la vida? La comedia no se puede ahogar porque es consustancial al ser humano. No se puede vivir una vida sin humor. Y no me refiero a los que nos dedicamos al humor, sino al humor que todos llevamos dentro. Sin él no se puede vivir la vida. ¿Quién no necesita de una sonrisa? La comedia se va a abrir paso.
Estamos en un momento en que se están consiguiendo muchos logros sociales de colectivos, y es bueno que eso ocurra. Luego todo se regulará en el sentido en que miraremos la comedia como un guiño humorístico a las cosas más serias y nos seguirán produciendo una sonrisa de complicidad. En ningún momento pienso que cuando un cómico hace un chiste quiera dañar a nadie, no me entra en la cabeza. Tendría que ser un enfermo. Creo que la comedia a veces nos puede parecer más dura, pero quiero que sirve como bálsamo sobre las heridas más duras. Es una pomada que a la larga cura. Decía que la comedia es tragedia más tiempo, y es verdad. No recuerdo quién lo dijo, pero lo suscribo.
A la comedia no hay que tenerle miedo, entendiendo claramente lo que he dicho. La comedia debe ser una herramienta, un arma de construcción masiva, como dice mi amigo Luis Piedrahita. Cada vez que cae un chiste en medio de la gente, el mundo es un poquito mejor, y esa es la labor de la comedia.
¿Cómo afrontas 2022 en lo profesional?
Los planes que tengo son terminar de escribir mi película, que llevo mucho con ella. Tengo algún proyecto de ficción que hay entre manos. Y en cine, acabo de terminar una película con Marta González de Vega, la guionista de Padre no hay más que uno, que se llama De Caperucita a Loba. Está Berto Romero, David Guapo y Marco Zunino.
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