“Aterradas y sin manual”: así se enfrentan las jóvenes protagonistas de 'La casa del dragón' a su estreno
“Lo más complicado de estar en La casa del dragón ha sido ser capaces de sobrellevarlo”. Así describen Emily Carey y Milly Alcock, intérpretes de Alicent Hightower y Rhaenyra Targaryen, las dos grandes protagonistas de la serie lo que, hasta ahora, ha supuesto para ellas formar parte del proyecto. Pero el viaje acaba de empezar.
El primer spin-off de Juego de tronos, situado 200 años antes del título original y centrado en la dinastía Targaryen, llega este domingo 21 de agosto (lunes 22 en España) a HBO Max. A partir de entonces, su repercusión a nivel internacional está llamada a multiplicarse. Algo que, según reconocen a verTele en la première europea del título celebrada en Ámsterdam, les “asusta”.
Carey (Londres, 2003) aterrizó en la precuela tras haber aparecido en Houdini y Doyle, Sed de revancha y Casualty; mientras que a Alcock (Sidney, 2000) la hemos visto en producciones como Upright y El crepúsculo. Las actrices no habían trabajado antes juntas, pero actúan como si llevaran siendo amigas desde la infancia. Igual que sus personajes, la hija de la Mano del Rey y la princesa reino. Y a su vez, las dos únicas mujeres de la corte. Dos jóvenes que ven el mundo de manera diferente, pero que precisamente por ello están “tan unidas y se necesitan”.
“Cuando entré en La casa del dragón tenía 17 años. No había visto Juego de tronos y, cuando lo hice, ver la representación de la violencia contra las mujeres me asustó muchísimo”, reconoce Carey. Su opinión cambió cuando llegó al set y habló con el equipo de la serie: “Me sentí segura y cómoda, independientemente de quién estuviera en cada escena y lo que ocurriera en ellas”, explica.
¿Cuál es el punto de partida de vuestros personajes, Alicent y Rhaenyra, las dos grandes protagonistas de la serie?
Emily Carey: Alicent es la hija de la mano del rey, Otto Hightower. Es muy pasional, una persona muy emocional y ansiosa. Le gusta seguir las normas y complacer.
Milly Alcock: Rhaenyra es una persona incomprendida. Está muy expuesta al público. De ella depende la vida de mucha gente. Esto es algo por lo que siente que debe luchar y de lo que al mismo tiempo protegerse. No está del todo de acuerdo con sus obligaciones. Es consciente del privilegio que tiene, pero tampoco puede disfrutarlo porque ser noble conlleva muchas limitaciones.
¿Cómo fue vuestro primer encuentro y el aterrizaje conjunto a esta gran producción?
E.C.: No lo supimos en su momento, pero ambas pedimos a nuestros agentes nuestros contactos. Hicimos una primera videollamada que fue muy bien. Hablamos del miedo que teníamos y de lo grande que era en lo que nos estábamos embarcando. Todavía no teníamos ni los guiones. Nos vino bien conocernos antes de meternos en la piel de nuestros personajes para que la base de su amistad surgiera de manera orgánica.
M.A.: Sí, queríamos que el público sintiera que estas dos mujeres ya tenían un vínculo antes de que empezara la serie. Lo necesitábamos. Ahora que hemos terminado de rodar ya puedo volver a odiarla [ríe].
¿Qué tienen en común y qué les separa, y va a ser determinante para la evolución de su amistad durante la serie?
M.A.: El hecho de que tengan tantas cosas en común hace que todo sea aún más descorazonador. Ambas comparten un mismo trauma, han recibido una educación similar, tienen padres complicados y pertenecen a la clase alta. Se supone que a las adolescentes debe gustarles seguir las normas, interiorizarlas y estar a salvo. Ambas intentan encontrar la manera de explorar más allá y aun así poder estarlo.
E.C.: Son dos polos opuestos respecto a la manera en la que perciben el mundo, y eso es precisamente lo que les une tanto. Aprenden mucho la una de la otra y se necesitan, se aportan otro punto de vista. Las dos están enjauladas. Alicent no es capaz de ver mucho más allá y, al menos en el inicio, se conforma con estar ahí.
Rhaenyra es un incendio, ella quiere deshacerse de esa jaula a toda costa. La diferencia de sus perspectivas tiene que ver con que Rhaenyra sí que cuenta con el privilegio de ser la princesa, pero Alicent vive en el palacio por ser la hija de la Mano del Rey. Se acaban haciendo amigas porque son las dos únicas niñas que hay en la corte. A ella le gusta observar, mientras que Rhaenyra lo que busca es acción.
A Alicent le gusta observar, mientras que Rhaenyra lo que busca es acción
¿Qué ha sido lo más complicado de formar parte de una producción de la envergadura de La casa del dragón?
E.A.: Para trabajar en la serie me mudé a Londres en medio de la pandemia. Era la primera vez que vivía sola, hablando un acento diferente al mío y sin conocer absolutamente a nadie. Fue muy complicado y me ha cambiado por completo. Además no podía hablar a nadie sobre lo que estábamos haciendo. Me apoyé muchísimo en los compañeros y en Emily. Estar en La casa del dragón nos ha hecho más fuertes. Realmente fue un no parar, porque al mismo tiempo aprendí a poner lavadoras. Al principio era incapaz de conseguir que la calefacción funcionara...
E.C.: Está en la serie más importante del mundo, pero su mayor problema era encender la calefacción [bromea]. Vivíamos en una burbuja, muy muy grande. Es muy difícil de describir. Siempre está la parte logística en cuanto a las horas de trabajo, que rodábamos una escena al día, que era algo que nunca había hecho. Fue muy intenso a nivel emocional. Tampoco teníamos tiempo para socializar porque después de 14 horas de grabación, comías y te ibas a dormir para recuperarte y al día siguiente estar preparada para hacer tu trabajo. Fue muy cansado. Pasé mucho tiempo sintiéndome abrumada.
Para mí el mayor reto estuvo también en que Alicent [su personaje] y yo nos parecemos mucho. Muchas frases de sus frases se mezclaban con las que yo hubiera dicho, y me resultó muy complicado conseguir distanciarme. El apoyo familiar y por parte del equipo fue clave. Y Miguel [Sapochnik, co-showrunner y director], que es una persona increíble. Estar ahí ha sido una broma muy loca.
M.A.: Es que lo más complicado realmente fue ser capaz de sobrellevarlo. Teníamos muchísima presión. Por un lado luchas contra ti misma y te enfadas con el propio trabajo porque te quita mucho tiempo; y a la vez te sientes muy afortunada porque esto es increíble. Todos esos sentimientos están ahí a la vez. Ha sido muy difícil pero muy gratificante y no lo cambiaría por nada del mundo.
E.C.: Has dado en la clave. Parece que no podemos sentirnos sobrepasadas porque tienes que forzarte a ser agradecida todo el tiempo. Y a ver, esto sigue siendo un trabajo, puede no gustarte en algún momento. Puedes estar desgastada y seguir estando increíblemente agradecida. Fue un mejunje muy raro de sentimientos.
Estar en 'La casa del dragón' ha sido una broma muy loca
Milly, tu personaje recuerda en cierto modo al de Daenerys en Juego de tronos. ¿Es algo en lo que has pensado? ¿La has tenido en cuenta como referente?
M.A.: Evidentemente tienen en común que ambas pertenecen a la misma familia y ven el mundo de maneras similares, pero la gran diferencia es que Rhaenyra sí que puede poner en práctica su manera de ver el mundo, porque está en el poder. Daenerys tiene que luchar para recuperarlo. Sus batallas eran contra el resto de las casas. En esencia son personas completamente distintas. No las he comparado en ningún momento haciendo la serie, ha sido cosa de los fans.
Juego de tronos fue criticada por su representación de la mujer, especialmente de la violencia ejercida contra los personajes femeninos. Productores y guionistas se han asegurado que han tenido muy en cuenta para no repetir los mismos errores. ¿En qué medida pensáis que ha cambiado?
M.A.: Las mujeres son el corazón de esta historia y aunque hay escenas que incluyen violencia de todo tipo, está justificada. Están ahí porque hacen avanzar la historia. Pero bueno... Yo no he escrito los guiones, simplemente he actuado. La casa del dragón y Juego de tronos son series diferentes, no hemos venido a generar división.
E.C.: El libro se llama Fuego y sangre, por lo que evidentemente se espera que vaya a haber sangre. Claro que la violencia es mala, pero está ahí para cumplir un propósito. Cuando entré en la serie tenía 17 años y no había visto Juego de tronos. Decidí verla para prepararme y me asustó muchísimo ver la violencia que había contra las mujeres.
Me quedé muerta de miedo, pero tan pronto como entré en la sala de ensayo y lo hablé con Miguel y Ryan Condal [showrunners] me sentí segura y cómoda, independientemente de quién estuviera en cada de escena y lo que ocurriera en ellas. Todo el equipo era muy consciente y estaba abierto a debatir sobre como iban a ser retratadas las mujeres, la violencia y el sexo. Se trató con mucha delicadeza y sensibilidad para que todo el mundo estuviera a gusto.
Uno de los temas principales de la serie es el lugar que ocupan las mujeres dentro del patriarcado. ¿Cuánto va a marcar a vuestros personajes y qué similitudes veis con la vida real?
E.C.: Las vidas de las dos protagonistas las deciden hombres, incluida su propia amistad y el motivo por el que se deteriora. No tienen la capacidad de elegir. Esto es algo de lo que van a irse dando cuenta por ellas mismas, entendiendo que la otra tampoco ha tenido opción de actuar de manera diferente. La misoginia es uno de los grandes temas de la serie. Ahí está la pregunta constante de si puede una mujer ocupar el Trono de Hierro. Pero una de las cosas que más me gusta es que si quitas esta trama, estos dos mujeres son dos personajes igual de importantes, muy profundos y con interés suficiente como para seguir desarrollando su historia. No solamente están en la ficción por y para la misoginia.
M.A.: Todas las mujeres hemos sufrido machismo en nuestras vidas, algunas veces intencionados y otras no. También hemos sido educadas en que debemos competir entre nosotras. Solamente puede haber una gran mujer en la sala, incluso si tú no quieres serlo. Es la forma en la que somos concebidas en el mundo, no puede haber una manada de mujeres increíbles. Pasa incluso entre Emily y yo, para que tuvieras necesariamente que elegirnos a una. Por desgracia esto es algo que sigue pasando.
Las mujeres hemos sido educadas en que debemos competir entre nosotras
¿Estáis preparadas para la explosión de fama a nivel internacional que va a generar el estreno?
M.A.: ¡No! ¡Estamos aterradas! Estoy asustada hasta con el comportamiento que pueda tener mi familia. Ya ha habido algún miembro que se ha puesto en contacto conmigo y ha hablado de mí públicamente, cuando en realidad no me conocen de nada. Esto duele y me enfada mucho.
E.C.: Da muchísimo miedo. Y eso que hace un mes siempre decía que no necesitábamos seguridad en los eventos. Que estaríamos bien y que nadie iba a enterarse de dónde vivo. Ahora cada cosa que pido lo hago con un nombre falso porque asusta mucho. Aquí en Ámsterdam menos, pero en Los Ángeles nos seguían constantemente. Todo el rato eres consciente de la forma en la que se te mira y cuesta convencerte de que no tiene que ser importante. Aun así, no hay que pensar en la fama porque todo lo que somos es contadoras de historias. Es lo que nos gusta hacer y el motivo por el que estamos en la serie.
Siento que sigo en una especie de fase de negación. Todavía que no voy a estar en la serie, que van a cortar mis escenas [ríe]. Nunca sabes cómo vas a reaccionar. No existe un manual.