La eterna comparación entre Aquí no hay quien viva y La que se avecina sale de tanto en cuando a debate, más ahora que acaban de cumplirse 20 años desde el estreno de la ficción 'madre'. Una cuestión en la que tiene un doctorado Luis Merlo, actor en ambas creaciones de los hermanos Caballero, que no duda en afirmar que “son dos series tremendamente distintas en las cuales existe, reina y manda la comedia”.
El intérprete, ahora Bruno en el edificio de Contubernio 49 en el que se desarrolla la temporada 13 de LQSA, charla con verTele junto a su compañero Carlos Areces sobre las nuevas aventuras, y también las antiguas, de los vecinos más queridos de la televisión. Y aunque el marco es la emisión en Telecinco de los episodios de esta decimotercera tanda, no tienen reparo en profundizar en otras cuestiones que han dado que hablar en los últimos tiempos.
Una de ellas es una afirmación de Isabel Ordaz, la histórica 'Hierbas', que opinó que “La que se avecina mató a la comedia” y defendió el tipo de humor de Aquí no hay quien viva. Merlo opta por marcar las distancias entre ambas desde lo constructivo, asegurando que “cada una ha vivido su momento” y argumentando, eso sí, que “si LQSA se estrenara hoy en día, se echaría encima la gente”.
Además, el actor define su ficción actual como “más macarra” y “políticamente incorrecta”, y reflexiona: “De La que se avecina, los niños de siete, ocho y nueve años se saben los diálogos. Si tuviera un hijo no sé si le dejaría ver esta serie con siete años, no lo tengo claro”.
¿Cómo lleváis lo de presentar la temporada 13 cuando ya estáis rodando la 14? ¿Hay mucho mareo?
Carlos Areces: Yo no lo llevo mal hasta que toca hablar de ello porque os juro que no recuerdo qué ocurre en la temporada que estamos presentando. Y como hay tantas tramas...
Luis Merlo: Exacto. Hay tantísimas tramas de tantos personajes que es difícil recordarlas. Yo recuerdo, sé, que en la temporada 13 tenemos el follón de Greta, el Airbnb de Fermín con Lola, la vida amorosa de Maite y su nuevo chico... y mi amargura con enganche emocional, como siempre tiene Bruno, a Fermín. Es una pareja que se ha generado y tiene mucha vida. Habla de la eterna soledad de Bruno, un pianista de renombre mundial y sobrado de dinero que descubre que lleva una vida que no tiene. Ese conflicto me gusta muchísimo. Lo que más me gusta de mi personaje es que no elegiría vivir allí, es que lo necesita.
¿Desde que ha entrado Amazon Prime Video en la producción y distribución de 'La que se avecina' habéis notado cambios a la hora de rodar? ¿Ha habido incremento de presupuesto?
CA: Cuando entré ya era de Amazon, me parece. No he notado cambio.
LM: Creo que cuando entré yo también. No se puede hablar de un cambio, lo que pasa es que hay un tanto por ciento de público que tiene todo el derecho a ver la serie que le gusta y que no tiene plataformas. El único cambio lógico es que luego las audiencias en abierto bajan porque ya lo ha visto mucha gente en Amazon.
¿Vosotros también os ponéis 'La que se avecina'? Supongo que os saldrá en recomendadas...
LM: No, y juro que no es postureo. De todos los capítulos de series de televisión que he hecho habré visto a lo mejor seis o siete episodios porque no me gusto a mí mismo como actor. Me pongo muy nervioso, así que miro algún capítulo para chequear que el trabajo está en los parámetros que tiene que estar, pero veo muy poco. Siempre me encuentro el defecto y nunca el acierto, ¿y para qué sufrir a lo tonto? Lo que me divierte es hacerlo. Y cuando lo estoy haciendo, y está funcionando, sé que luego va a funcionar. Entonces me siento ilusionado al ver eso que creo que he hecho estupendamente bien. Y no es broma, es así.
¿A ti también te pasa, Carlos?
LM: No, él está pagado de sí mismo. No tiene más que espejos por su casa... [ríe].
CA: Estaría todo el día viendo capítulos de cosas mías, lo que me sobra son los demás. No entiendo esa necesidad de rellenar el resto del capítulo con otros personajes [risas]. Lo que dice Luis creo que es algo muy común. Cuando un actor ve una película o una serie que ha hecho él, sobre todo la primera vez, se ve exclusivamente a él y todo lo demás es paisaje. Estás obsesionado con cada gesto, cada frase, cada corte... Es tal angustia la que pasas viendo los capítulos, que no...
LM: Somos como doctores que están mirando la enfermedad en vez de mirar la salud. Una secuencia que sí he visto es una que era un 'puerta a puerta'. No pregunté, di por hecho que era primer plano y solté muchísimo las manos al expresar. Luego lo único que veía eran unas manos completamente desaforadas que se cargaban lo que estaba bien hecho. Parecía que estaba buceando.
CA: Pensaba que esto era algo muy general hasta que el otro día, en una entrevista, escuché a Tarantino decir que claro que veía sus películas, que eran muy buenas. Me encantaría poder decir eso algún día [ríe].
Tu caso Carlos será aun más complicado, porque tienes muchos personajes dentro del mismo...
CA: Sí, aunque últimamente están saliendo menos. El personaje al principio era muy florido y en cada capítulo había dos o tres personalidades, y ahora se está medicando mejor.
¿Qué sentís al formar parte de una serie emblemática como 'La que se avecina'?
CA: Cuando yo llegué ya estaba todo hecho, así que estoy muy feliz porque no tuve que arriesgar nada [ríe]. Entré con la mesa puesta y eso te quita presión. Cuando entras en una serie, tienes dudas de si funcionará el personaje, si será gracioso, si me llevaré bien con la gente. Pero cuando entré ya era La que se avecina, me lo dieron todo hecho. Que vengan más así.
Cuando entré me dijo Alberto [Caballero] que tenía pensado un personaje para mí y me hizo mucha ilusión. Pero empezaron a rodar e iba pasando el tiempo y no me llamaba ni Cristo. Cuando llevaban 13 capítulos rodados y yo no había entrado, llamó mi representante y resulta que mi personaje aparecía en un capítulo, le detenían y se iba. Dije, ¿pero esto qué es? Fue muy frustrante, un jarro de agua fría. Después me ofreció protagonizar El Pueblo y hacer otro personaje para La que se avecina. Pensé que eso no se podía hacer, pero me dijo que ya habían reciclado actores y que incluso algunas veces lo habían descubierto por los fans [ríe]. Y dicho y hecho.
Carlos, ¿descartamos que Patricio sea una de las personalidades de Agustín?
CA: Yo alguna vez he tenido esa duda. No sé cómo la jugará Alberto [Caballero], pero esa posibilidad está ahí. Sería un buen giro para la última temporada. Otra posibilidad es que Juanjo, mi personaje de El Pueblo, también sea una personalidad de Agustín. Hicimos un 'crossover' de las dos series y ahí perdimos la oportunidad de que mis dos personajes se encontraran cara a cara.
¿Qué personalidad te gusta más interpretar?
CA: A la que le tengo especial cariño es a la neutra: Agustín cuando está medicado. Lo que peor llevo son los apósitos, cuando me toca llevar pelucón, o bigotes.
¿Cómo trabajáis tantas personalidades? Porque hay veces que en la misma secuencia se juntan varias...
CA: Es un poco coñazo porque tienes que cortar la secuencia, volver a cambiarte... Además mi personaje no es nada naturalista en ese sentido, el trastorno de personalidad que refleja no está sacado de un manual, sino más bien de Mortadelo y Filemón. Creo que lo más complicado fue una trama en la que me ponían unos electrodos e iban saliendo las distintas personalidades sin disfraz.
¿Teníais miedo de que a los fans de 'La que se avecina' no les gustase el cambio de edificio y de tramas?
LM: Nada de eso está en nuestra mano, está en manos de la gente. Nosotros somos totalmente inútiles con respecto a lo que piensa el espectador. Lo que enfada a veces es que se pone la misma energía, el mismo trabajo, y la misma voluntad cuando triunfas y cuando fracasas. No cambia nada. Sencillamente, una cosa que has hecho ha conectado con el público, y otra no. Pero todo se hace con la misma energía.
CA: Y a veces funcionan mejor cosas en las que has puesto menos intención.
¿De qué forma se refrescan las tramas de 'La que se avecina' con el cambio de edificio y los nuevos personajes?
LM: Aporta, indudablemente, nuevas convivencias y nuevas relaciones con ese microcosmos que es cualquier lugar donde vivan esos personajes.
El público ya ha podido ver la temporada completa en Amazon Prime Video. ¿Qué feedback habéis recibido en este tiempo por parte de los fans?
LM: Yo no tengo redes, pero no ha cambiado absolutamente nada. Han gustado las nuevas aportaciones, pero no ha habido ninguna variación. Sencillamente nos hemos ido un grupo de personajes a vivir a otro sitio, y se han incorporado otros personajes que generan otro tipo de tramas. No ha habido ni un solo comentario de 'esto no es La que se avecina, porque ahora el edificio es carísimo y el otro era muy cutre'. No ha habido nada de eso. Puedes pensarlo, a mí cuando me enseñaron los nuevos decorados pensé '¿qué vamos a hacer aquí?'. Era una cosa tremenda. Y no ha pasado nada, es lo mismo.
¿Cómo ha evolucionado el fenómeno fan de 'La que se avecina'? ¿Es más potente que en otros trabajos que habéis hecho?
CA: Sí, no hay color. Yo vengo del underground, soy outsider del sistema, y venía de hacer cosas como La hora chanante, Muchachada nui o películas que generalmente no veía tanta gente. El cambio es brutal, de repente te reconoce un tipo de gente cuya mayoría no sabe cómo me llamo, pero llegas a otro público. Me pasó también con Águila roja, que por la calle me reconocía gente que habitualmente no te reconoce de otros trabajos.
Isabel Ordaz ha dicho recientemente en una entrevista que 'La que se avecina' mató la comedia porque no tenía nada que ver con 'Aquí no hay quien viva', ¿estáis de acuerdo?
LM: Considero que son dos series tremendamente distintas en las cuales existe, reina y manda la comedia. Como vengo de familia de actores he tratado con un tipo de generación que tenía unos nombres, que nombraba muy bien la profesión y el trabajo del actor. No se complicaba tantísimo como nos complicamos ahora. Aquí no hay quien viva era una comedia con humanidad, una ternura y una afectividad que estaba muy patente, y La que se avecina es una serie mucho más macarra y cuya afectividad está latente, está ahí abajo. Eso no significa que crea que La que se avecina haya dañado el humor, y estoy casi siempre de acuerdo con Isabel Ordaz. Yo que he hecho las dos, tengo que decir que Aquí no hay quien viva era un género con un ritmo muy distinto en el cual no había personajes malditos, había personajes tiernos, curiosos, cotillas... Y La que se avecina es una serie de género farsa, es un guiñol, una exageración tremebunda. Y creo además que no podría empezar a hacerse ahora porque es muy políticamente incorrecta.
CA: A mí me gustaba mucho Aquí no hay quien viva, me pareció muy sorprendente en su día, y no sé qué tal funcionaría ahora. Imagino que los cambios fueron para ponerse a punto.
Si 'La que se avecina' se estrenara hoy en día, se echaría encima la gente
LM: Yo he trabajado mucho con Isabel y he coincidido casi siempre con su forma de pensar, pero en cualquier trabajo que se basa en la comunicación con un público, según el momento en que lo hagas, tiene una vida o tiene otra. Hace 22 años, cuando se cerró Aquí no hay quien viva, trataba con normalidad cosas que no se había visto hasta entonces en la ficción como una pareja gay enamorada, sin el tópico de reírse. Eso, hoy, está superado. Y quizás, quiero pensar que Aquí no hay quien viva ha ayudado a superarlo. Hoy no sé si Aquí no hay quien viva tendría el avance que tuvo, es el momento en que haces las cosas. En ese sentido, tanto Aquí no hay quien viva como La que se avecina han vivido su momento, y una ha heredado por tantísimas temporadas unos personajes tan malditos, que dicen unas barbaridades tan fuertes solo porque está estrenada hace muchos años. Si La que se avecina se estrenara hoy en día, se echaría encima la gente.
CA: Eso demuestra que a veces no hay que envainársela tan rápido como algunas fuentes exigen. Otra serie que creo que no se podría estrenar hoy en día es Los Simpson, pero sin embargo Padre de familia es posterior, aguanta ahí y se ha emitido en horario infantil. Es muy curioso lo pejigueros que somos para algunas cosas, sobre todo cuando sabemos que haciendo presión podemos cambiarlas, pero otras las dejamos ahí. No ha habido gente quejándose de que emitan esa serie de aspecto infantil...
LM: Una última cosa. De La que se avecina, los niños de siete, ocho y nueve años se saben los diálogos. Si tuviera un hijo no sé si le dejaría ver esta serie con siete años, no lo tengo claro.