Xavier Font, fundador de Locomía: “He asumido que en esta historia siempre me llevo todos los palos”
“Cuando murió Franco dije 'fiesta, no voy al cole'”. Xavier Font ya acompañaba al mercado a su madre con con siete pendientes y cresta en la España de 1975. Apenas una década más tarde hizo las maletas para irse a Ibiza junto a Manuel Arjona y allí fundó Locomía. El grupo que acabaría convirtiéndose en un fenómeno en la isla y que, con acuerdo discográfico mediante, recorrió Latinoamérica y Estados Unidos.
Su mala relación con su el productor musical José Luis Gil provocó el final de la formación apenas ocho años después, pero su legado sigue vigente y presente. Su historia ha sido reflejada en la docuserie Locomía, ya disponible en Movistar Plus+, en la que intervienen él, su antagonista y el resto de miembros de la banda. A la hora de aceptar el proyecto, para él era clave que quedara claro que el grupo “no era sólo una boyband, sino una historia de amor”.
Su única línea roja fue que Gil “no tuviera derecho de corte. Yo no lo exijo y nadie lo puede tener”. Tampoco tuvo miedo a la imagen de él con la que se fuera a quedar el público. “He asumido que en esta historia siempre me llevo todos los palos”, reconoce.
En la presentación de la docuserie comentaste que esta no era la primera vez que os planteabais hacer una serie sobre Locomía. ¿Por qué con Movistar+ sí ha salido adelante?
Con Warner y Netflix llegamos a tener directores para el proyecto, pero no acababa de cuadrar porque siempre venía Gil y lo jodía. Llevo desde antes de la pandemia, tres años trabajando en esto y en una película que va a venir ahora con Netflix y Atresmedia. Pero me ha costado mucho. Hasta que no conoces a gente que empatiza y entra en la historia, no pasa.
También había que convencer a Gil... Que el hombre es duro. Es un tío que ya no lo hace por dinero, sino sobre todo por joder. Cuando me dijeron que después de tanta movida había dicho que sí... Cerró el tema de las licencias musicales para poder desarrollar el documental y dije “ahora es el momento”.
Ahí es cuando se unen todas las estrellas de la galaxia de nuestro universo Locomía. Las cosas son como son cuando tienen que ser. Por eso digo que Locomía es atemporal, esto no se ha acabado, estoy vivo, de pie, con 60 años y feliz. Que estuvieran todos los 'locomías' también fue trabajo mío, porque estaban negados. Al final también esto ha salido orgánicamente y han salido cada uno por su lado, sin saber lo que hablaban los otros. Han podido montarlo, con tanta información y sentimientos que no son un chiste. No es ficción, es una vida pura y dura.
La película que comentas que estás desarrollando con Netflix y Atresmedia, ¿es también para contar vuestra historia?
Es en ficción, pero van a tener el problema de hacerla después de esta, porque ya se habrá estrenado un biopic real documental de nuestra historia. Ya he leído tres guiones, se van a tener que ajustar mucho. Está confirmado para rodar en septiembre con actores tops de Netflix. Va a contar que mi personaje, el de Manolo [Arjona] y el de Lurdes [Iribar], se conocen en una escuela de diseño de moda, que no es real. Nuestra historia empieza a contarse en base a nuestra amistad de jóvenes.
¿Hasta qué punto te preocupó la imagen que se fuera a dar de ti en cualquiera de los dos proyectos?
He asumido que en esta historia siempre me llevo todos los palos. Porque además soy visceral y lo cuento todo. Lo suelto. Los demás son un poco más medidos y les daba mucho miedo el “a ver qué contamos”; y al final han contado más que yo. Cuando viene el director y te dice que “Carlos ha hablado de cuando se drogaba en Miami, que tú lo sacaste; y Manolo cuando lo sacasteis de Ibiza”... son cosas que yo nunca he dicho ni están en mi libro. En ese momento digo “sí”, me fui de Ibiza porque me ofrecieron un proyecto discográfico por un año y porque a Manolo le estaban dando caballo por la nariz. Igual que saqué a Carlos de Miami porque se estaba metiendo GHB por un tubo.
Estas cosas no se me ocurre decirlas y sin embargo ellos lo han hecho. Han tratado con todo el cariño muchas cosas que no se podían poner... porque no se puede, y en Movistar menos.
Una vez aceptas sacar adelante esta docuserie, ¿hubo algo que querías que apareciera sí o sí?
El resumen de que Locomía no era sólo una boyband. Locomía era una historia de amor. Mi historia y su historia de amor, que empezó como empezó. Y que ha seguido en el tiempo: el cariño que me tiene Manolo, el amor/odio que me tiene mi hermano. Esto ocurre porque las base de Locomía es una tribu urbana que nació en Ibiza, no de la música. Por eso Gil vende que mi gente la creó él. Dice que es el creador y sí, es el creador musical de una música que a mí nunca me gustó.
Yo tenía que salir haciendo su playback, que es algo que nunca había utilizado ni había dicho por no desmerecer a mi propia banda. No por taparle al Gil el que él se ponía a cantar sin darnos de oportunidad de hacerlo nosotros. En un disco que eso lo canta... Bueno, ahora ya con el rollo reggaetón, nadie canta. Pero aquello no era cantar, era recitar una letra. Y lo hacía porque mi voz es tan de hombre como la de él.
¿Y alguna línea roja?
Transmití que no quería que Gil tuviera derecho de corte. Porque si íbamos a empezar como quería hacer en Warner... Es un derecho que yo no exijo y nadie lo puede tener. Nadie lo ha tenido. A mí quedar bien o mal no me preocupa, al final la que tienes que empatizar eres tú como público. De “este tío qué bien se lo pasaba” o “era un descarado”.
Era importante por la historia de lo que es Locomía, toda mi tribu, mi gente. Y no sólo por mí, sino por lo que ellos han vivido y sufrido. Éramos muy jóvenes, teníamos el éxito, lo vimos pasar, se abrieron las puertas del mundo y de repente se nos cerraron. ¿Fue culpa mía? Posiblemente. Pero es que Gil lo hizo mal, subestimó a un chico de mis características, que es complicado. Manolo ahora es más guerrero pero antes era tranquilo. Si yo hubiese sido suave como él, nos hubiese robado y cambiado más.
Lo que quería era encontrarme con un documental respetuoso, luminoso y que la gente no vea a malos ni buenos. Que vea que cuando la gente de mi generación empezó hace 36 años pudo hacer algo que estaba al límite de una cosa luminosa. Y si lo hice yo, ¿por qué no lo pueden hacer ahora los de 22, que tienes las herramientas en la mano?
No exigí el derecho a corte y nadie lo podía tener
El contexto en el que surge Locomía fue una España que se creía moderna, pero no lo era. ¿Nos hemos modernizado desde entonces?
Cuando se murió Franco yo estaba en octavo y dije “fiesta, no voy al cole”. Yo ya iba con siete pendientes y con cresta al mercado con mi madre. Tenía dieciséis/diecisiete años y aquello era muy transgresor. Yo era muy joven y España muy gris.
España se empezó a poner moderna desde Ibiza, por eso la isla es tan mágica y magnética. La gente venía del mundo a desinhibirse, a ponerse el modelo que no se ponían en su país y venían a ser ellos mismos a través de una pastilla, una raya o lo que fuera. Aquí se creaban cosas. ¿España ahora es moderna? Sí, demasiado a lo mejor.
¿Demasiado?
Cuando empezamos La Movida madrileña aquello fue muy poderoso. Recuerdo que antes también lo era Barcelona, pero en el mundo underground. Dentro de todo lo gris que podía ser, la noche era muy variopinta. Era nuestra círculo de gueto, la gente especial que al final teníamos que irnos a Ibiza. En España ya está todo mucho mejor y más moderno que mi época. Aun así, me quedo con la mía. Lo nuestro era muy mágico.
Cuando se murió Franco dije 'fiesta, no voy al cole'
¿Estaba bien visto llamar entonces la atención?
Era complicado. Tengo la suerte de que en mi casa siempre entendieron todo lo que había. Es la base que he tenido, que siempre he visto normal lo que pasaba fuera de casa, mi locura, mi condición sexual y todo. Siempre me ha dado un poco igual. La reivindicación de salir del armario sin haber estado nunca dentro... Yo soy un hombre gay, muy hombre, que tiene una condición muy concreta, pero eso no me cambia la vida ni nada. De hecho, siempre he sido muy anti gueto.
Soy de los que está en contra de ir a una discoteca de hombres o de mujeres. Pero soy gay, no pasa nada. He tenido esa facilidad. El cómo te veían los demás era complicado porque pocos años antes de mi época, cuando salías, si eras gay te pegaban palos y te arrestaban. Esto pasaba diez años antes de sentirme libre e irme a Ibiza. La cosa estaba jodida pero nunca lo he vivido mal. Me enamoraba de un chico, lo llevaba a mi mundo, hacía que esa persona empatizara y se metiera en lo que hago. Tengo esa manera de embrujar o de seducir. No sé cómo lo hago porque suena un poco prepotente, pero soy yo. Les enamoro.
Me dio tanta rabia no ir a Eurovisión que nunca lo he seguido
Cambiando de tercio, ¿de dónde nace el interés de volver a presentar Locomía a Eurovisión?
Coincidimos con Azúcar Moreno y fueron ellas con otro estilo. Las canciones de Locomía no me gustan, pero la que llevamos era un escándalo. Y la ropa que habíamos hecho también, todo en blanco, dorado y rojo, trabajado en pedrería. Era para ganar. Pero TVE dijo “uf, la prensa que dirá” de cuatro tíos que, aunque no fuéramos gays, con aquella pinta era muy adelantado a su tiempo. Sabía que España hubiera ganado con nosotros. Igual que cuando ganó Abba, lo hizo porque tenía un tema y una apuesta como la de Chanel este año.
En realidad, me dio tanta rabia hacer Eurovisión que nunca lo he seguido. Es contradictorio pero se me quedó esa frustración. El año que viene voy a intentar ganar. Ya estoy construyendo un tema, tengo un proyecto de reality para sacar de Locomía. Y si no lo saco, me voy a traer a cuatro cracks para hacer lo que este año Chanel. De verdad que lo de Eurovisión lo voy a hacer, no es coña. Van a pasar cosas seguro.