Las espantadas de Alba Carrillo en los platós de televisión son un clásico. Cuando la tertuliana se siente incómoda o atacada, se levanta y se va. Lo hacen muchos personajes televisivos con relativa frecuencia, pero ella, a diferencia de los demás, tarda en volver.
El último enfado le duró un mes. Dejó su programa, Ya es mediodía, por la infinidad de críticas que le estaban disparando algunos compañeros después de que se supiera su breve romance con Jorge Pérez. El 10 de enero regresó al magacín que presenta Joaquín Prat.
Hay un motivo por el que no renuncia a la televisión definitivamente: el dinero. Como cabía suponer, Carrillo tiene muchas facturas que pagar, así que necesita los ingresos que consigue bajos los focos.
“Cuando me voy estoy supercontenta de haberme ido, pero luego empiezan a llegar las facturas y pienso: 'Tengo que volver, no era tan grave'”, bromeó anoche en Sábado Deluxe. “Tampoco hay que tener tanta dignidad”, soltó entre risas.
“La empresa sabe dónde tocar para que yo salte”
Algunos de los tertulianos del Deluxe se mostraron sorprendidos por la paciencia que tienen sus jefes. “Yo te considero muy afortunada porque creo que a muchos de nosotros no se nos hubieran permitido muchas cosas. Yo no sé si a mí me volverían a abrir la puerta”, le espetó María Patiño. “Sé que soy afortunada”, reconoció su entrevistada.
Kiko Matamoros parece tener bastante claro por qué Unicorn Content, la productora para la que trabaja Carrillo, le consiente todas esas pataletas.
“Esto es un negocio y hay gente que tiene su peso. Si un vendedor mediocre se va de su puesto de trabajo cinco veces en un año, la empresa lo echa. Pero si es un vendedor brillante que en un mes vende lo que otros en siete, pues lo dejando que se vaya de vez en cuando”, argumentó el tertuliano para poner en valor el peso televisivo de su compañera.
Carrillo no le corrigió ni una sola coma, simplemente hizo un apunte para dejar bien claro que no toda la responsabilidad es suya y que sus enfados son parte del espectáculo que necesitan estos programas: “La empresa sabe dónde tocar para que yo salte porque gusta que yo eche fuego”, remató la invitada.