La Promesa vivió hace varios capítulos el encuentro más íntimo de Jana y Manuel, su pareja protagonista. La doncella y el heredero del marquesado se dejaron llevar por la pasión aislados al resto del mundo, en una playa virgen que ambos disfrutaron en toda su plenitud.
Ahora, Ana Garcés y Arturo García Sancho han desvelado en un vídeo para la web de RTVE algunos secretos del rodaje de esas escenas, las cuales tuvieron lugar en la playa de Vilela, en Mañón (A Coruña). Ambos reconocen que el momento más complicado fue cuando sus personajes en la serie de La 1 discuten, ya que el actor no paraba de 'trabarse' con el texto y “retomar en mitad de una discusión es muy complicado”, según su compañera.
Garcés y García Sancho también sufrieron por el fuerte sonido de las olas, que apenas les permitía escuchar lo que decía el otro. Y tampoco lo tuvieron fácil durante la escena en la que ambos aparecen sentados junto a una roca, ya que la roca, aunque era “preciosa” y era “la que querían” los responsables del capítulo, “medía dos metros más” que los actores, según García Sancho: “Tú no parabas de rasparte el culo y de caerte. Y yo tenía que poner un pie para que tú te pusieses encima mío (...) La secuencia no fue nada cómoda”. De hecho, cuentan que un miembro del equipo se cayó grabando.
Aun así, la secuencia en cuestión dejó una curiosidad. Durante la misma se ve cómo Manuel da un papel a Jana para que ella lo enrolle y lo meta en una botella, que el heredero tira después al mar. La idea inicial era que Manuel hiciera todo, pero Arturo García Sancho fue incapaz de enrollar el papel, así que se lo cedió a su compañera para que lo hiciera. “Esto fue improvisación pura, porque yo no tenía ni idea de enrollar el papel con estas manos y Ana sí”, reconoce el actor ante las risas de su compañera.
Después, Arturo cumplió con su cometido de lanzarla al mar, pero no como esperaba. Un miembro del equipo estaba en medio del mar con una barca por si había que García Sancho la lanzaba muy lejos, como era su intención. Sin embargo, no fue el caso: “No llegó ni a la tercera ola. La tiré en la propia orilla”.
El momento de enrollar el papel no fue el único improvisado. En una escena, Jana y Manuel se dan la mano con delicadeza antes de besarse por obra y gracia de Ana Garcés, a la que se le ocurrió ese gesto. Menos voluntario fue que la doncella y el heredero se quitaran parte de su ropa y, aun así, Manuel apareciera con el chaleco puesto. “Se me olvidó quitármelo”, reconoce García Sancho, que tampoco tuvo su día al hacer el corazón sobre el que se tumban los dos personajes en la orilla. “Ese corazón que, por supuesto, hiciste fatal y tuvieron que repetirlo”, comenta entre risas Garcés.
Anécdotas como éstas marcaron un rodaje “intenso”, pero muy satisfactorio para sus protagonista, que por unos días disfrutaron de una “playa tan grande que parecía solo nuestra”. “Estábamos todos a una pasándolo superbien”, dice la actriz.