“La generación Z devora las series”. Carlos Montero, creador de Física o química y Élite, dos de los grandes fenómenos de ficción juvenil de las últimas décadas, lo tiene claro. Su 'hambre' les ha convertido en un target entregado con una altísima demanda de contenido. Motivo por el que concebir historias para ellos es un ejercicio cada vez más habitual y que ha estallado con la llegada de las plataformas (incluidas las de las cadenas generalistas). Poder elegir el momento del visionado genera que este pueda ser todo lo libre e intenso posible; con gran potencial para tornarse en atracón. Ahora bien, ¿cómo se gestan y qué se tiene en cuenta a la hora de 'hablar' a este público?
El guionista y productor reflexionó sobre la creación de producciones juveniles en el Festival Iberseries Platino celebrado en Madrid la semana pasada, que acogió una mesa redonda con el título Jóvenes, salvajes y libres: Escribiendo para los 15-25 y llegando más allá. En él participaron también Laura Belloso, productora ejecutiva de El Internado: Las cumbres (Amazon Prime Video); Yolanda García Serrano, guionista de Hit (RTVE); y Carlos Quintanilla, creador de la mexicana Control Z (Netflix).
La periodista Marta Medina, moderadora de la charla, preguntó a los responsables por la elección de los temas a desarrollar en sus series y su tratamiento. Montero explicó que “Élite nace del choque entre clases, con tres chicos pobres entrando en uno súper rico”. “La adolescencia da para ser muy exagerados”, opinó, “los de Hit son muy violentos y los nuestros muy sexuales”. “No hay ningún chaval que quiera ver Élite con sus padres”, comentó con humor. “En El Internado: Las Cumbres follan menos, pero porque los pobres no pueden hacer nada”, sumó Belloso.
Apuesta por el realismo y lo didáctico
García Serrano explicó que en Hit “queríamos contar que a los adolescentes, si no se les escucha, no sirve de nada. No basta con que les critiques, hay que darles modelos. Un adolescente es el proyecto de un adulto, igual que nosotros somos el resultado de los adolescentes que fuimos”. Con la ficción protagonizada por Daniel Grao, que fue acompañada en La 1 del espacio de debate ¿Quién educa a quién?, optaron porque sí pudieran verla “chavales y padres juntos”, con una clara vocación didáctica.
Así lo ejemplifica su manera de abordar de un caso de agresión sexual en las aulas. “Que sepas que esto es abuso, violación y que nadie puede ser dueño de ti”, es lo que han tratado de hacer llegar a la juventud “en una serie que se pone a tu nivel intentando que después seas capaz de reconocerlo”.
Hit realiza a su vez una potente crítica al contexto en el que crecen las nuevas generaciones. “El futuro de mierda que les espera”, que describe el personaje de Grao en el primer episodio. “Un juez que insulta en el Congreso de los Diputados a una mujer de forma arcaica... también educará a su alrededor. Da miedo. ¿Cómo voy yo luego a exigir a un adolescente que sea buena persona? Como guionista, me preocupa”, reveló.
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De ahí a que la ficción esté atravesada por un intencionado realismo. “Era muy importante saber qué les pasa a los adolescentes y darles el espejo para que se vean y decidan si quieren seguir siendo así. Y si se da el caso de que no, darles opciones”, argumentó la García Serrano, “cuando la gente se siente escuchada y querida, cambia. Los tratamos como si fueran ganado y son personas con mucha energía, vitalidad y ganas de que se les haga caso”.
El poder del componente fantástico y de terror
Al igual que Montero apeló a lo “exagerado” para describir las producciones juveniles en las que ha estado involucrado, Belloso calificó de “hiperbólico” al sustento de El Internado y El Internado: Las cumbres. “Generemos una situación con un punto distópico, un territorio muy hostil. En ese espacio suceden cosas que para ellos son un descubrimiento. Se dan cuenta de lo que es la vida, y dónde está la verdad”, describió, “acompañamos a nuestros personajes en su viaje de búsqueda de su libertad”.
También se incluye a “la religión como algo que constriñe sus vidas”. En definitiva, argumentó que “los temas recurrentes están, tratados a través de un filtro distinto. Cuanto más exageras la hostilidad, más brillan otras cosas como la lucha contra la injusticia y la amistad”.
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El sexo y las líneas rojas
La adolescencia es la etapa del despertar sexual, por lo que el sexo es un elemento habitual en las ficciones juveniles. Cada una lo aborda a su manera, al igual que la presencia de drogas, fiestas y violencia explícita. “En TVE no nos han dicho nada que no pudiera salir”, agradeció García Serrano sobre la producción de Hit, “presentamos los guiones y dijeron 'nos encanta'. Me ha llamado bastante la atención”. “Lo que contamos está basado en hechos reales y ante eso no te pueden decir que no”, reconoció, “el objetivo es que la serie sirva, no tirar esos personajes a la basura”.
La experiencia de Montero al proponer Física o química a la cadena pública en 2008 fue diferente. “Nos dijeron que no”, lamentó, “pero Antena 3 sí lo vio bien”. En cualquier caso, apuntó que en trece años “han cambiado mucho las cosas. La sociedad es otra y la forma de trabajar en plataformas y cadenas también”. Comparando su primer éxito con el más reciente, el guionista aseguró que “FoQ fue mucho más rompedora y arriesgada que Élite. La segunda nunca partió de ahí”.
Quintanilla compartió que “tampoco hubo censura en Control Z [serie en la que tomó como referencia su propia experiencia como profesor de instituto] exploramos cómo en México nos estamos acostumbrando a la violencia y a la corrupción”. “Parece que tienen que ser cotidianas”, advirtió sobre su decisión de incluirlas en la ficción.
A la hora de describir la responsabilidad con la que se enfrentan a los procesos de escritura para tratar de calar con algún tipo de mensaje, Quintanilla reveló su objetivo es que este “se pueda entender cuando termines de ver la serie. Hacerlo muy evidente aleja a las grandes audiencias y más a los jóvenes si detectan que les estás catequizando”. Belloso apoyó su postura, reconociendo que “como creadores debemos asumir que tenemos una responsabilidad y mojarnos en lo que contamos. Plantear temas interesantes de una manera comprometida, pero luego dejar que el público saque sus propias conclusiones. No teledirigir”.
El valor de lo local en un contexto global
La llegada de las plataformas impulsó claramente la vocación global de la ficción, al expandir el mercado más allá de nuestras fronteras a golpe click. Las series juveniles también tienen el potencial de convertirse en fenómenos globales -Élite es el gran estandarte-, pero los creadores opinaron que no es algo que deba cambiar su forma de trabajar. “Que historia esté ubicada en un lugar concreto le da valor”, defendió Belloso, “nos pasa que nos gusta ver una serie en concreto porque esté ubicada en Nueva York. Tiene un valor narrativo y no hay que renunciar a ello”.
Montero puso sobre la mesa el concepto “el mal de Twitter”, para aclarar cómo en seguida los fans de las series piden, desde cualquier rincón del planeta, que la ficción continúe de una u otra forma. “Si empiezas a contentar, no contentas a nadie. El público quiere que a todos los personajes les vaya bien y no hay nada más aburrido de eso”, expuso para justificar por qué no siempre deben dejarse llevar por las sugerencias.
Quintanilla lo tiene igual de claro. “Todos buscamos el éxito pero puede jugar en tu contra si te lleva a contar otra historia”, indicó. La posición de los ponentes arroja luz sobre la tendencia actual de buscar ese componente global, pero más por apostar temas universales en vez de querer transformar tramas en 'otra cosa' fruto de una ceguera que no consideran útil.
La etiqueta 'juvenil' no debe ir acompañada de una idealización, romantización, traición ni infantilización de un público que, concebidos como consumidores -devoradores- de contenido, merecen ser tomados en serio. Cada creador/ponente a su manera, busca interpelar a los adolescentes para engancharles a sus títulos y, de paso, que les sirva de algo; ya sea para aprender, entretenerse, divertirse, emocionarse, removerse, concienciarse o un cóctel que lo abarque todo. Su poder es incontestable, también en la creación de referentes que permitan ampliar las aspiraciones y generar una sociedad más tolerante.
En cualquier caso, si algo queda claro es que la ficción dirigida a los jóvenes está en plena forma, lucha por diferenciarse y 'sufre' las ventajas y desventajas de ser en mayoritariamente consumidas del tirón. Sus artífices son consciente de ello y, de momento, parece que están dispuestos a seguir generando múltiples 'menús' que se adapten a su variado y voraz apetito.
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