“No te acordarás de la mitad de los restaurantes a los que has ido, pero sí de los postres que tomaste”. Betina Montagne lo tiene claro, la venezolana es una de las pasteleras que ejerce de jurado en Bake Off, el talent culinario que Cuatro estrenó la semana pasada. Sus compañeros de labor, Miquel Guarro y Dani Álvarez coinciden en que el formato es una oportunidad para reivindicar el mundo de pastelería. “Nosotros siempre estamos detrás y eso que somos los que sellamos con el momento dulce”, añade la única mujer del trío encargado de valorar los platos de los concursantes.
El estreno del programa fue la primera aparición de los tres en televisión, pero no su primera vez formando, ya que todos imparten clases a profesionales. Es por ello que a la hora de valorar los resultados de los aspirantes, tuvieran que adaptar sus críticas a nivel de principiante. “Quizás en los primeros días fuimos duros de más. Venimos del mundo profesional en el que juzgas a la gente de otra manera, pero no podíamos olvidar que son amateurs. Hay un enfermero, una psicóloga, un chaval de 18 años... Les estábamos dando demasiada caña”, explica Álvarez, especialista en masas y considerado uno de los chefs de referencia en el sector.
El tercer componente del grupo es Miquel Guarro quien, con 28 años, es el ganador más joven de la historia del premio Mejor Maestro pastelero de nuestro país. El suyo es el estilo más vanguardista y reconoce que también le costó “entender que eran amateur”. No obstante, “poco a poco fuimos viendo su evolución, sus ganas por mejorar, las horas de práctica e intentamos ayudarles para que tuvieran más herramientas para sorprendernos”. Especialmente para la tercera de las pruebas que compone el formato, el reto “Wow”, en el que basándose en unas instrucciones generales, los aspirantes cuentan con libertad creativa para sus elaboraciones.
La primera experiencia en televisión
El trío fue contactado por teléfono o por correo a sabiendas de que ninguno contaba con experiencia en televisión. “Vengo de un mundo donde no te maquillas y en el que siempre te vistes igual. Mis amigos están acostumbrados a que llegue con chaqueta a todas las fiestas”, comenta Montagne.
A Álvarez le atrajo la idea de poder “aportar algo por y para la pastelería” ya que, según afirma, “es un oficio que está en crisis porque estamos fuera de los hábitos de consumo”. El experto en masas explica que “antes la pastelería se consumía muchos los sábados y domingos cuando íbamos a la casa de la abuela o la madre, pero esto se está perdiendo. Ahora vamos a restaurantes, donde te ponen el postre, y ya no compramos en la confitería”.
La “demonización del azúcar”
Otro factor que no ha ayudado a su oficio es la, según define Alvarez, “demonización del azúcar, la harina o la leche”. La situación se debe en parte a que, como argumenta Montagne, “la industria alimentaria ha abusado en los últimos años de las grasas saturadas o los azúcares procesados en extremo. Nosotros como profesionales entendemos que tenemos la responsabilidad de transmitir que hay cosas que debemos cambiar para tener una vida mejor y más sana. Optamos por azúcares pero no procesados, harinas no refinadas, frutas para dar color y no colorantes que dañan el cuerpo, entre otros ejemplos”.
Guarro se pronuncia al respecto afirmando que “la imagen que teníamos del pastelero como alguien gordo, con la chaquetilla manchada, incluso fumando y siendo una persona que no se cuida, ha cambiado”. Defiende que “la pastelería no está reñida con estar bien físicamente”.
“No somos estrellas de cine”
Los jueces de Bake Off han coincidido en su manera de entender su profesión, alejados de una posible visión elitista de la figura del pastelero o cocinero. Montagne responde contundente: “Estoy en contra de hacer de nuestro oficio algo inalcanzable. Si me coloco ante ti como una diosa de la pastelería y del Olimpo, tú jamás vas a hacer nada”. La abanderada de la pastelería americana en España, expresa que esta actitud “es algo que le critica a otros compañeros del medio que nos han puesto como unas estrellas de cine y nosotros somos cocineros y pasteleros, no estrellas. Nuestra labor es comunicar una buena alimentación y pastelería. Lo demás sobra”, zanja.
Cuando consultó datos sobre la versión inglesa del formato, le sorprendió que “en Inglaterra subiera la venta de artículos de repostería y de ingredientes”. Le encantaría que esto “ocurriera en España, porque es un país de gastronomía, pero la pastelería siempre se ha comprado, nunca se ha hecho en casa. Espero que eso cambie, porque cada día tengo a más gente joven en clase”. Guarro anima a los espectadores y amantes de la repostería a que le dediquen “tiempo, interés y cariño”, dado que “en poco tiempo puedes llegar a hacer cosas espectaculares”.
Según comenta, la evolución de los concursantes de Bake Off en el programa va a demostrarlo. “Hay gente que llegó con menos conocimiento pero que durante los meses de trabajo se puso las pilas más que el resto”. Y alaba que “han hecho cosas que podrían estar perfectamente en la vitrina de una pastelería. Es algo de admirar a nivel amateur”.
Las diferentes formas en la que los aspirantes se han desenvuelto durante el concurso fue dificultando la toma de decisiones por parte del jurado. “Hemos llegado a tardar hasta 45 minutos en decidirnos”, reconoce Álvarez. El joven del trío sostiene que “cada uno creemos en lo que creemos y defendemos lo que defendemos”. En lo que sí coinciden es en que, como él mismo describe, “en ningún momento me he sentido haciendo un papel que no fuera yo”. Betina apoya su postura incidiendo en que “hemos tenido la oportunidad de mostrar la pastelería, pero sobre todo de ser nosotros mismos”.