Crítica
'El instante decisivo' narra con pulso los 12 días que marcaron el principio del fin de ETA
Entre la fundación (31 de julio de 1959) y la disolución definitiva de ETA (3 de mayo de 2018) pasaron 58 años y 9 meses. O lo que es lo mismo, 21.461 días. De todos ellos, 12 fueron los que marcaron el principio del fin de ETA: los que pasaron entre las liberaciones de Cosme Delclaux y José Antonio Ortega Lara (1 de julio de 1997) y la muerte de Miguel Ángel Blanco (13 de julio de 1997).
En menos de dos semanas, un importante sector de la sociedad vasca dejó atrás el miedo y el silencio imperantes para salir a la calle y decir basta como nunca antes lo había hecho contra ETA. Así lo atestiguan los protagonistas de El instante decisivo, documental que Atresmedia y La Caña Brothers han dedicado a esos 12 días del verano de 1997 donde la alegría por recuperar a Delclaux y Ortega Lara pronto tornó en impotencia, dolor la rabia tras conocerse el secuestro y posterior asesinato de la muerte del joven concejal del PP de Ermua (Bizkaia).
El instante decisivo, disponible desde este domingo en ATRESplayer Premium, funciona como producción independiente, pero sobre todo como complemento a las otras relacionadas con ETA que se han estrenado este mismo año. Títulos como La línea invisible (Movistar+), Patria (HBO) y ETA: El Desafío (Amazon) que han visto la luz en 2020 para ayudarnos a entender y comprender cómo y por qué surgió la banda, cuáles fueron las consecuencias humanas y sociales del denominado conflicto vasco o cómo los sucesivos gobiernos de España hicieron frente a uno de los episodios más largos y oscuros de nuestra historia reciente.
El rescate de Ortega Lara, desde dentro con imágenes inéditas
Unas lo han hecho desde la ficción y otras en forma documental. El instante decisivo combina ambos géneros, pues entremezcla los testimonios de varios de los protagonistas de aquellos angustiosos 12 días con imágenes reales de archivo y con escenas rodadas a partir de estos mismos hechos, las cuales ayudan a que el documental respire y no sea solo una sucesión de declaraciones y opiniones que pueda avasallar al espectador durante sus 75 minutos de metraje.
Al contrario, estas secuencias ficcionadas potencian el carácter didáctico del documental y consiguen que este sea sumamente fácil de seguir. De hecho, una de las grandes virtudes de El instante decisivo es que consigue atrapar desde el minuto 1, yendo al grano con la liberación, por parte de ETA, de Cosme Delclaux y con el operativo que acabó con la liberación de Ortega Lara tras 532 días cautivo en un zulo bajo condiciones infrahumanas. En estos primeros compases, El instante decisivo no se preocupa por profundizar en los motivos que llevaron a la organización terrorista a secuestrar a este funcionario de prisiones burgalés. Estos quedaran claros minutos más tarde, pero lo primero que se proponen Luz Aldama, directora de programas de actualidad de Atresmedia, y Teresa Latorre, directora del documental, es reflejar el incansable trabajo que hicieron la Guardia Civil y seguir desde dentro, a partir de imágenes nunca vistas, cómo consiguieron rescatarlo.
El recuerdo a Miguel Ángel Blanco centra el documental
Dado su final feliz, la parte de Ortega Lara es la más agradecida de un documental que, acorde a los hechos en los que se basa, cambia de tercio una vez pasa a hablar de la muerte de Miguel Ángel Blanco, a la que dedica aproximadamente su hora final. Es a partir de aquí cuando el documental golpea con más fuerza y las emociones de aquel verano del 97 vuelven a aflorar como si los 23 años que han pasado desde su asesinato no hubieran pasado en realidad. A pesar de conocer el trágico desenlace, es difícil no cerrar los ojos y desear que aquello no hubiera ocurrido. Que al final del documental Miguel Ángel Blanco sigue vivo y regresa a Ermua para ver cómo sus vecinos han salido a la calle para protestar ante semejante injusticia. Sin embargo, la realidad es la que es y no conviene olvidarla, por cruda que ésta sea.
Por eso documentales como El instante decisivo resultan siempre valiosos, porque ayudan a no olvidar aquello que no debe ser olvidarlo. Aun así, cabe decir que el documental hubiera quedado más redondo si hubiera contado con opiniones más cercanas a la otra parte, la de ETA, pero desde Herri Batasuna, que contaba en esos momentos con un diputado en Ermua (Jon Cano), no quisieron participar, según Teresa Latorre.
Aun así, las imágenes de archivo y testimonios como los de Baltasar Garzón, los del entonces el vicelehendakari Ramón Jauregui, los del ministro del Interior en 1997, Jaime Mayor Oreja, o los de Nerea, prima de Miguel Ángel Blanco, así como el resto de dirigentes y miembros de la Guardia Civil que participan en el documental, ayudan a entender el “punto de inflexión”, como así lo definen, que supusieron la liberación de Ortega Lara y, sobre todo, la muerte de Miguel Ángel Blanco en el desarrollo posterior del conflicto vasco y en la percepción que hasta entonces se tenía del terrorismo en la sociedad vasca.