Hay series que invitan a acercarse a ellas desde su propio título. Un puñado de palabras, o incluso una sola, puede ser suficiente para llamar la atención del público y querer adentrarse en el universo que esconden. Poner nombre a una serie no es, por tanto, una decisión baladí.
Para su nueva colaboración conjunta, la primera que se verá en exclusiva en Atresplayer Premium, Atresmedia y la productora Diagonal TV (La catedral del mar, Matadero) decidieron renunciar al título de la ficción en la que se han basado, la argentina Amar después de amar, para poner el suyo propio: El nudo. A priori, un nombre extraño para un thriller “de amor prohibido”, pero que cobra todo el sentido una vez visto su arranque.
Básicamente, porque la estructura del primer episodio de El nudo funciona igual que una cuerda anudada, con dos extremos bien definidos y un enredo central que es la clave de todo. Dicho de otra forma, tenemos el inicio de una historia y un giro fundamental que se produce un año después. Y entre medias, un nudo que empieza a deshacerse en este primer episodio para aclarar cómo se ha llegado de un punto a otro.
Así, la historia de El nudo comienza con Daniel (Oriol Tarrasón) y Rebeca (Cristina Plazas), rector y profesora, respectivamente, de una de las universidades privadas más prestigiosas del país. Una pareja de éxito y aparentemente feliz a la que el destino cruza con Cristina (Natalia Verbeke) y Sergio (Miquel Fernández), un matrimonio más humilde que llega a Madrid con el objetivo de dar un paso adelante en su vida.
A pesar de pertenecer a mundos diferentes, casualidades varias hacen que ambas parejas acaben estrechando lazos. Incluso más de los esperados. Algo que nosotros, los espectadores, intuimos a las primeras de cambio a partir de un abrupto suceso: un accidente de coche que tiene a Daniel debatiéndose entre la vida y la muerte. Un giro de los acontecimientos que acaba por destapar diversas mentiras y, sobre todo, un hecho revelador que cambiará por completo a ambas parejas.
Un arranque predecible que no lastra en exceso
Es precisamente en este punto donde encontramos el principal problema de El nudo, que peca de ser demasiado predecible en su primer episodio. Para cuando los personajes implicados descubren ese giro revelador, el espectador lleva ya varios minutos dándolo por hecho. Y aunque esto sería casi mortal para cualquier otra serie, y más tratándose de su carta de presentación, en el caso de El nudo no es tan grave siempre y cuando tengamos en cuenta que estamos ante una producción donde el cómo y el porqué de los acontecimientos importan tanto como los acontecimientos en sí mismos.
Jordi Frades desde la dirección y Nuria Bueno y su equipo desde el guion han construido un relato que no es lineal, sino que reconstruye unos hechos que, según el caso, el espectador va a saber antes que los propios personajes. Aun desconociendo el motivo y el desarrollo de los mismos.
Dos incógnitas que El nudo irá despejando a partir de una historia construida a base de flashbacks y que juega con hasta tres líneas temporales diferentes. Una primera ambientada en el pasado para contarnos cómo se produjo el accidente de Daniel, otra segunda en un pasado más reciente que narra la investigación policial relacionada con el siniestro y el misterio que éste esconde, y una tercera situada en el presente que ayuda a reconstruir toda la historia de El nudo, pero también a conocer a las parejas protagonistas a través de otros personajes allegados a ellas.
Éstos últimos ponen el punto desenfadado a la trama, comentando la misma como si de unos tertulianos de televisión se tratase. Y lo hacen, además, con cierta gracia, presumiendo aquí la serie de una capacidad para reírse de sí misma que no se destila en este tipo de producciones. Y que, en el caso que nos ocupa, ayuda a compensar el tono melodramático que baña la mayor parte del metraje. De hecho, estos ‘tertulianos’ o narradores testigo potencian el ritmo ligero que de por sí tiene la serie.
Y es que El nudo es una ficción que se ve con suma facilidad. No solo gracias a su ritmo, sino también a lo convencional de su propuesta. Es una serie que no supone un paso adelante para Atresmedia, pero tampoco uno hacia atrás. Simplemente es un producto sin grandes pretensiones que no desentona en ninguno de sus apartados. Sus personajes principales no llaman la atención, pero están muy bien defendidos gracias a una acertada elección de casting. Su historia no supone una revolución, pero sabe jugar sus cartas para continuar con su visionado. Y su factura visual no es rompedora porque tampoco necesita serlo para encajar con lo que se nos está contando. En este caso, una historia y un planteamiento narrativo que recuerda inevitablemente a The affair, cuyo parecido sobrevuela sobre los 45 minutos de duración de este primer episodio.
Una serie en abierto que se verá en pago
En resumen, El nudo es una serie correctísima para la liga para la que fue concebida: la televisión en abierto. De ahí que resulte sorprendente que Atresmedia haya decidido lanzarla directamente en Atresplayer Premium, donde se convertirá en la primera ficción propia de la plataforma de pago, y no en el prime time de Antena 3, su sitio natural. Y también uno más acorde para una propuesta así, que podría haber ofrecido un buen rendimiento en audiencias visto su primer capítulo.
Pero como cualquier otra decisión, solo el tiempo dará o quitará la razón a Atresmedia. De momento, El nudo sigue atado a falta de saber cuándo empezará a deshacerse en Atresplayer Premium.