Crítica
'Memorias de Idhún', una serie condenada por su decisión y su concepción
Los periodistas a los que nos toca escribir críticas en ocasiones pecamos de querer resaltar lo negativo para, quizás, poder demostrar que sabemos de lo que hablamos. Y utilizamos un lenguaje lo más ampuloso posible con la intención de dejar claro que nos hemos ganado el derecho de, en definitiva, dar nuestra visión sobre una obra. Una visión asentada quizás en detalles objetivos, pero desde un punto de vista claramente subjetivo, como obligan todos estos artículos periodísticos enmarcados en el género de opinión.
Netflix estrena este jueves 10 de septiembre su nueva serie española Memorias de Idhún. Una apuesta novedosa puesto que para adaptar a la ficción el universo literario creado por Laura Gallego, la plataforma ha apostado por producir su primer anime en España, con cinco capítulos de unos 25 minutos que dejan muy claro que tendrán una continuación. Y que llega envuelta en una notable polémica por su doblaje.
Así que por no empezar por lo negativo, y con la intención de hablar claro, lo primero que habría que decir es que Memorias de Idhún es un buen anime, que demuestra que la concepción japonesa que tenemos de este arte está al alcance de los creativos españoles. Tiene una producción cuidada y meticulosa, que logra transportar e introducir a un universo tan fantasioso como el imaginado por Laura Gallego.
Los fans de los libros, como siempre en todas las adaptaciones literarias, tienen dos opciones: enfadarse si lo que ellos querían era que la serie contase exactamente las obras, y además como ellos se lo imaginaban; o disfrutar de poder ver en la pequeña pantalla a sus personajes aceptando que en ese proceso de adaptación siempre se toman licencias. Pero sí pueden estar seguros de que el universo de Idhún se respeta en la ficción.
La decisión que, por su concepción, se hace condena
Pero sí, y hablando igual de claro, Memorias de Idhún tiene un problema. Los fans se dieron cuenta con el primer trailer, la propia autora se puso de su lado tomando partido en la polémica, y el segundo vídeo de avance vino a corroborar esos temores. Y no es un fallo en la concepción de la serie, puesto que el mundo de fantasía encaja perfectamente en un estilo anime y está bien ejecutado. Sino en la ya famosa decisión del doblaje.
En el mundo de la ficción siempre ha habido, y hay, intérpretes que logran transmitir delante de la cámara, pero cuya voz no asume el mismo papel. No es fácil reunir una buena interpretación y una voz igual de interpretativa. Pero cuando es una producción de acción real, una serie o una película, un registro siempre puede suplir o “cubrir” al otro, y además siempre habrá elementos externos que acompañen el ambiente para sumergir al espectador.
Cuando se apuesta por un anime, por cualquier serie de animación, ese segundo factor desaparece. Todo recae en la voz, y por eso una decisión que para las producciones de acción real puede estar en un segundo plano, para una animación lo es todo: las voces son sus personajes, y no los actores en su conjunto.
Un actor de doblaje ya pidió “respeto profesional” a la plataforma demostrando cómo la suya es una profesión propia trabajada “durante años” en los que “aprenden la técnica del doblaje y se preocupan de transmitir emociones con su única herramienta de trabajo: la voz”. El problema no viene de los actores escogidos, que incluso defendieron su experiencia en salas de rodaje. El problema llega al confiar una labor tan profesionalizada como el doblaje a profesionales del mismo sector, sí, pero no de la misma especialidad. Porque aunque todos son actores, y de hecho destacados actores con carreras exitosas, no todos son actores de doblaje. Ni tienen por qué serlo. No tienen que dominar todas las especialidades del mundo de la interpretación.
Incluso “a ciegas”, las diferencias son evidentes
Para intentar juzgar sin prejuicios, puede afrontarse el visionado de la serie sabiendo que ha habido polémica con el doblaje, pero sin conocer qué personaje es cada actor/actriz. Y aún así, lo cierto es que uno no tarda mucho en diferenciar a los especialistas en doblaje.
El caso del personaje de Victoria, al que da voz Michelle Jenner, es sencillo de identificar por tratarse del único femenino. Pero la actriz efectivamente demuestra que tiene, al menos, esa doble especialización. Incluso otras dos voces femeninas que aparecen fugazmente en un capítulo resaltan por su dicción, su claridad y su fuerza interpretativa.
Al analizar las voces masculinas, la percepción cambia. En un momento en el que hay mucha polémica por si las series eligen a sus actores por su capacidad de interpretación, o por el público que arrastran teniendo en cuenta toda su dimensión como famosos, cualquier serie de animación se arriesga más de la cuenta si confía sus voces (y por lo tanto sus personajes) a no expertos en el arte del doblaje. Laura Gallego hizo el mejor resumen: “En otoño de 2018 se realizó un casting entre actores de doblaje profesionales para interpretar a los personajes (...) Tiempo después, y de forma inesperada, algunos de estos actores fueron sustituidos por otros sin experiencia en el doblaje”.
La directora de la serie ha defendido el doblaje asegurando que todos los actores que han intervenido “han hecho un excelente trabajo”. Sin discutir valoraciones subjetivas, el problema no es de esos actores que han sido escogidos para una especialidad que no es la suya. El problema es, como incidió Laura Gallego, que Netflix decida que es mejor apostar por nombres conocidos para potenciar un producto que de por sí ya tiene nombre y fama, y que podría profesionalizarse con actores de doblaje. El problema es intentar destacar en una crítica a los actores de doblaje que ponen voz a los personajes de Elrion o Ashran (*), que sí brillan en su especialidad, y que la plataforma no pueda siquiera responder a quiénes son porque no han sido anunciados dentro de ese elenco de voces famosas.
Y es un problema para todos. Para Netflix porque una adaptación literaria en formato de su primer anime español queda empañada por una polémica fácilmente evitable. Para los actores, porque también se ven sometidos a duras críticas por su labor (aunque ellos hayan aceptado un proyecto que se sale de su especialidad). Para la autora, porque reconoce que su obra no está perfectamente adaptada por contar con actores sin experiencia en doblaje. Y para el espectador, porque resulta imposible ver la ficción sin enjuiciar las voces.
Pero son los nuevos tiempos. En los que a veces no sólo importa la capacidad interpretativa de un actor, o el poder de transmisión de su voz para un actor de doblaje. Show bussiness.
(*) ACTUALIZADO: Netflix aclara un día después a Vertele que las voces de los personajes Elrion y Ashran corresponden a los actores de doblaje Pep Ribas y Juan Antonio Bernal, respectivamente.