Crónica / Crítica

'El diario de Jorge' arrancó desorientado en su gran plató, con aires a Juan y Medio y autocrítica de Jorge Javier

Toda historia tiene dos caras”. Esa máxima ha sido repetida en varias ocasiones por Jorge Javier Vázquez durante el esperado estreno de El diario de Jorge en Telecinco. La historia de este programa también la tiene: es el regreso del presentador a la franja de tarde, de la que salió hace ahora algo más de un año; la apuesta por el showman implica la cancelación de Así es la vida y también el recorte de tiempo a TardeAR y reconfigurar la tarde, señalando el equilibrio en Mediaset entre sus rostros estrella.

A menudo en estos últimos tiempos, el interés sobre esa Telecinco en continúa reconstrucción desde el final de la época Vasile está repartido tanto entre lo que se ve en pantalla como lo que se cuece entre bambalinas y los cambios de dirección que se ejecutan. Hace algo más de un año, el futuro de Jorge Javier era incierto en el grupo, y en cuestión de meses ha vuelto a ser imprescindible. A la vez, los intentos por reformular su oferta de entretenimiento adolecen de la contundencia de antaño. Múltiples pruebas que, en ocasiones, invitan a pensar en que a la cadena le cuesta encontrar de nuevo el pulso a la audiencia.

Demasiados focos de atención para un programa de testimonios

Es curioso que El diario de Jorge, en su estreno, se haya caracterizado por esa sensación de cierta confusión al repartir el interés en los espacios. Aun contando con un decorado principal de grandes dimensiones, la atención no pocas veces se dirigía al backstage. Jorge Javier Vázquez, un animal escénico acostumbrado a lidiar con toda clase de imprevistos con rapidez y desparpajo, se veía un tanto confuso entre la proliferación de rincones y recovecos, con la atención diseminada y con ciertas dificultades para centrarse y así exprimir sus habilidades.

Nada más entrar en plató, Vázquez se declaraba “muy feliz e ilusionado” por habitar ese “piso a estrenar” que era el plató: “Este es el set principal, pero detrás hay un montón de estancias que vamos a ir descubriendo”, señalaba. Ahora bien, tantas posibilidades en el estreno minimizan la capacidad de prestar la suficiente atención a la historia que viene a contarse, lo que ha de ser la clave de un talk show como este. Esa necesidad por ir saltando de un sitio a otro, por ir conociendo las dos caras de cada historia, también implica una prisa que impide profundizar en lo jugoso, si lo hubiera, de cada testimonio.

Como suele decirse cuando empiezan programas de corte diario, falta rodaje. Es necesario dejar que ande por sí solo para encontrar sus ritmos y sus necesidades. De momento, en su primera entrevista con el público, El diario de Jorge se ha mostrado algo caótico, con ese espacio fragmentado limitando la capacidad de respuesta de Jorge Javier con sus invitados. Las entradas y salidas de plató tienden a hacerse anticlimáticas, pues a menudo dificultan centrarse en el foco de la historia. “Abro puertas, cierro puertas... Yo no sé si tengo ficha de esta señora”, decía el presentador en un momento dado, en ese trasiego continuado.

Tampoco quedaba clara la temática del debut, aparentemente dedicada a “resolver malentendidos”. No obstante, algunas intervenciones poco o nada tenían que ver con ese propósito. Es el caso, por ejemplo, de la participación de la cantante Beatriz González, solista de Greta y los Garbo, que reaparecía en televisión para hacer un homenaje a su madre.

Entre el público talludo y los jóvenes de TikTok

El empeño por distanciarse del referente, el paradigmático El diario de Patricia, ha llevado al programa, curiosamente, a acercarse a los parámetros de otro formato vespertino, La tarde de Juan y Medio. No solo por la manera más distendida de abordar las entrevistas, sino por el cariz de algunas historias. Se hacía especialmente llamativo en el caso de la primera invitada, “La Zambrana”, una señora de 80 años que ha conocido la popularidad gracias a las redes sociales. En contraste con ese tono que tomaba el programa, el perfil de los participantes, salidos en varios casos de las redes sociales: personajes con cierto tirón en redes sociales como TikTok, , se han dejado caer por El diario de Jorge, que se veía apelando por igual, pero sin decidirse, a los públicos más maduros y a los más bisoños.

En tal desconcierto, el enunciado del tema central de estreno, “¿De qué me estás hablando?” se hacía apropiado. La sensación que deja El diario de Jorge es la de un programa que todavía no ha definido de qué quiere hablar y cómo hacerlo. A Jorge Javier le tranquilizaba que este era “un proyecto de largo recorrido”, de tal modo que haya margen de tiempo suficiente para encontrar el tono preciso, acotar temas y simplificar los movimientos en el escenario. El lanzamiento en verano se antoja como una buena estrategia, a fin de iniciar el curso televisivo con la fórmula bien revisada.

“¡Nos lo hemos quitado de encima!”

Cabe decir que lo más positivo de toda la experiencia es el ejercicio de sana autocrítica que ha hecho Vázquez cuando, a las 17:30 horas, ha cedido el testigo de la tarde a Beatriz Archidona en TardeAR. “¿Sabes lo mejor, Bea? ¡Que ya hemos hecho el primero! ¡Nos lo hemos quitado de encima! Ya sé que de los invitados hay uno que entra por aquí, otro por allá, ya me lo sé todo”, decía.

“Mañana va a salir... Mua”, añadía un Vázquez a buen seguro consciente de los errores de partida de cara al futuro. Y hablando de futuro: el interés por ver a Jorge Javier intercambiando impresiones con Ana Rosa Quintana a partir de septiembre será otro reclamo para el público de Telecinco. Curiosamente, no tendrá tanto que ver con el contenido del programa, sino con el morbo de verlos departiendo en una misma pantalla partida, escenificando el reparto de poder en Mediaset. Sus dos caras, a fin de cuentas.