¿Cómo ha sido el trabajo con Julia Navarro? ¿Ella les ha orientado?
No, ella no ha escrito nada. Y ha sido muy respetuosa con que encontráramos una gramática poco audiovisual. Se leía los guiones y me aportaba muchas cosas. Ha sido muy exigente fundamentalmente en dos cosas: no tergiversar los personajes y que ningún acontecimiento histórico fuera un anacronismo. Para hacer su libro investigó demasiado, y temía que empezásemos a meter la pata y cometiéramos errores.
Teníamos que reinterpretar sus personajes y sus motivaciones. Ahí fue donde más exigente fue. Con las prisas, a muchos equipos de guion nos gusta quitarle un rol a un personaje, convertir a un rico en pobre... cosas así que no tienen que ver con la realidad que se ve en los libros, que me he leído.
Para mí son muchos años a su lado de enorme amistad, fruto de todo este roce. Y en el roce hemos tenido nuestras discusiones, nuestras discrepancias pero nos hemos acabado entendiendo porque uno convence al otro. Muchas veces yo la convencía a ella de que necesitaba hacer algo y salirme del libro en ciertas cosas, y en cosas importantes ella me convencía a mí de que algo era muy bueno, que determinadas cosas no las perdiera, y yo decía: “Ah, pues es verdad”.
Su productora ya ha adaptado otras novelas, como fue 'Alatriste'. ¿Esta ha sido diferente?
Con Alatriste, con Arturo, también tuve una gran posibilidad de colaborar e hicimos un trabajo muy bueno. Y me gustó mucho y a él le gustó mucho. Luego no funcionó en Telecinco, pero podría haber funcionado en otro sitio. Eso nunca lo sabes, yo no tengo nunca ninguna mala palabra para todo el equipo que monté para la adaptación. Estoy orgullosísimo y me da mucha pena que no encontráramos el público. Pero ese público no se encuentra por otras muchas razones.
A mucha gente no le gustó, y con razón. A otros les gustó. Es como todo. Es imposible gustar a todos. Lo que no gusté es a los suficientes telespectadores de Telecinco, diría que ahí está mi fracaso.
Pero la adaptación fue compleja también, y esta es mucho más. Para esta tuve que crear todo un Madrid que ya no existe, y como hice en Monteperdido, aquí son todo localizaciones, no hay sets. En Alatriste construí unos sets enormes. Aquí hemos rodado cada día en un sitio, con una lista larguísima de localizaciones por lo complejísimo que iba a ser el rodaje. Se van a ver las cosas muy reales.
Y para 'Dime quién soy', ¿tienen las localizaciones calculadas?
No lo sé, pero debemos de tener más de quinientas localizaciones distintas. Hay días en los que estamos en tres. Naturales, atrezzadas con arte y recuperando la época.
En un principio este proyecto se anunció con Fernando González Molina como director. ¿Llegó Eduard Cortés por el contrato de éste con Globomedia?
Quiero muchísimo a Fernando, está con otros proyectos. Fue un buen intento. Realmente no fue el momento idóneo y se complicó. No encontramos el espacio para avanzar. Y creo que había un poco de impaciencia en adaptar el libro, por todos menos por mí. Llegar a ese puerto era un camino complicado. Al final decidimos no seguir por ahí y volví a recomponer el proyecto entero. Y volví a pelear, y pensé en lo que quería: “Un director con estas características, muy intelectual, que lo haya leído, que entienda”. Me fui a por el actual... y cuando le llamé se cagó por la pata abajo.
Por otro lado, “La caza. Monteperdido” ha ido muy bien en La 1 de TVE. ¿Ya se ha cerrado la renovación?
Estamos cerrando los papeles de la renovación. Ha sido un gran éxito, es una gran serie, la estamos escribiendo. La serie siempre se vendió como una serie franquicia. Es decir, el caso de Monteperdido se termina y hoy abrimos un nuevo caso con Megan y Alain de protagonistas en otra localización y con un guión que tiene lo mismo: eso tan trepidante, el tenerte enganchado. Ahora podemos coger otro caso y contarlo y ser muy distinto al caso anterior.