La TV valenciana comienza el próximo domingo 10 de junio su emisión regular. Lo hace casi cinco años después del apagón que llevó a Canal 9 a un negro del que salió hace poco más de un mes con el arranque de las pruebas técnicas de À punt, la nueva televisión pública de los valencianos.
A las 12:19 horas del viernes 29 de noviembre de 2013, una orden judicial terminaba con más de 24 años de historia que se vieron empañados por una larga época de manipulaciones y desinformaciones a favor de los gobiernos de Eduardo Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra, quien fue en última instancia la mano ejecutora del “asesinato”.
El entonces president de la Generalitat Valenciana aludió a razones económicas ante la imposibilidad de readmitir a los casi 1.000 empleados despedidos en un ERE que fue declarado ilegal por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, pero lo cierto es que fueron muchos los errores que llevaron a Canal 9 a una situación como aquella.
Ahora, 55 meses después, llega À punt con el objetivo de recuperar la confianza de los valencianos para conseguir un medio público que ayude a la promoción de la cultura, la lengua y la historia de la Comunitat, y con el gran reto de no volver a tropezar con las piedras que la llevaron a la desaparición.
Manipulaciones, desinformaciones y silencios
Esos errores tienen su origen en el gobierno del Partido Popular de Eduardo Zaplana, cuyo modelo de gestión de la televisión pública se heredó sin voluntad de solución durante los años sucesivos. Un modelo plagado de injerencias políticas, deudas astronómicas, contrataciones irregulares... y manipulaciones.
Con la llegada de Zaplana a la presidencia de la Generalitat, en 1995, los despachos de Canal 9 comenzaron a llenarse de personas de su confianza: desde sus jefes de gabinete hasta sus directores de comunicación. Así lo cuenta la extrabajadora de la casa y crítica televisiva Mariola Cubells en su libro ¿Y tú qué miras?.
No sorprende, pues, que las informaciones que llegaban a los valencianos desde las diferentes ediciones de Notícies 9 lo hacían bajo el filtro del partido del gobierno, tal como se encargó de denunciar un grupo reducido de trabajadores durante varios años de lucha, y como confirmaron en la propia pantalla las cabezas visibles de los informativos durante los últimos días de vida de la cadena.
“Esa mala gestión desde que el PP llegó al gobierno de la Generalitat llevó a Canal 9 al desprestigio total y absoluto, a la malversación de todo el caudal -no sólo el económico-, y a una especie de ninguneo por parte de la sociedad valenciana que no sólo dejó de verla, sino también de creer en ella”, dice Cubells a Vertele.
Los valencianos dejaron de verse representados por su propia televisión, cuyo episodio más vergonzoso a nivel (des)informativo se produjo con el accidente de metro que causó la muerte a 43 personas en 2006 y que desde la propia televisión pública se silenció y ninguneó por la proximidad de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia.
“Si hay algo que supuso un punto de inflexión entre lo realmente intolerable y lo soportable en una TV pública fue la cobertura del accidente de metro. Lo que se hizo durante aquellos días y lo que se hizo después.... Aquello merecía el cierre”, sentencia la periodista, que considera el final de la cadena como una consecuencia de “mala praxis y mala gestión de gente ineficaz en los cargos de dirección, y pésima conducta de los que no entendieron que la tele no era de ellos, sino de la sociedad”.
Contrataciones irregulares y plantillas desorbitadas
Esa mala gestión continuada lo fue también a nivel económico. El resultado: una deuda que se elevó hasta superar los 1.200 millones de euros, frente a los 22 millones que acumulaba en 1995, cuando el Partido Popular llegó a la Generalitat.
Las contrataciones irregulares y el enchufismo fueron tónica general en la cadena autonómica. La plantilla de Canal 9 creció y creció durante años, pero no precisamente por necesidad. A mediados de los años 90, RTVV contaba con una plantilla de unos 650 profesionales que se triplicó hasta alcanzar los 1.800. Esto derivó en un ERE mal ejecutado que llevó a la calle a casi 1.000 trabajadores, y que posteriormente fue declarado ilegal.
“Esa tele se utilizó en beneficio de mucha gente que estaba incorporada a ese modelo nefasto televisivo”, apunta Cubells. “Inflar la plantilla de esa manera sin que nadie les pidiera cuentas nos llevó a donde nos llevó, a que acabáramos con 1.200 millones de deuda”, añade la periodista.
Proyectos muy costosos
Esa deuda no sólo se fue de las manos por el incremento de la plantilla, también por el despilfarro en proyectos muy costosos en los que la rentabilidad en ningún caso fue una opción viable.
Estos proyectos van desde el recordado Tómbola -programa del corazón presentado por Ximo Rovira que sentó las bases de la denominada “telebasura” actual-, cuyo gasto en cachés y producción estaba muy por encima de lo que puede asumir una cadena autonómica, hasta otros como la compra de los derechos de emisión (compartidos, no exclusivos) de la Fórmula 1, con la que se fueron 24.4 millones de euros en cuatro años.
La clave para no volver a cometerlos
Preguntada por la clave para que la nueva Radio Televisión Pública Valenciana no vuelva a caer en los errores del pasado, Mariona Cubells lo tiene claro. “Lo fundamental es una voluntad política radicalmente diferente a la que había en el sentido amplio de la palabra, sin contemplaciones de ningún tipo”, asegura. “Lo segundo, que esos nuevos dirigentes puedan trabajar sin presión”.
La periodista se muestra convencida de que “hemos aprendido del error”. Por lo pronto, el presidente de la Corporación Valenciana de Medios de Comunicación, Enrique Soriano, insiste en que apuestan por unos medios públicos “plurales, donde la información de proximidad sea fundamental, en valenciano y donde todos los ciudadanos se vean reflejados”, según recoge EFE.
Para que los valencianos vuelvan a verse reflejados, Cubells opina que “hay que convencerles de que una televisión pública es necesaria, creo que no lo creen porque no la han tenido. Hay que convencerles de que la salud democrática de nuestra comunidad depende también de un buen servicio público audiovisual”.
La nueva Telemadrid, el modelo a seguir
Que los valencianos vuelvan a confiar en su televisión pública parece a priori tarea complicada, pero no imposible. Para muestra, la reconversión de Telemadrid. La cadena autonómica madrileña es, para Cubells, el modelo a seguir por À Punt. “Poco a poco va consiguiendo apartarse de esos años oscuros y está demostrando que hay una voluntad de hacer otra cosa”, asegura.
“Ahora es la referencia. Hay que tener coraje para ser un muro contra la adversidad, tener claro que tienes un respaldo y que no estás sirviendo a ningún ministro ni presidente de Gobierno, sino que estás sirviendo al ciudadano”, sentencia.
À Punt tendrá la oportunidad de demostrar, a partir de este mismo domingo, que puede seguir el camino de la cadena autonómica madrileña. Para ello se apoyará en una programación que contará, entre otros, con títulos como 'Assumptes interns'. Un formato que mostrará en clave amena y divertida las manera de ser de los valencianos y que ya es noticia incluso antes de su estreno, pues contará en su primera entrega con el testimonio del nuevo ministro de Cultura y Deporte, Màxim Huerta.