Con Zendaya en HBO

'Euphoria', retrato “visceral y honesto” sobre los adolescentes de hoy

'Euphoria', retrato "visceral y honesto" sobre los adolescentes de hoy

Rubén Serrano

Una joven de 17 años que acaba de salir de rehabilitación por su drogadicción. Una adolescente trans que tiene encuentros sexuales con hombres adultos que a veces derivan en agresividad. Una chica invisible en clase pero con más de 50.000 seguidores en internet. Un joven abrumado por la presión de su padre para que sea el mejor atleta. Una chica popular que no quiere estudiar una carrera universitaria y que mantiene una relación basada en abusos con el capitán del equipo de fútbol.

Las vidas de este grupo de estudiantes son las que retrata Euphoria ,la nueva serie revelación de HBO. Creada, dirigida y escrita por Sam Levinson y protagonizada por Zendaya (exchica Disney, El gran showman), pone el foco en la llamada Generación Z, aquellos y aquellas que han nacido entre finales de los 90 y principios de los 2000 y que guardan un vago recuerdo de lo que fue el 11-S (de hecho, el personaje principal nació tres días después de los atentados). Desde cómo dar el paso a la edad adulta cuando tu entorno familiar está fracturado a cómo sobrevivir en un mundo de likes y DMs, drogas, alcohol, complejos e inseguridades y una relación tensa entre el sexo y el porno, Euphoria desgrana las emociones y ahonda en el corazón de los adolescentes de hoy en día. Es violenta, explícita (jamás se han visto tantos penes en televisión) y dura de ver, pero merece la pena darle a reproducir.

“Para mí la serie no es tan escandalosa. Conozco a adolescentes de 17 años que están pasando por esto. No es más escandalosa que otras cosas que han ocurrido en Juego de Tronos. Lo que es escandaloso es que no estemos acostumbrados a ver [experiencias de jóvenes retratadas] de una forma tan visceral y tan honesta”, señala Zendaya, de 22 años, en una entrevista para Paper. En la misma revista, Hunter Schafer, de 20 años, completa la postura de su compañera de reparto: “Aporta un nivel de realidad que otras ficciones adolescentes no han hecho en mucho tiempo. Todas las tramas son importantes porque hace una panorámica de diversas realidades. No puede abarcar toda la experiencia de la educación secundaria pero cubre muchos campos”.

Euphoria no esconde su pretensión por plasmar un retrato generacional como ya hicieron Skins y Skam, aunque como toda ficción llamada a conquistar la atención del gran público, está sazonada con giros dramáticos que tienen reminiscencias de Gossip Girl y Élite. Las críticas de The Guardian, Variety e Indiewire entre otros se han deshecho en halagos y remarcan sobre todo la oscuridad de las historias. Sin ni siquiera finalizar la primera tanda de capítulos, HBO ya la ha renovado para una segunda temporada. El rapero Drake es uno de los productores ejecutivos y la banda sonora suma nombres como Labrinth, Billie Elish, Jamie XX, Beyoncé y hasta Rosalía. Sin duda, es una de las apuestas más grandes y sólidas de 2019.

[A partir de aquí contiene SPOILERS del capítulo 1]

'Euphoria', la serie de HBO que retrata la adolescencia y su relación con el sexo, las drogas y la amistad 360

Ser trans en las aulas

Una de las grandes asignaturas pendientes de la pequeña pantalla es acercarse a la realidad de menores trans. Euphoria lo hace a través de Schafer que se pone en la piel de Jules Vaughn, una adolescente enganchada a su teléfono móvil, entusiasta del maquillaje onírico y neón y marcada por una turbulenta relación con su madre durante su infancia. Según confirmó en una entrevista con Variety, la actriz trabajó mano a mano con Levinson para diseñar a Jules y los dos acordaron utilizar vivencias reales de la también modelo para confeccionar el mundo interior del personaje. Gracias a esta escucha, la serie ha hecho caso a una de las grandes demandas de las y los intérpretes trans: que el hecho de que haya realizado una transición no centre la trama de Vaughn.

Jules no sale del armario trans, nadie le hace un examen a su identidad de género ni tiene que soportar discriminación entre sus compañeros de clase. Aunque a esto ayude que tenga un buen passing, ante todo, Jules es Jules para todo el mundo. La violencia que sufre en primer lugar no es por ser trans, sino por ser mujer. Al igual que el resto de personajes femeninos (Rue, Kat, Maddy y Cassie), los hombres la sexualizan con piropos, le gritan propuestas sexuales por la ventanilla del coche invadiendo su espacio e intimidad y cuando se enfadan no dudan es escupir términos como “zorra”.

Aunque no reciba transfobia directa por medio de palabras ni agresiones físicas, tiene que soportar que los hombres con los que tiene sexo la traten como a un fetiche. A ellos los conoce a través de una aplicación gay para tener sexo que sigue el estilo de Grindr. Sus encuentros suelen ser con hombres que gastan sus energías en remarcar que son heterosexuales. Para algunos es un morbo, para otros una fantasía que probar. Ahí es cuando empieza la transfobia, ya que reducen a Jules a sus genitales. Euphoria continúa con la línea que inició Pose, serie nominada a los Emmy y a los Globos de Oro y que plasmó esta fetichización de las mujeres trans a través de Angel (Indya Moore) y Elektra (Dominique Jackson).

El peor final posible se produce cuando la mirada de los hombres revela condescendencia y complejo por ser un héroe salvador que ofrece una falsa comprensión. En un momento del primer episodio, una de sus citas online, Cal (interpretada por Eric Dane de Anatomía de Grey), advierte a Jules: “Hay dos versiones de cómo puede ir tu vida: puedes ir a un lugar donde te quieran por ser quién eres o puedes quedarte en un pueblo como este y vivir como yo en habitaciones de motel”. No obstante, el hombre adulto que se cree sabedor de todo se equivoca: esa reclusión social ya se ha roto gracias a historias como la de Jules y de la propia Hunter Schafer.

La raíz de los abusos machistas

Si la laureada serie Big Little Lies es un manual capítulo a capítulo sobre violencia de género contra mujeres adultas, Euphoria es un reflejo de cómo se gestan y cómo empiezan a articularse los abusos machistas en la adolescencia a través de las relaciones familiares, la pareja, el grupo de amigos y los compañeros de clase.

Siguiendo la masculinidad hegemónica, los chicos protagonistas se comportan de la forma en la que les han hecho creer que tiene que actuar un hombre en sociedad. Con contadas excepciones, se muestran irrompibles, quieren poseer el control sobre todo, tener éxito con las chicas y ser el mejor en su disciplina; una actitud que deriva en frustración, dominación y agresividad con tal de no fracasar. El documental The mask you live in (disponible en Netflix España) da más claves al respecto.

Así, mientras miran entre risas el vídeo sexual de una compañera de clase que han grabado sin su permiso, dividen a las chicas en “sueltas” o “mojigatas”. Quieren a una chica guapa e inteligente pero que no cruce ciertos límites. Es entonces cuando aplican control sobre sus cuerpos y sus vidas: bien recriminándolas por cómo van vestidas o bien humillándolas por tener una vida sexual activa a gritos de “puta” y “furcia”. Ellos pueden tener sexo cuándo quieran, con quién quieran y cómo quieran, pero ellas no. Las principales víctimas de esta violencia machista son Cassie (Sydney Sweeney) y Maddy (Alexa Demie), que son vistas por ellos como seres sexuales complacientes.

El aplauso en Euphoria aparece porque la serie planta cara y destruye esos comportamientos sexistas a través de Rue (Zendaya), narradora y voz guía de los espectadores. Mientras los adolescentes miran en grupo el vídeo robado, de fondo las palabras de Zendaya resuenen en la mente de quienes han culpado alguna vez a las víctimas de acoso y abuso sexual: “Cada vez que se filtran fotos privadas de alguien, ya sea de J Law o Leslie Jones, todos dicen: ‘Si no quieres que se publique, no te saques fotos desnudas’. Estamos en 2019, los nudes son la moneda del amor. Dejen de avergonzarnos y avergüencen a los gilipollas que crean directorios web con fotos de menores desnudas”.

"Estamos en 2019, los nudes son la moneda del amor. Dejen de avergonzarnos y avergüencen a los gilipollas que crean directorios web con fotos de menores desnudas"

Euphoria hace un llamamiento a su audiencia -joven y adulta, Z y millennial- para no permitir que este sistema de violencias avance ni un solo paso más. Presentado en junio, el estudio “Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales revela que uno de cada cuatro chicos ha visto porno antes de los 13 años y que un 25,4% de las personas entrevistadas lo había usado para aprender sobre sexo. Los protagonistas de la serie también ven porno y quieren llevar a la vida real la fantasía que han visto en PornHub. Así, McKay (Algee Smith) aprieta el cuello a Cassei mientras tienen sexo. Ella, asustada, detiene en seco el acto: ”Pensaba que te gustaba“, dice él, ”¿Cómo va a gustarme eso? Apenas podía respirar“, le responde ella, ”Cassei, lo siento mucho“, sigue él, ”Simplemente no lo vuelvas a hacer. A menos que te lo pida primero“, zanja ella. Una lección básica de consentimiento.

Mientras la escena entre Cassei y su novio se vuelve más y más violenta, la voz de Zendaya irrumpe para detener la imagen y dar un aviso: “Sé que esto parece perturbador pero os prometo que no termina en violación”. Euphoria ha puesto por delante el cuidado de la audiencia y la tolerancia cero ante escenas violentas que no es necesario ver, justo aquello que tanto se le criticó a Por trece razones en la primera y en la segunda temporada.

La serie teen de HBO y la de Netflix son polos apuestos en otro aspecto clave: mientras que nadie del centro escolar de Hannah Baker percibió el acoso que la joven estaba sufriendo, [spoiler del capítulo 5] el profesorado y el director del instituto que centra la acción en Euphoria sí se percatan de los moratones que tiene Maddy en el cuello. Su novio había intentado estrangularla. Ante la agresión, avisaron a su familia y la madre decidió denunciar al joven.

Aunque narren ficción, las series tienen una gran responsabilidad ya que dibujan realidades en la mente del espectador. Crear estos precedentes puede ser trascendental.

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