Si “la diferencia entre ficción y realidad es que la ficción debe tener sentido” - según decía Tom Clancy- desde luego, Fariña es uno de sus mejores ejemplos.
Esta noche, Antena 3 ha emitido el último capítulo de la adaptación televisiva que ha dado un cierre a cada una de sus tramas, otorgándole mucha más poesía a su relato seriéfilo que el que debió tener el real.
(¡Cuidado Spoilers!)
La inevitable despedida de Sito y Camila
Sito, consciente de lo cerca que estaba de su detención, pedía a Camila que se marchara a Panamá para que su hija no naciera entre rejas.
Ella aceptaba pero antes protagonizaban su última escena de cama, con la pasión que caracterizaba a la pareja pero acompañada de un halo de despedida subrayado por las notas del Amiga Extraña, sobre esas relaciones que nunca terminan de irse.
El reencuentro con los amigos de siempre, los que ya no son los mismos
Antes de dar su último golpe, Miñanco llama a Roque y Oli, sus mejores amigos, sus únicos amigos, con los que había empezado todo y a los que no veía desde hacía años.
Se reencuentran y Sito les pide ayuda para una última descarga: “Como antes, como en los viejos tiempos”, intentando recobrar la ilusión que compartieron en sus inicios. “No me jodas tú, que las cosas cambiaron”, contesta Roque abriéndole los ojos.
Le niegan su ayuda y Sito les acompaña a la puerta. Ellos se despiden dejándolo solo en su mansión y es entonces cuando Oli le lanza una de las cuestiones más difíciles de responder: “¿De verdad que te mereció la pena?”. Sito no contesta.
Un macrojuicio en un “campo de futbol”
Gran parte de este último episodio la ocupó el macrojuicio de la Operación Nécora que marcó un hito en la historia de la justicia española.
Reflejado casi como un partido de fútbol con los narcos sentados como público esperando al resultado de su equipo. Abucheando a los contrarios, que en este caso era el fiscal y el resto de acompañantes, y aplaudiendo a sus defensores.
Cada testigo que entraba y los señalaba era amenazado y agredido verbalmente, cual árbitro molesto. Y de esta forma, la serie nos mostraba cómo estábamos ante unos matones de barrio, lejos de los tiburones empresariales que había vendido la prensa.
El enfrentamiento entre Sito y el Sargento Darío
Pero si había un momento esperado, ese era el enfrentamiento entre Sito Miñanco y el Sargento Darío Castro. Una escena que acaba con la ansiada rendición del narco: “Ahora sí que me trincasteis, eh”.
Vemos cómo Sito se marcha rodeado de policías y la espalda del Sargento cierra este último capítulo.
El secuestro de nuestra historia y la libertad de Fariña
Acaba con la figura del Sargento, el único personaje inventado por los guionistas. Porque, como decía en un principio, la ficción debe tener sentido. Y si la realidad nunca puso nombre a esos héroes que batallaron contra el narcotráfico gallego, la serie nos ha regalado uno de los mejores personajes quijotescos de nuestra historia, interpretado por el mejor Tristán Ulloa que hayamos visto.
Si la realidad nunca procesó a Sito Miñanco por la Operación Nécora, en la ficción sí que le vemos esposado caminando hacia la justicia. Por eso, aunque nunca sepamos la respuesta de Sito a si le ha valido la pena todo esto... desde luego, la contestación televisiva es un sí rotundo.
Ha valido la pena apostar por una ficción que adaptara una novela periodística, ha valido la pena emitirla en abierto sin los códigos generalistas, ha valido la pena conocer Galicia en todos los sentidos, ha valido la pena la libertad que dio Antena 3 a los productores para que crearan la serie en la que ellos creían, ha valido la pena emitir la serie al completo y comprobar que la audiencia ya está preparada para nuestra historia, ¡carallo!
Qué pena que para descubrirlo tuvieran que quitarle la libertad al libro en una realidad sin sentido.