Cuando Nacho Carretero vio Roma Criminal, antes de escribir Fariña, pensó que la historia de la Galicia más oscura que él conocía también merecía una serie así.
Cuando Ramón Campos leyó Fariña se la imaginó plasmada en televisión como hicieron los italianos con Roma Criminal.
Cuando ambos se encontraron y hablaron de una posible adaptación a la pequeña pantalla, la magia surgió al mencionar esas dos palabras: “Roma Criminal”.
Las malas compañías siempre fueron las más adictivas
La serie italiana estrenada en 2008 en Sky contaba el ascenso y la caída de un grupo de amigos de barrio que se convirtieron en los mayores narcotraficantes de Roma, la banda de la Magliana.
Así, la historia aprovecha para narrar unos hechos reales en uno de los contextos más sombríos de la capital de Italia.
Narcos, drogas, tiros, persecuciones, policías, malos y más malos se suceden en los capítulos de la ficción producida por Cattleya. Y aún así, te roba el corazón. Porque en el fondo te está hablando de la amistad, de los sueños de unos niños que no han tenido nada y encuentran la manera de tenerlo todo.
Sus amoríos, la música que escuchan, los partidos de fútbol que juegan son lo que realmente logran que cuando el Libanés cae no puedas dejar de llorar. Llorar por un narco. Sí. Porque resulta que ya le habías aceptado en tu grupo de amigos.
Lo mismo ocurre en Fariña que refleja la peor Galicia contaminada por droga y corrupción, y a la vez, en su primer cargamento Sito solo veía navegar la vida de Roque.
La serie nos habla de las mejores amistades, las que te quisieron cuando no eras nada, las que comparten sueños, las que “te protegen de ti mismo” y las que, una vez más, juegan a futbol.
A eso se referían los creadores cuando pronunciaron aquellas dos palabras: “Romanzo Criminale”, a usar las mismas armas de conquista de los “Reyes de Roma” para los “dueños de Galicia”. Es decir, contar la frialdad de unos hechos reales pero desde unas entrañas que logran enamorar. Como cuando adorabas a las amistades que tus padres te prohibían porque ellos solo veían su contexto, pero tú veías mucho más...